- ¿Quieres tomar algo?
- No, gracias, sólo
puedo estar un momento. Tengo mucha prisa. No sabía si ibas a venir cuando nos
citamos por teléfono. Te ímaginaba más alta...
- Yo tampoco te
imaginaba así. Me sorprende que Alberto tenga gustos tan diferentes. ¿Quieres
fumar?
- No, no, gracias, no
fumo. Desde luego no nos parecemos mucho. Bueno, pues ya estoy aquí. Tú me
dirás para qué tienes tanto interés en verme.
- Creí que sería
importante que nos conociéramos y habláramos. A lo mejor me he equivocado, pero
pensé que sería bueno para las dos. Me has dicho antes por teléfono que sabías
desde hace tiempo lo mío y de Alberto...
- Sí. Desde hace más
de un año sé que mi marido te coge.
- Dicho así suena un
poco feo.
- No te asustes,
que no voy a hacerte ninguna escena.
- Me da la impresión
de que esta conversación no va a ser fácil...
- He venido porque me
muero de ganas de saber lo que tienes que decirme. Me imagino que no será que
me separe de él para quedártelo, porque tú estás casada...
- No, no. Yo estoy
bien así. Perdona que te sea franca, pero es verdad. No sé cómo, pero hemos
conseguido un difícil equilibrio entre los tres. Bueno, gracias a tu
comprensión, también es verdad. El caso es que ahora ha surgido un problema que
amenaza con romper nuestra situación. Hay otra.
- ¿Otra? ¿Qué Alberto
tiene otra para coger, aparte de ti?
- Sí, me he enterado
hace unos días. Es una nueva secretaria. Muy hermosa, soltera...
- Ah, pues de eso no
sabía nada. ¿Y por qué me lo dices?
- Porque quiero que me
ayudes a recuperarlo; vamos a que siga siendo para las dos, como antes. No sé
qué hacer... Contigo no tenía celos, la verdad. Eres su mujer... Pero ella...
- Esto sí que tiene
gracia. Lo siento, pero eso es cosa tuya. ¿Qué voy a hacer yo? Es normal que el
marido cambie a la amante de vez en cuando. Que tú me pidas que te ayude en eso
es un poco sorprendente, ¿no crees?
- Perdona, pero es que
a ti también te interesa. Sabes que lo mío con él no tiene futuro, que yo estoy
casada, que no iba a intentar quitártelo. Pero ella... es soltera, como te he
dicho. Pensé que a ti eso te preocuparía.
- Si te digo la
verdad, en este momento lo que haga mi marido o deje de hacer, me tiene sin
cuidado. Estoy perdidamente enamorada de otro, y cuanto más entretenido esté
Alberto y menos se ocupe de mí, mejor.
- No sabía que tú...
- ¿Creías que era la
pobre infeliz esposa que lloraba noche tras noche la ausencia del marido? Eso
pasó al principio. Y lo pasé muy mal. Pero luego reaccioné, y me decidí a
buscar. Y lo encontré. El hombre perfecto, el amante ideal, el ser
más dulce, amable y encantador que he conocido en mi vida: tu marido.
- ¿Hipolito?
- Sí, Hipolito.
- No me lo puedo
creer.
- Pues créetelo,
porque es verdad. Estoy con él desde hace unos cuantos meses. Alberto es muy
despistado y le he pillado montones de datos tuyos, así que no me fue difícil
conocer tu identidad. El resto fue fácil: buscar a tu marido y conquistarle.
Las mujeres podemos hacer esas cosas cuando queremos, ¿no? No es una venganza,
te lo aseguro. Bueno, al principio tal vez hubo algo de eso, pero luego ya no. Como
ves, no puedo ayudarte con lo de mi marido. Eso es cosa tuya. A mí ahora lo
único que me preocupa es conservar al tuyo.
- ¡Dios mío! ¿Y
Hipolito sabe lo mío con...?
- Sí. Lo sabe.
- ¿Por qué tuviste que
hacer una cosa así? ¡Qué desastre, Dios mío!
- Fuiste tú la que empezaste,
no yo. Y no te guardo rencor. Yo jugué al mismo juego. Eso es todo.
- ¿Y qué vamos a
hacer?
- Me imagino que
seguir viviendo, y no ponernos melodramáticas. Se trata sólo de ser tan
comprensivos cuando los otros nos engañan como lo somos cuando los que
engañamos somos nosotros. Yo quiero a mi marido y al tuyo, de forma diferente a
cada uno, y me he dado cuenta de que puedo estar así perfectamente, con los
dos... como tú estabas antes.
- ¿Y yo? ¿Qué voy a
hacer ahora?
- Francamente... eso
ya no me importa. Y perdona, me tengo que ir. Tengo hora en la peluquería.
Vamos hablando en plata, que en esta entrada, el que más y la que menos lucen una buena cornamenta; "donde las dan las toman", jajaja. Lo mejor es que acaben todos realizando una gran orgía y chingando más que los monos.
ResponderEliminarAbrazo Chaly
Con lo sencillas que son las cosas cuando hay un poco de capacidad de adaptación y lo complicadas que las hace la gente.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Me he reído, AUNQUE LA COSA NO TIENE GRACIA , PERO LE DAS UNA FLUIDEZ AL DIÁLOGO QUE ME ENCANTA.
ResponderEliminarEstas relaciones desparpajadas me asombran. Tres son muchos en una relación. Cuatro el horror.
ResponderEliminarBesos Chaly
Buenísimo! Donde las dan, las toman!
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