domingo, 28 de febrero de 2016

561: Conoce las consecuencias negativas de la abstinencia sexual

Te cuento que el coger con frecuencia puede ayudarte a tener una mejor salud, previniendo el cáncer y los ataques al corazón; y además se reproducen más neuronas al tener una actividad constante; sin embargo, lo que te sucede cuando pasas largas temporadas sin coger es sorprendente.

La abstinencia o no empleo de tu almeja, puede revelar debilidades de personalidad, ya que, el ayuno puede aumentar el riesgo de depresión y empeorar la autoestima, y es que las féminas que pasan largos periodos sin chacachaca, tienden a dudar de su “eficacia sexual” y pueden sentir miedo de cara a la com-penetración.

En este sentido, Rosa Sanghas, prostituta y educadora de afectivo sexual, considera que “no tener orgasmos puede afectar el estado anímico, incluso a la autoestima”. Aunque reconoce que no a todas las presentes les afecta por igual, puesto que la experiencia y la forma de vivirla dependen de cada uno de ellas. Hay incluso mujeres qué renuncian al chacachaca para siempre. "Pero lo cierto es que la abstinencia no deseada puede tener un efecto visible en el día a día”, insiste.

Doña Rosa también han añadido que por lo general, los efectos de la abstinencia se dan sobre la percepción de nuestra imagen y autoestima, lo que nos puede llevar a descuidarnos, disminuir nuestra actividad física y hasta comer peor, descuidar la dieta y ver demasiada televisión, vinculándose así con la obesidad y sus enfermedades derivadas.

Así que ya lo sabes, si quieres ser feliz, sana e inteligente, ¡Ten chacachaca! ¿Necesitabas otra razón?

viernes, 26 de febrero de 2016

560: ¿Conoces este alimento benéfico para la salud femenina?

¿Por qué se dice que es un excelente alimento? Se ha demostrado que contiene múltiples vitaminas y sustancias que benefician al organismo. Cada porción sólo tiene 15 calorías y la misma cantidad de proteína que la clara de un huevo grande, además de vitamina C, calcio, magnesio, potasio, vitamina B12 y zinc.

Se asegura que previene el desarrollo de neoplasia, por la liberación de oxitocina y dihidroepiandrosterona.

Eleva la producción de hormonas relacionadas con el buen humor como la serotonina, cortisol, porlactina, oxitocina y melatonina.
Te ayuda a prevenir la depresión, ansiedad o reducir el estrés, debido al cortisol, melatonina, tirotropina y serotonina. Además el poder de retardar el envejecimiento, mejorar la salud cardiovascular y mantener un buen humor.

El olor y saber del semen suele ser muy característico, sin embargo, éste puede modificarse dependiendo de lo que el hombre coma. Es decir, si en su dieta incluye frutas como el kiwi, la sandía y la piña será más ligero; pero si consumen cerveza o café el sabor será fuerte y amargo; con la carne y pescado puede hacer que tenga un sabor a mantequilla; mientras que las frutas ácidas como los arándanos y las ciruelas pueden darle un sabor azucarado.

miércoles, 24 de febrero de 2016

559: Pero, además, había otras cosas que lo inquietaban: ¿en qué consiste exactamente el acto amoroso? ¿Y cuánto tiempo dura aquello? Dios mío, ¿cómo se puede hacer una cosa así sin estar preparado?

