jueves, 31 de agosto de 2017

041: http://www.eldiario.es/micromachismos/camarero-machista

#Mandala
 "Estaba yo haciendo cola cuando se queda una caja libre y el dependiente me dice, y cito textualmente, "por aquí guapa". Ahí ya empezamos mal."
Esto desde luego no tiene por qué ser machismo, en países latinoamericanos está muy extendido la frase "mi amor", "corazón", etc. Son términos cariñosos que no tienen por qué implicar que le gustes a esa persona o que trate de sobrepasarse contigo. Quizás aquí (siempre que creamos tan solo la versión de una de las partes) el problema ha sido del camarero de decir estas cosas a gente que es desconocida.
"Me insistió, porque si no me dejaba irme, en que le apuntara mi nombre y mi número de teléfono en el tique que tenía que quedarme yo para reclamar mi pedido después.".
Chica, si le das tu teléfono a un desconocido es porque quieres, si alguien es muy insistente y no quieres darle algo tan personal pues le dices que "no" también muy insistentemente y punto y pelota.
"Le tuve que mentir en todas mis respuestas para que me dejara en paz y volver a mi mesa.".
No, lo adulto si alguien te molesta no es mentirle sino ser CLARA Y CONTUNDENTE. Si mientes no haces más que alimentar a la persona que te está molestando. De hecho luego se queja esta mujer de que a la hora de gestionar los pedidos el camarero pregunta por el nombre falso y hay lío. Normal.
"Así pues, vamos a hablar con el encargado, y al acercarse, vemos que es un chico joven, similar al que ha cometido la agresión.".
Hombre agresión, lo que se dice agresión.... en todo caso maleducado y de esto hay en los hombres y en las mujeres.
"Vamos a hablar con el encargado [...] Le explicamos el caso y su única salida es ofrecernos un helado gratis para compensarnos. Nosotras no sabemos ni qué decir. No sé qué nos ofende más, si la discriminación en sí o la reacción del encargado."
Normalmente cuando un cliente sufre algún contratiempo la casa trata de compensar al cliente con algún detalle. Y hasta esto se ve mal. Pues vale.

#Oservador
 ¿Eso es machismo? Solo veo a un imbécil diciendo imbecilidades a una chica que decide no defenderse porque es más cómodo quejarse. Es como el bullying: si te callas se meterán siempre contigo. Lo que debió hacer esta mujer en cuanto le preguntó por su nombre o su teléfono es decirle "No te importa. Haz el favor de limitarte a tomar nota de mi comida". Y si continúa insistiendo, se pide la hoja de reclamaciones, como hacemos todos. ¿En qué mundo vives? Siempre va a haber gente que trate de aprovecharse de ti (o de mi, independientemente del sexo), pero en tu mano está permitirlo o no. No lo permitas.

#LuisoCudeiro 
 No sé pero me da que si eso lo hace Brad Pitt, no existe esta denuncia. El camarero no es un machista, lo que es, es un plasta y un pringao. El llamar a alguien guapa y pedirle el teléfono lo hacemos todos, o nos estaríamos casando como en la India, con quien nos digan nuestros padres. A ver si ahora vamos a tener que crear un formulario para cortejar. (Ojo, estoy de acuerdo con que el camarero es un imbécil, por no darse cuenta de que esas chicas no están cómodas).

#29 Edvaldi4  | 31/08/2017 - 11:31h
 ¿Y no habéis pensado en poneros un cartel que diga "ahora estoy en celo, puedo ligar", "Ahora no estoy en celo, no quiero ligar"? Lo digo para que los chicos, cada vez que se encuentran con una feminista radical sepa a qué atenerse. Porque chicos y chicas, sí también chicas, intentando ligar en cualquier situación lo he visto miles de veces. Y los hay muy pesados/as y muy cansinos/as.
Coincidí con una despedida de soltera, todas vestidas de Winnie Mouse o algo parecido, y al pobre camarero que las servía... Multiplica por 20 lo que se acaba de contar aquí, o sea que se va a crear también una sección de microFeminismos para que los hombres acosados por mujeres también puedan contar sus experiencias, o solo vale en una dirección...
"Me sentí tan ofendida y discriminada" ¿Discriminada...?
"me insiste, me obliga, me dice repetidas veces que le apunte mi número en el tique, tal instinto de superioridad tenía." ¿Cómo te obligó? ¿Por la fuerza, te retuvo el brazo, te agarró de la ropa? ¿No había nadie más en la fila? Porque si es así todo lo que cuentas...y había más gente en la fila que no hicieron nada, puede ser por dos motivos, o eres una exagerada o la gente es una pasota tremenda ante un acoso descarado... O no es tal cual lo cuentas...
"Así pues, vamos a hablar con el encargado, y al acercarse, vemos que es un chico joven, similar al que ha cometido la agresión". El final es de órdago a la grande, ya es peyorativo el "un chico joven, similar al camarero...", eso sí que es discriminación y racismo o prejuicio... pero lo de "similar al que ha cometido LA AGRESIÓN !!!!! ¿Qué agresión? ¡Qué te ha pedido el teléfono para poder ligar contigo y ha sido muy pesado? ¡¡¡¡ Dios !!!!
¿Cómo pudisteis seguir comiendo allí si resulta que habías sido AGREDIDAS? Es que no veo lógico, me siento agredida, pero me como la comida, y después me voy a quejar al encargado, "que es otro como el camarero".
Y ahora, coserme a negativos feministas, a ver si llego a los 3000 negativos...

