viernes, 11 de agosto de 2017
029: susurro
El
gesto desdeñoso y burlón con que frunce los labios, en un mohín que tiene mucho
de adolescente descarada o tal vez de niñita consentida, el bailoteo breve y ondulante
del cabello en el aire, cuando ella agita la cabeza y ríe, imágenes que retuvo
y que preserva como las piezas únicas de un tesoro extraño, para acariciarse
con ellas en la oscuridad de la alcoba, para hacerlas rimar una y mil veces en
asociaciones infinitas. Y es un poco triste, hasta un tanto patético, y en cualquier
caso terriblemente turbador, este sexo inexperto, torpe, solitario, que no
conoce otro sexo, ni otra lengua ni otras manos, un sexo que no conoce sexo, ni
mano, ni pezón, ni lengua, y que irrumpió entonces desolado, en acometidas dolorosas
e inútiles, contra la dureza áspera de los pantalones, del mismo modo en que
ahora, se restriega insistente contra la suavidad de las sábanas, mientras desciende
cautelosa hacia las ingles la propia mano, y hunde más y más en la almohada un
rostro cubierto de sudor, y gime muy bajito, entre los dientes apretados, en
una cantilena interminable, el nombre de una mujer
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡Pobre!
ResponderEliminarQué triste!
ResponderEliminarme acorde de alguien...
ResponderEliminar