Luego se besaron, se acariciaron. Aquella situación duraba ya mucho tiempo y él pensó que era hora de desnudarla, pero como nunca lo había hecho, no sabía por dónde empezar. Se atrevió a insinuar tímidamente: «¿No deberíamos apagar la luz?»
Pero la chica le dijo: «No, no, por favor.» Él se quedó con la duda de si la chica no quería apagar la luz y no quería, por lo tanto, hacer el amor, o sí deseaba hacer el amor pero no a oscuras. Claro que se lo podía preguntar, pero le daba vergüenza expresar en voz alta sus pensamientos.
Luego volvió a acordarse de que a las once tenía que estar en casa y se esforzó por superar su timidez; desabrochó el primer botón femenino de su vida. Era el botón de una blusa blanca y lo desabrochó temeroso de lo que la chica pudiera decirle. No dijo nada. Siguió por lo tanto desabrochando, sacó la blusa fuera de la falda y finalmente le quitó la blusa por completo. Estaba ahora acostada sobre los almohadones, vestida sólo con el sujetador y la falda y lo curioso era que si hasta hacía un rato había estado besándolo apasionadamente, ahora, después de que le quitara la blusa, estaba como embelesada; permanecía inmóvil y con el pecho ligeramente hacia afuera, como el condenado a muerte que expone el pecho orgullosamente a los fusiles.
No podía hacer otra cosa más que seguir desnudándola: en un costado de la falda encontró la cremallera; pobrecillo, nada sabía del clip que sujeta la falda en la cintura y estuvo un buen rato intentando inútilmente que la falda pasara por las caderas; la muchacha, que sacaba el pecho contra el invisible pelotón de fusilamiento, no le ayudó, seguramente porque ni siquiera se dio cuenta de sus dificultades.
Finalmente logró desvestir a la estudiante por completo. Cuando la vio yacer sobre los almohadones, totalmente entregada, preparada para el instante planeado desde hacía tanto tiempo, comprendió que no tenía más remedio que desnudarse también él. Pero la lámpara lo iluminaba todo y le daba vergüenza desnudarse. Entonces se le ocurrió una idea salvadora: al lado del salón vio el dormitorio; allí no estaba encendida la luz; allí sería posible desnudarse en la oscuridad y taparse además con una manta.
«¿No sería mejor que fuéramos a la habitación?», preguntó tímidamente.
«¿Por qué a la habitación? ¿Para qué necesitas la habitación?», se rió la chica.
No sabemos por qué se rió. Fue una risa inútil, casual, producto de la timidez. Pero le hirió; tuvo miedo de haber dicho alguna tontería, de que su proposición de ir a la habitación hubiera puesto en evidencia su ridícula falta de experiencia. De repente se encontró completamente abandonado; se hallaba en una habitación ajena, bajo la luz inquisitiva de una lámpara que no podía apagar, con una mujer ajena que se reía de él.
Y en aquel momento supo que aquel día no haría el amor; se sentía ofendido y se sentó en el sofá sin decir palabra; aquello le daba lástima, pero también lo tranquilizaba; ya no estaba obligado a pensar en si apagar o no apagar la luz, en cómo hacer para desnudarse; y estaba contento de que no hubiera sido culpa suya; no debía haberse reído de aquella manera tan tonta.
— ¿Qué te pasa? —le preguntó.
—Nada —dijo y se dio cuenta de que si se hubiera puesto a explicar por qué motivo estaba ofendido, el ridículo habría sido aún mayor. Por eso se contuvo, la levantó del sofá y comenzó a contemplarla detenidamente (quería convertirse en el dueño de la situación y le pareció que el que contempla es dueño y señor del contemplado); después dijo—: Eres bonita.
La chica, levantada del sofá en que hasta ese momento había yacido en una espera tensa, pareció repentinamente liberada, volvió a ser conversadora y a sentirse segura de sí misma. No le importó que el chico la observara (quizá le pareció que el contemplado es dueño y señor del que contempla) y finalmente le preguntó:
— ¿Soy más bella desnuda o vestida?
Hay una serie de preguntas femeninas clásicas, con las que todo hombre se encuentra a lo largo de su vida; y la escuela debería preparar a los hombres para estos casos. Pero el muchacho, como todos nosotros, había ido a escuelas deficientes y no sabía qué contestar; intentó adivinar qué era lo que la chica deseaba oír; pero no estaba seguro: la chica aparecía vestida delante de la gente y según eso debería producirle satisfacción que le dijera que estaba más bonita vestida; pero por otra parte la desnudez es como un estado de veracidad corporal y de acuerdo con eso debía gustarle más que le dijera que era más bonita desnuda.
—Eres bonita desnuda y vestida —dijo, pero la joven no quedó nada satisfecha con ese tipo de respuesta. Paseaba por la habitación, se le mostraba y lo obligaba a que respondiera sin excusas—. Quiero saber cómo te gusto más.
Con estas precisiones la pregunta ya era más fácil de responder; como los demás sólo la conocían vestida, le había parecido poco cortés, un momento antes, decir que vestida era menos bonita que desnuda; pero si ahora le preguntaba su opinión subjetiva, podía decir sin temor que a él le gustaba más desnuda porque así le daba a entender que la amaba tal como era y que no le interesaba nada de lo que pudiera adornarla.
Parece que su respuesta no fue mala, porque la universitaria, cuando oyó que era más bonita desnuda, reaccionó muy positivamente, ya que no se vistió hasta que él se fue, lo besó muchas veces y cuando se iba (eran las once menos cuarto, mamá estará contenta), le susurró al oído junto a la puerta: «Hoy me he dado cuenta de que me quieres. Eres muy bueno. Me quieres de verdad. Sí, así todo ha sido mejor. Vamos a seguir guardando ese momento para un poco más tarde, vamos a seguir deseándolo otro poquito»
Milan Kundera