#Lagarde 
 ¿Cuántos años tiene la autora del relato? ¿11, 13?

#Shadaroba
 Recepciones de Hotel llenas de mujeres, hermosas, de rasgos finos, de francés forzado.
Mujeres tras la barra de un bar, buenas tetas, casi siempre de noche.
Mujeres limpias, educadas, responsables y trabajadoras: se busca.
Mujeres jóvenes y proactivas, licenciadas, de erasmus, de vacaciones en Roma y París; una semana en Mallorca, con el pelo impecable, bolsas de viaje de marca, olor a miel y avena con un tono de voz almibarado e infinitamente asertivo.
Es más elocuente mirar la pantalla del móvil sin necesidad de nada ni nadie, excepto de todo lo que se te debe ofrecer con la debida decisión y cautela.
Él un mamarracho embebido del rol qué el heteropatriarcado le ofrece para relacionarse sexualmente con quien desea, y tú otra que tal, nadando en la magnificencia del victimismo más anodino y burdo habido y por haber, en un intercambio verbal que sabrías solucionar de no haber sido tratada toda tu vida entre algodones, con la permanente observancia de tu intrínseca delicadeza y sublime pasividad en espera.
Enteraros de una vez, los lipstick, los glossy, los push up, los leggins y el permanente acento en el arco lumbar encima de prótesis para la decadencia os distinguen a las muchas qué gustáis de tales distingos.
El gym, los suplementos proteínicos, las Ray-Ban, los tattos, los tonos caqui y el pelo al cero, y los relojes y la gallardía, vienen a complementaros.
Putos imbéciles los unos y los otros, y vuestra podrida prepotente y pasivo agresiva forma de relacionaros.
(O sea, pero qué fuerte me parece.)
Agitaros el pelo y contonearos, después de tanta exigencia la respuesta suele ser igualmente vulgar. Qué no por menstruar sois mujeres.
Casi puedo escuchar el murmuro: ese niñato con crías burguesas muy chulo, pero con una mujer de verdad no se atreve.
Mujeres de verdad por supuesto.
Pero es de Roma qué vienen las máquinas de follar ¿no?
Y el renacimiento también, claro.

Qué patético joder.

martes, 29 de agosto de 2017

040: tango

- ¿Quieres tomar algo?
- No, gracias, sólo puedo estar un momento. Tengo mucha prisa. No sabía si ibas a venir cuando nos citamos por teléfono. Te ímaginaba más alta...
- Yo tampoco te imaginaba así. Me sorprende que Alberto tenga gustos tan diferentes. ¿Quieres fumar?
- No, no, gracias, no fumo. Desde luego no nos parecemos mucho. Bueno, pues ya estoy aquí. Tú me dirás para qué tienes tanto interés en verme.
- Creí que sería importante que nos conociéramos y habláramos. A lo mejor me he equivocado, pero pensé que sería bueno para las dos. Me has dicho antes por teléfono que sabías desde hace tiempo lo mío y de Alberto...
- Sí. Desde hace más de un año sé que mi marido te coge.
- Dicho así suena un poco feo.
- No te asustes, que no voy a hacerte ninguna escena.
- Me da la impresión de que esta conversación no va a ser fácil...
- He venido porque me muero de ganas de saber lo que tienes que decirme. Me imagino que no será que me separe de él para quedártelo, porque tú estás casada...
- No, no. Yo estoy bien así. Perdona que te sea franca, pero es verdad. No sé cómo, pero hemos conseguido un difícil equilibrio entre los tres. Bueno, gracias a tu comprensión, también es verdad. El caso es que ahora ha surgido un problema que amenaza con romper nuestra situación. Hay otra.
- ¿Otra? ¿Qué Alberto tiene otra para coger, aparte de ti?
- Sí, me he enterado hace unos días. Es una nueva secretaria. Muy hermosa, soltera...
- Ah, pues de eso no sabía nada. ¿Y por qué me lo dices?
- Porque quiero que me ayudes a recuperarlo; vamos a que siga siendo para las dos, como antes. No sé qué hacer... Contigo no tenía celos, la verdad. Eres su mujer... Pero ella...
- Esto sí que tiene gracia. Lo siento, pero eso es cosa tuya. ¿Qué voy a hacer yo? Es normal que el marido cambie a la amante de vez en cuando. Que tú me pidas que te ayude en eso es un poco sorprendente, ¿no crees?
- Perdona, pero es que a ti también te interesa. Sabes que lo mío con él no tiene futuro, que yo estoy casada, que no iba a intentar quitártelo. Pero ella... es soltera, como te he dicho. Pensé que a ti eso te preocuparía.
- Si te digo la verdad, en este momento lo que haga mi marido o deje de hacer, me tiene sin cuidado. Estoy perdidamente enamorada de otro, y cuanto más entretenido esté Alberto y menos se ocupe de mí, mejor.
- No sabía que tú...
- ¿Creías que era la pobre infeliz esposa que lloraba noche tras noche la ausencia del marido? Eso pasó al principio. Y lo pasé muy mal. Pero luego reaccioné, y me decidí a buscar. Y lo encontré. El hombre perfecto, el amante ideal, el ser más dulce, amable y encantador que he conocido en mi vida: tu marido.
- ¿Hipolito?
- Sí, Hipolito.
- No me lo puedo creer.
- Pues créetelo, porque es verdad. Estoy con él desde hace unos cuantos meses. Alberto es muy despistado y le he pillado montones de datos tuyos, así que no me fue difícil conocer tu identidad. El resto fue fácil: buscar a tu marido y conquistarle. Las mujeres podemos hacer esas cosas cuando queremos, ¿no? No es una venganza, te lo aseguro. Bueno, al principio tal vez hubo algo de eso, pero luego ya no. Como ves, no puedo ayudarte con lo de mi marido. Eso es cosa tuya. A mí ahora lo único que me preocupa es conservar al tuyo.
- ¡Dios mío! ¿Y Hipolito sabe lo mío con...?
- Sí. Lo sabe.
- ¿Por qué tuviste que hacer una cosa así? ¡Qué desastre, Dios mío!
- Fuiste tú la que empezaste, no yo. Y no te guardo rencor. Yo jugué al mismo juego. Eso es todo.
- ¿Y qué vamos a hacer?
- Me imagino que seguir viviendo, y no ponernos melodramáticas. Se trata sólo de ser tan comprensivos cuando los otros nos engañan como lo somos cuando los que engañamos somos nosotros. Yo quiero a mi marido y al tuyo, de forma diferente a cada uno, y me he dado cuenta de que puedo estar así perfectamente, con los dos... como tú estabas antes.
- ¿Y yo? ¿Qué voy a hacer ahora?
- Francamente... eso ya no me importa. Y perdona, me tengo que ir. Tengo hora en la peluquería. 

lunes, 28 de agosto de 2017

039: alhajas

—Me entere que estas de aniversario
—Aja.
— ¿Le regalaste una bolivianita engarzada en platino?
—Yo nunca le regalo joyas
—Muchos en aniversarios y cumpleaños dan a su esposa una joya como una muestra de amor
—Los que tienen baja autoestima son los que regalan joyas para paliar su problema y otros para comprar un poco de cariño.
— ¿Cuál fue tu regalo?
— ¡No acabo de decirte que no regalo nada!
— ¿Y ella que te regala?
— ¿Y por qué tendría que regalarme?
— ¿Eres feliz?
—Lo soy. Y antes que me preguntes si ella es feliz, te sugiero que encargues a tu esposa que le pregunte, ya que gracias a ella nos enteramos lo del aniversario.

sábado, 26 de agosto de 2017

038: ni un centímetro más

—Siéntate, que tenemos que hablar. Sé que no estás contento.
—Digamos que... sorprendido y molesto.
— ¿Por qué? ¡Me parece que he dejado pasar bastantes años desde que se murió tu madre para poder volver a casarme! Además, es mi vida, no la tuya. No tengo por qué pedirte permiso.
Reconoce al menos que es muy guapa.
—Cuestión de gustos. Personalmente solo miro a las de mi generación.
—Eso es un golpe bajo.
—Solo te hago notar que tiene veinte años menos que tú.
— ¿Y qué?
—Nada, pero has ido muy deprisa.
—Para traerla aquí primero tenía que casarme. Si no, no me habría seguido. Ella no lo habría dejado todo sin...
— ¿Garantías?
—Es una manera de decirlo. ¡Pero es legítimo! ¡Intenta comprenderlo! Desarraigar a cuatro niños, cambiar de ciudad, dejar atrás todas sus amistades...
— ¿Y su familia? ¿Y su trabajo?
—No trabajaba. Criar a cuatro niños ya es un trabajo a jornada completa. De la familia no sé nada.
—Vamos, que saber no sabes mucho.
—Sé que me gusta y que por la noche me alegro de encontrarme con ella y ser un hombre casado. ¿Te queda claro?
El tono se había endurecido. No pensaba ceder ni un centímetro.
—Muy explícito, sí.
—Mejor, porque no te lo repetiré. ¿Qué piensas, que a los sesenta ya se está acabado? ¿Que ya no se tienen necesidades? ¡Anda, que...! ¡Tú espera que ya te llegará! Estoy en una edad fantástica, y por fin pienso disfrutar de la vida. Desde que enviudé, lo único que he hecho ha sido cuidarte y lleva la fábrica que quiso comprar tu madre, que hay que mantener a flote. Y para que tuvieras vida familiar he vivido entre mi hermana y mi primo. ¡Una juerga, vaya! Ahora me toca a mí. Es el momento de que me lo pase bien, así que no pongas esa cara de vinagre y vete acostumbrando a tu madrastra, ¿estamos?