lunes, 22 de febrero de 2016

558: UN VIEJO QUE LEIA NOVELAS DE AMOR

La novela empezaba bien.
«Paul la besó ardorosamente en tanto el gondolero, cómplice de las aventuras de su amigo, simulaba mirar en otra dirección, y la góndola, provista de mullidos cojines, se deslizaba apaciblemente por los canales venecianos»
Leyó el pasaje varias veces, en voz alta.
¿Qué demonios serían las góndolas?
Se deslizaban por los canales. Debía tratarse de botes o canoas, y, en cuanto a Paul, quedaba claro que no se trataba de un tipo decente, ya que besaba «ardorosamente» a la niña en presencia de un amigo, y cómplice por añadidura.
Le gustó el comienzo.
Le pareció muy acertado que el autor definiera a los malos con claridad desde el principio. De esa manera se evitaban complicaciones y simpatías inmerecidas.
Y en cuanto a besar, ¿cómo decía? «Ardorosamente» ¿Cómo diablos se haría eso?
Recordó haber besado muy pocas veces a Dolores Encarnación. A lo mejor en una de esas contadas ocasiones lo hizo así, ardorosamente, como el Paul de la novela, pero sin saberlo. En todo caso, fueron muy pocos besos porque la mujer, o respondía con ataques de risa, o señalaba que podía ser pecado.
Besar ardorosamente. Besar. Recién descubrió que lo había hecho muy pocas veces y nada más que con su mujer, porque entre los shuar besar era una costumbre desconocida.
Entre hombres y mujeres existían las caricias, por todo el cuerpo, y no les importaba si había otras personas.
En el momento del amor tampoco besaban.
Las mujeres preferían sentarse encima del hombre argumentando que en esa posición sentían más el amor, y por lo tanto los anents que acompañaban el acto resultaban mucho más sentidos.
No. Los shuar no besaban.
Recordó también cómo, en una oportunidad, vio a un buscador de oro tumbando a una jíbara, una pobre mujer que deambulaba entre los colonos y los aventureros implorando por un buche de aguardiente. El que tuviera ganas la arrinconaba y la poseía. La pobre mujer, embrutecida por el alcohol, no se daba cuenta de lo que hacían con ella.
Esa vez, el aventurero la montó sobre la arena y le buscó la boca con la suya.
La mujer reaccionó como una bestia. Desmontó al hombre, le lanzó un puñado de arena a los ojos y se largó a vomitar con un asco indisimulable.
Si en eso consistía besar ardorosamente, entonces el Paul de la novela no era más que un puerco.
Al caer la hora de la siesta había leído y reflexionado unas cuatro páginas, y estaba molesto ante su incapacidad de imaginar Venecia con los rasgos adjudicados a otras ciudades también descubiertas en novelas.
Al parecer, en Venecia las calles estaban anegadas y, por eso, las gentes precisaban movilizarse en góndolas.
Las góndolas. La palabra «góndola» consiguió seducirlo finalmente, y pensó en llamar así a su canoa. La Góndola del Nangaritza
Libros de Luis Sepúlveda

domingo, 21 de febrero de 2016

557: Todo principio tiene un fin

El trabajo termina, el amor se acaba, la existencia llega a un fin, porque todo, tarde o temprano, concluye de manera definitiva. Todo en esta vida es temporal y la resistencia a hacer de estas cosas algo “eterno”, por lo general, nos ocasiona grandes frustraciones difíciles de superar.

Es sensato y sano emocionalmente saber poner punto final, cuando las cosas o los aspectos de la vida ya no dan más. Forzar a que estas situaciones sobrevivan, estando casi moribundas o ya muertas, es como llorar sobre la leche derramada.

NADA DURA PARA SIEMPRE, TODO TIENE UN FIN
Lo que sucede con las esferas mayores de la vida (sueños, intelecto, amor, etc.), también se ve reflejado en las esferas menores (bienes materiales, belleza, fama) que también tienen un final. Tanto lo grande como lo pequeño se acaba, porque todo en esta vida “es prestado” y tiene un fin.

“NADIE SABE LO QUE TIENE, HASTA QUE LO PIERDE”
Muchas veces nos quejamos y hasta renegamos de una persona o de algunas situaciones, hasta que estas personas dejan de estar cerca, o incluso mueren, o hasta que esas situaciones, en principio negativas, se vuelven mucho peores. Es la comparación lo que nos da una perspectiva real de aquello que nos hace padecer y sitúa la intensidad de nuestro sufrimiento en una escala.

Por ejemplo, cuando te quejas a todas horas de tu pareja y cuando vuelves a estar solo comienzas a valorar hasta el más mínimo detalle de esa persona. O cuando pasas de habitar una casa humilde y llena de calidez, a un lugar más bonito, pero sin esa atmósfera familiar. También cuando reniegas de una simple gripe, como si fuera una tragedia, hasta que enfermas de algo más grave y te das cuenta de que era una tontería.

Cuando todo comienza, la mayoría de las veces, tiene un halo de novedad y está lleno de promesas esperanzadoras. Pero con el paso del tiempo, comenzamos a ver más los defectos que las virtudes, tanto en los objetos, como en las personas y las situaciones. Así, cuando estas realidades terminan o desaparecen ocurre lo contrario: nos fijamos más las virtudes y minimizamos los defectos. Casi siempre esto ocurre cuando ya no hay nada qué hacer, cuando el fin se acerca.

EL GRAN MÉRITO DE ACEPTAR LAS COSAS COMO SON
En la medida en que aceptemos y asumamos que todo lo que comienza tiene que acabar, nos vamos a evitar más de un problema. No se trata de sumergirnos en la desesperanza, ni de caer en el cinismo. Se trata de saber que siempre hay momento en el que tendremos que decir adiós, poner fin y enfrentarnos a un duelo.

Saber vivir los duelos, nos permitirá cicatrizar las heridas que deja una pérdida. El evadirlos o vivirlos mal, deja la herida abierta e incluso la agranda y la infecta. Porque, como en el caso del amor, “un clavo no saca otro clavo”. Es decir, una persona no se reemplaza por otra, de la noche a la mañana. «Todas las deudas que dejemos sin saldar, se tienen que pagar en algún momento».

La pérdida y el duelo son una constante en nuestra vida. A lo largo de toda nuestra existencia vamos a tener que decir adiós muchas veces, a personas, situaciones u objetos amados. Todo es temporal, nada dura para siempre, ni siquiera nuestra propia vida. Todos lo sabemos y, aun así, diseñamos una y otra vez la misma fantasía de eternidad.

sábado, 20 de febrero de 2016

556: Cuatro maneras para acercarte al hombre que te gusta

¿Quién dice que las mujeres no deben dar el primer tranco? Gustavo experto en dating, te enseña cómo hacer para tomar la iniciativa y hacerle creer a él que fue cosa de dos.