jueves, 24 de agosto de 2017

037: hoy

— ¿Y qué es de tu marido?
—Mi marido se fue con la mujer de otro marido.
—Por fin
—Ni creas que vas a meterte en mi cama.
—No me he salido nunca  ¿Hay chocolate?
—Eres el único hombre al que le gusta el chocolate.
— ¿Por qué se fue tu marido?
— ¿Por qué se van los maridos? ¿Por qué te fuiste tú?
—Yo aquí estoy
—Ahora

miércoles, 23 de agosto de 2017

036: la mujer de Ñuño

Durante tres meses había tratado de ocultármelo; de golpe comprendí sus ataques de ira, su vuelta a la bebida, su hosquedad, sus cambios de humor. Me lo contó todo, agarrándose la cabeza con las manos, como si temiera que se le abriera por el esfuerzo, y yo escuché con un horror creciente mientras él avanzaba a trompicones con su relato.

Se casó joven, yo nací unas semanas antes de que cumpliera los diecisiete años y acababa de cumplir los veinticinco cuando mi madre nos dejó para siempre.

Al igual que a mi padre, a mi madre le gustaban los clichés, y entendí que en sus cartas había mucha palabrería y mucho retorcerse las manos; al parecer necesitaba averiguar quién era, admitía que había culpa por los dos lados, que había estado mal emocionalmente, y se acogía a una serie de excusas parecidas para justificar su deserción.

Pero decía que había cambiado; por fin había madurado. En cualquier caso, se había vuelto a casar y se había ido a vivir al Brasil.

Ñuño era un hombre maravilloso, a los dos nos caería bien. De hecho, le encantaría que lo conociéramos; era profesor de inglés; le entusiasmaban los deportes y adoraba a los niños. Y esto la llevaba al siguiente punto: aunque Ñuño y ella lo habían intentado e intentado, no habían podido tener un hijo. Y aunque mi madre no había tenido el valor de escribirme, nunca había olvidado a su niño querido, su tesoro; ni un día había pasado sin que pensara en mí. Al final, había convencido a Ñuño. En su piso había sitio de sobra para tres; yo era una criatura inteligente y no tendría ninguna dificultad en aprender la lengua.

Lo mejor de todo era que volvería a tener una familia, una familia que me querría, y el dinero compensaría todo lo que aquellos años me habían negado.

Aquello me horrorizó. Habían pasado seis años, y en ese tiempo la nostalgia desesperada que sentía por mi madre había llegado hasta la indiferencia y más allá. La idea de volver a verla —la reconciliación con la cual, al parecer, ella soñaba— me llenaba de una vergüenza sorda e incómoda. La veía con una perspectiva alterada: mi madre, con una nueva capa de sofisticación, un nuevo barniz barato, me ofrecía una vida precocinada, nueva y barata, a cambio de mis años de sufrimiento.
El único problema era que yo ya no quería esa vida.

martes, 22 de agosto de 2017

035: la niña que no sabía volar

— ¿Qué va a ser de nosotros?
Yo callaba.
— ¿Sabe?, cuando se marchó ayer, dejándome sola en esta habitación en plena tarde, me dije a mí misma que nunca más volvería a vivir algo así. Nunca más, ¿me oye? Nunca más…
Me vestí y salí. No sabía adónde ir. No quiero volver a vivir esto, no quiero volver a tumbarme con usted en una habitación y después verlo marchar. Es demasiado duro.
Le costaba articular.
—Me había prometido a mí misma no volver a vivir con un hombre que me hiciera daño. Creo que no me lo merezco, ¿comprende? No me lo merezco. Entonces por eso le pregunto: ¿qué va a ser de nosotros?
Yo no decía nada.
— ¿No dice usted nada? Me lo temía. ¿Y qué puede usted decir, de todas formas? ¿Qué puede usted hacer? Tiene a su mujer y a sus hijos. Y yo, ¿qué soy? No soy casi nada en su vida.
Vivo tan lejos… Tan lejos y de una forma tan extraña… No sé hacer nada como los demás. No tengo casa, ni muebles, ni gato, ni libro de cocina, ni proyectos. Yo que creía que era la más lista, que había comprendido la vida mejor que los demás, y me felicitaba por no haber caído en la trampa. Y ahora está usted aquí, y me siento totalmente perdida.
Ahora me gustaría asentarme un poco porque encuentro que con usted la vida es hermosa. Le dije que intentaría vivir sin usted… Lo intento, lo intento, pero no soy muy valiente, pienso en usted a todas horas. Así que se lo pregunto ahora, y tal vez por última vez, ¿qué piensa hacer conmigo?
—Amarla.
— ¿Pero qué más?
—Le prometo que nunca más la abandonaré en una habitación de hotel. Se lo prometo.
Y me di la vuelta para hundir mi rostro entre sus piernas.
— ¿Pero qué más?
—La amo. Sólo soy feliz con usted. Sólo la amo a usted. Yo… Yo… Confíe en mí.
Me soltó la cabeza y nuestra conversación murió ahí. La tomé con ternura, pero ella no se abandonaba, se dejaba hacer. Son dos cosas muy distintas…
 —No, no rompí, seguí tirándomela dulcemente, prometiéndole siempres y más adelantes.
— ¿De verdad?
—Sí.
— ¿Le hablaba como se habla en esas historias sórdidas?
—Sí.
— ¿Le pedía que tuviera paciencia y le prometía un montón de cosas?
—Sí.
— ¿Cómo hacía ella para soportar todo eso?
—No lo sé. De verdad, no lo sé…
— ¿Tal vez lo amaba?
—Tal vez.
Se terminó la copa de un trago.
—Tal vez sí… Tal vez…
—Es increíble…
— ¿El qué?
—Esta historia… Ver de qué depende… Es increíble.
—No, no es increíble, querida… No, no es increíble. Es la vida. Es la vida de casi todo el mundo.
Actuamos con doblez, nos las apañamos, tenemos siempre nuestra pequeña cobardía a nuestros pies como un perrito faldero. La acariciamos, la amaestramos, nos encariñamos con ella. Es la vida. Por un lado están los valientes, y por otro los que se acomodan. Es mucho menos cansado acomodarse…

domingo, 20 de agosto de 2017

034: Una pompa de jabón.

Me apetecía un cigarrillo.
Era absurdo, hacía años que ya no fumaba.
Sí, pero ¿y qué?, así es la vida…
Haces gala de una fuerza de voluntad tremenda, y un buen día, una mañana de invierno decides recorrer cuatro kilómetros con un frío que pela para comprar una cajetilla, o amas a una mujer y una mañana te enteras de que te deja porque ama a otro.
Añade que está confusa, que se ha equivocado.

Como al teléfono:
«Perdone, me he equivocado».
No pasa nada, no se preocupe… 

jueves, 17 de agosto de 2017

033: modo infraganti

-Mentía yo y mentimos todas. Siempre hay que mentir, porque si no ellos, se llevan un disgusto horroroso. La primera noche es un desastre. En primer lugar, la novedad distrae muchísimo y así no hay manera de concentrarse. Y luego, un señor encima es algo bastante incómodo, aparte de absolutamente antinatural. Yo no sé lo que pensarán ustedes, pero yo... insisto: la primera noche una catástrofe. Y la segunda. Y la tercera.  
-Según esta teoría, el mundo se habría acabado hace mucho tiempo.
-Más le hubiera valido porque, tal como está, no tiene gracia.
-No tendrá gracia, pero cada vez hay más gente que coge.
-La gente hace el amor por costumbre. Porque hacer el amor tiene buena prensa. Y luego porque se aburren. Si la Tele estuviera más entretenida, la gente se iría menos a la cama.
-Lo que pasa es que no te gusta hacer el amor, confiésalo.
-Ese no es un problema mío, sino tuyo. No es posible pasarlo bien con un ignorante: deprime.
-Todas las mujeres dicen lo mismo desde que se creen autosuficientes y desde que se han apuntado al feminismo.
-Yo estoy apuntada al feminismo desde que nací, y en cuanto a mi autosuficiencia... A propósito: ¿usted quién es?
-Tu marido.
-¿Lo ven? Lo dije: volvió.
-Por supuesto que volví. ¿Qué iba a hacer? ¿Irme de putas? No. Mi santa esposa tiene razón. A mí no me gustan las putas. No es por hacerme el fino, pero nunca me han gustado. En realidad debo confesar que yo a estas cuestiones del sexo llegué con cierto retraso, en fin, digamos que no estaba demasiado interesado por el tema. Aparte de que, bueno, el ejemplo que tenía en casa no era precisamente como para darse prisa. Ahí está mi madre.
-Hazme el favor de venir aquí en seguida, ¿me oyes? Es la hora de dormir. ¿Cuántas veces he de decirte que es la hora de dormir? ¿Eh? ¿Cuántas?
-Ninguna.
-¡Descarado! ¡No contestes así a tu madre! ¿Qué pasa? ¿Que ya te crees que lo sabes todo? ¡No te digo...! A ver esas manos.
-¡No te has lavado las manos! ¡No te has lavado las manos! Ahora mismo vas a lavártelas y no vuelvas por aquí hasta que se pueda comer sopas en ellas. ¿Te enteras? Espera. Acércate. Abre la boca. ¡Y esos dientes...! ¡Esos dientes! Pero, ¿es que no te da vergüenza? ¡Sucio, más que sucio! ¿Y para esto te he comprado yo un cepillo con su pasta y todo? ¡Desagradecido! Venga, a lavarse esos dientes hasta que queden como una patena. ¿Me has oído? Pues que no te lo tenga que repetir dos veces. La culpa de todo esto la tiene tu padre, que es un canalla. ¿Me oyes? ¡Un canalla! ¡¡Un canalla!! Porque tu padre, el mierda de tu padre, nos ha abandonado para irse con otra mujer. Una mujer de la calle, a ver si te enteras, una puta. Ya sé, ya sé, no me digas nada, ya sé que hay cosas que no se deben contar a los hijos, pero es que estoy hasta la coronilla. ¿Te has lavado ya los dientes? Frótate bien de arriba abajo, incluso las encías. ¿Te das cuenta? Yo aquí hecha una mártir, y tu padre Dios sabe dónde, con esa puta, de jarana, como si lo viera. Anda, anda, sécate ya las manos que nos vas a dejar sin jabón y no está la cosa como para dispendios. Ven aquí. A ver. Las manos... ¿Y la boca? Así está mejor. Venga, ahora a rezar un Padrenuestro y a la cama.
-Mamá...
-¿Qué? No me sulfures, eh, no me sulfures. ¿Qué te pasa?
-¿Puedo dormir con el osito?
-¿Con el oso de peluche? Pero, bueno, tú te has vuelto loco. ¿De manera que quieres dormir con el oso para estropearlo? Desde luego es que a este niño no se le ocurre nada bueno. Aquí debería estar tu padre para meterte en cintura, pero, claro, como tu padre tiene otras cosas más «entretenidas» en qué pensar... ¡Ay, Dios mío, qué cruz, qué cruz...! el Padrenuestro y a la cama.

miércoles, 16 de agosto de 2017

032: dónde nace un refrán

— ¿Estas saliendo?
—Si
— ¿Voy contigo?
— ¿Para qué?
— ¿Cómo que para qué? Para estar contigo
—En el único lugar que estás conmigo es en la cama y cuando estas dormida
— ¿Porque dices eso?
—Porque cuando vas conmigo en el auto, estas mirando tú móvil y no quieres hablar, lo mismo sucede si nos detenemos en una cafetería o dónde diablos sea,  tú sigues agachada sobre tu móvil. En ese entendido «más vale andar solo, que mal acompañado»

lunes, 14 de agosto de 2017

031: ¿Qué estás buscando en una pareja?

Imagina esto: alguien te pregunta: “¿Qué estás buscando en una pareja?”. Obviamente has pensado mucho sobre esta pregunta; has aprendido que si das la respuesta estándar, entonces quien te pregunta no sabrá más de ti que de las otras personas. Entonces respiras profundo, miras a la persona a los ojos y contestas: “Estoy buscando a alguien que dice lo que hace y que hace lo que dice. Y obviamente también busco a alguien que tenga todas las condiciones básicas: que sea buena persona, que esté a la par mía. Ah, y por favor, no quiero alguien que fume”.

¿Y qué respuesta obtienes a tu tan pensada respuesta? Generalmente es algo parecido a:
“¡Eres tan quisquilloso!”

Veamos algunas de las pensadas respuestas a “eres demasiado quisquilloso”:

La respuesta larga:
“Me conozco y decidí que estos intereses, ya sean fundamentales o secundarios, no son negociables. Es por el bien de todos que yo no ceda demasiado, ya que si lo hiciera, entonces, no me estaría casando con la persona que creería que me estoy casando”.

La respuesta más corta:
¿Por qué darle la satisfacción de una respuesta? Tan sólo vete sin responder.

Las respuestas que contraatacan:
“¿Quién eres tú para juzgarme?”.
“¡Sí, lo soy! Y también soy seguro de mí mismo, encantador y atractivo, ¿y tú?”.
“Es bueno ser quisquilloso… cuando se trata de una elección para toda la vida”.
“Elijo no resignarme”.
“¡Eres demasiado juicioso!”.
“Es una decisión importante; uno debe ser quisquilloso”.
“Es por eso que le llaman encontrar a la persona indicada”.
“Si no lo fuera, entonces sería un problema. ¿Has visto lo que se encuentra en la calle hoy en día?”.
“Si quisiera tu opinión te la pediría”.

Las respuestas que demuestran seguridad en uno mismo
“Me conozco a mí mismo y sé lo que necesito. No quiero desperdiciar mi tiempo con otra persona”.
“Trabajé mucho para conocerme a mí mismo y lo que he descrito es lo que mejor me complementa”.
“Bueno, ¿fuiste tú quisquillosa/o cuando buscabas con quien casarte? Si no lo fuiste… ¿puedo decírselo a tu pareja?”.

“Ves cuán quisquillosa soy respecto a mis zapatos, y eso que sólo los uso en los pies. Ser quisquillosa no siempre es malo; ser irrealista sí lo es”.

domingo, 13 de agosto de 2017

030: él desencanto

—¿Qué piensa ella que ese hombre le podría ofrecer?
—Algo nuevo. Aventuras. Romance. Misterio. Sexo.
—¿Aventuras?, ¿de qué tipo?
—No lo sé. Algo nuevo, y diferente, con una persona que no es previsible, que puede hablar, e imaginar cosas, libremente. No como yo, con mis esquemas, y obsesiones.
—¿Qué se entiende por romance?
—La conversación de él es fluida, sabe cómo cautivar, cómo ganarla de su lado. Tiene seguridad en sí mismo.
—¿Le trae regalos?
—No es importante, no hay necesidad. La lleva a cenar.
—¿Hay alguien mirándola, en el restaurant donde él la lleva a cenar?
—Ella lo mira a él, se olvida de lo que hay alrededor.
—Usted a continuación mencionó sexo.
—Con el otro sería mejor, duraría más. Él no sentiría esa ansia por eyacular, no tendría que esforzarse tan bárbaramente. Es fatigoso para él a veces, justo cuando la mujer está por empezar su orgasmo él larga todo lo que tiene adentro. Pero después se siente pésimo. El otro tendría una verga de acero, no sentiría ningún ansia, no se le ablandaría nunca en medio de la acción. La bombearía al infinito, hasta hacerla gritar.
—Usted también mencionó el misterio, como otro elemento más.
—Él no está atado a ninguna rutina miserable. No trabaja en un empleo de mierda, no sale y entra a la misma hora cada día. No está cansado al fin del día, quejándose sobre sus carencias personales. Su imaginación es libre.
—Si ella lo prefiere porque no lo conoce, se decepcionará fácilmente en el momento de descubrir quién es.
—¿Por qué dice eso?
—Al llegar a conocer a alguien, esa persona se vuelve previsible, ¿o me equivoco?, tan previsible como usted lo es para ella.

viernes, 11 de agosto de 2017

029: susurro

El gesto desdeñoso y burlón con que frunce los labios, en un mohín que tiene mucho de adolescente descarada o tal vez de niñita consentida, el bailoteo breve y ondulante del cabello en el aire, cuando ella agita la cabeza y ríe, imágenes que retuvo y que preserva como las piezas únicas de un tesoro extraño, para acariciarse con ellas en la oscuridad de la alcoba, para hacerlas rimar una y mil veces en asociaciones infinitas. Y es un poco triste, hasta un tanto patético, y en cualquier caso terriblemente turbador, este sexo inexperto, torpe, solitario, que no conoce otro sexo, ni otra lengua ni otras manos, un sexo que no conoce sexo, ni mano, ni pezón, ni lengua, y que irrumpió entonces desolado, en acometidas dolorosas e inútiles, contra la dureza áspera de los pantalones, del mismo modo en que ahora, se restriega insistente contra la suavidad de las sábanas, mientras desciende cautelosa hacia las ingles la propia mano, y hunde más y más en la almohada un rostro cubierto de sudor, y gime muy bajito, entre los dientes apretados, en una cantilena interminable, el nombre de una mujer

miércoles, 9 de agosto de 2017

028: Cómo saber cómo es…

¿Cómo puedes conocer la verdadera naturaleza de la persona con la que estás cogiendo?

Su bolsillo. Si quieres saber si es generoso, fíjate en cómo se relaciona con el dinero. Sí, así de simple. Si sales a cenar y tu cita saca su calculadora de propinas, se pone los anteojos en la punta de su nariz y comienza a calcular (veamos, le llevó mucho tiempo traerme otra jarra de agua, eso le hace perder un punto del porcentaje. El mesero no sonrió, otro punto…), eso podría darte un indicio de cuán tacaño es. A menudo las personas hablan sobre lo amables y generosas que son, pero la verdad sale a la luz cuando hay que sacar la billetera.

Cuando hablamos de dinero, las personas bajan la guarda y se dejan ver como son en realidad. No pueden fingir. Pon atención a la manera en que manejan sus finanzas. ¿Son responsables, razonables y generosos, o son demasiado avaros? Este factor se evidenciará pronto en una relación.

Su vaso. Se refiere a cómo se comporta una persona cuando toma un poco más de alcohol de la cuenta. Al ponerse alegre, se revela la verdadera personalidad y podemos ver la esencia de quien nos acompaña. "Cuando entra el vino salen los secretos"
Después de uno o dos tragos, fíjate si la persona es alegre, divertida, seductora, malhumorada, inmadura, grosera… las personas exhiben algunos de sus rasgos de personalidad más importantes cuando la copa de Merlot está vacía.

Su enojo. Lo que dice y hace una persona cuando está enojada es un fuerte delator de quién es en realidad. La disculpa usual cuando alguien dice algo hiriente es: “No quise decir eso, lo dije en un momento de enojo”. Sí, claro. Si realmente no pensara lo que dijo entonces la idea no hubiera estado en su mente. Lo que dice la gente en los momentos de ira es una ventana a lo que tienen en el interior pero que no dicen durante tiempos tranquilos sino sólo cuando explotan.

La pasión, y aquí deberías prestar mucha atención a lo que hace que se le ilumine el rostro. ¿Cuándo se anima esta persona? ¿Qué es lo que le apasiona? Deportes, injusticia, éxito comercial, niños, sabiduría. Es muy fácil ver lo que le apasiona a una persona. ¿Se enciende con las cosas importantes o con la última comedia del cine?

[Mesero. ¿Cómo trata al mesero de un restaurante? Si la persona con la que estás saliendo de citas es considerada con quien supuestamente pertenece a un grupo socioeconómico inferior, entonces puedes ver que tiene la bondad y el respeto básico hacia todas las personas sin importar la posición que tengan. Si es amable contigo y con otras personas importantes de su vida, pero es irrespetuoso y brusco con personas como el mesero o el cajero, entonces tienes una seria señal de alerta respecto a la bondad básica de esta persona.]

Estas cuatro cosas te pueden permitir conocer más a fondo la esencia de la persona y la manera en que lidia con las situaciones cotidianas, lo cual nos lleva a un último punto que quiero mencionar: no pases todas tus citas en un café; estar allí no tiene nada que ver con la realidad.
Si te enrolas con alguien, tu vida no va a tratarse de conversar en cafés, dar largas caminatas por la playa o bailar en discotecas. Lleva a tu pareja a visitar a tu hermana que tiene un bebé resfriado, ponle el bebé en su falda y observa cómo reacciona. Pareciera estar pensando “mmm, este niño está ensuciando mis pantalones” o “qué lindo bebé, ¿alguien me alcanzaría una servilleta?”. Quieres ver a tu pareja en situaciones de la vida real y no en situaciones ficticias, porque el matrimonio no es una película fantasiosa de Hollywood.
Cuando salgas de citas, ten los ojos abiertos; espero que estas herramientas te ayuden en tu búsqueda y te faciliten la decisión cuando la química te traiga a tu alma gemela.

martes, 8 de agosto de 2017

027: la clica

Este martes 8 de agosto es el Día Mundial del Orgasmo Femenino. La efeméride se constituyó en 2006 en el pueblo brasileño de ESPARTINA, donde el concejal Arimateio Dantas decidió compensar con este día a su esposa por sus deudas sexuales. 

Está más que demostrado y experimentado que la función principal de la clica es generar placer a las mujeres y no hay que ser leído para saberlo.

Existen muchas partes del cuerpo de la mujer cuya estimulación podría dar lugar a orgasmos. Por ejemplo la estimulación de los pezones genera una reacción similar a la que se produce cuando se estimulan otras zonas erógenas 

Durante la época victoriana del siglo XIX las mujeres que tenían problemas ginecológicos, o incluso emocionales, eran diagnosticadas de algo conocido como histeria femenina.
Esta mal llamada enfermedad no tenía cura, pero podían paliarse sus síntomas a través de una serie de masajes en el clítoris

Hoy en día son más las mujeres que recurren al dedo en busca de relaciones más placenteras.

domingo, 6 de agosto de 2017

026: ‘INTERROGACIÓN’

Ya no creo en nada,
hasta dudo de ti;
siento desconfianza,
ya no creo ni en mí;
mi mente se ofusca
ya no sé qué decir,
me enloquecen los celos
que yo siento por ti.

Malditos sean los celos
que envenenan mi alma;
maldita sea la duda
que acabó mi ser;
la cruel incertidumbre
de tu amor me mata.

Me estoy volviendo loco
sin saber por qué.

Yo no sé por qué será
que no pierdo la razón;
será porque hay en tu amor
alguna interrogación.

Dime, dime la verdad,
desengáñame, mejor,
que yo prefiero un puñal,
a la duda de tu amor.


Julio Jaramillo (Guayaquil, 1935 - 1978) Conocido con los apodos de El Ruiseñor de América y Míster Juramento, Es considerado el mejor cantante ecuatoriano de todos los tiempos. Sus canciones, que hablan de amores y desencuentros, calaron profundamente en el público que se reflejaba en ellas. Las melodías que popularizó, entre las que cabe mencionar De cigarro en cigarro, Alma mía, Interrogación, Odio en la sangre, Te odio y te quiero, Carnaval de la vida o Cuando llora mi guitarra, todavía se escuchan en las radios de Latinoamérica.