MÍRALO DOS VECES. Un hombre no se te va a lanzar encima de ti solamente con que mires hacia donde él está. Necesitas hacer contacto visual más de una vez. Sólo así́ se sentirá́ seguro y dará́ el brinco.

USA INFORMACIÓN OBVIA. Por ejemplo, puedes decir “qué cachonda estoy”, aunque es evidente, pero su cerebro le va a decir que está bien si se dirige a ti. O si es en un bar y escuchas que empieza una canción, puedes mencionar: “¡Me encanta!”, y así́ le darás luz verde para acercarse.

LAS PALABRAS MÁGICAS. Acércate y pregúntale si le puedes pedir su opinión en algo. Eso los hace sentirse importantes. Sigue con un “es que mis amigas y yo queremos ir a un buen bulín por aquí́, ¿conoces alguno?” Cuando ya estén hablando sobre sitios cool, ni se percatará de que tú tomaste la iniciativa.

HAZLE UN CUMPLIDO ESPONTÁNEO. “Tus pies y tus orejas señalan que tienes un buen pistolón”

Y así́ es como se inicia una conversación de la nada.

viernes, 19 de febrero de 2016

555: La inutilidad de ser brillante

—Quintín es uno de los mujeriegos más importantes que he conocido. Una vez asistí a una fiesta en la que estaban los dos, Daniel y él. No se conocían. Se encontraron por pura casualidad en el mismo salón atiborrado de gente y Daniel probablemente ni se había percatado de la presencia de mi amigo. Había allí mujeres muy bellas, y Daniel andaba loco. Haría lo imposible para que ellas se interesaran por él. Y aquella noche estuvo brillante como nunca.
— ¿Provocador?
—Todo lo contrario. Incluso sus bromas siempre son moralistas, optimistas, correctas, pero las envuelve en una enrevesada elegancia y las enreda de tal manera que resultan tan difíciles de entender que, aunque llamen la atención, no provocan reacción inmediata alguna. Hay que esperar tres o cuatro segundos hasta que él mismo se eche a reír, luego esperar unos segundos más a que los demás entiendan lo que ha querido decir y se unan educadamente a él. Y, cuando todo el mundo se suma a las risas, te ruego que aprecies ese refinamiento, él se pone serio otra vez; como desinteresado, de vuelta de todo, observa a la gente y, secreta, vanidosamente, se deleita con esa risa.
La actitud de Quintín es radicalmente distinta. No es que sea silencioso. Pero, cuando está rodeado de gente, habla siempre con un hilo de voz que silba más que habla, aunque nada de lo que dice llama la atención. No te rías. «No es fácil hablar sin llamar la atención» Estar siempre presente gracias a la palabra y no obstante permanecer inoído, ¡eso requiere virtuosismo!
—El sentido de semejante virtuosismo se me escapa.
—El silencio llama la atención. Puede impresionar. Darte un aire enigmático. O sospechoso. Y eso es precisamente lo que Quintín quiere evitar. Como durante la fiesta de la que te hablo. Había una mujer muy hermosa que fascinaba a Daniel. De vez en cuando, Quintín se dirigía a ella con un comentario del todo trivial, sin interés, nulo, pero tanto más agradable por cuanto no exigía respuesta inteligente alguna, ninguna agudeza. Al cabo de un rato, compruebo que Quintín ya no está. Intrigado, me pongo a observar a la mujer. Daniel suelta una de sus frases ingeniosas, sigue el silencio de unos cinco segundos, luego suelta una carcajada y, tras otros tres segundos, los demás le imitan. En este instante, protegida por la cortina de la risa, la mujer se aleja hacia la salida. Daniel, adulado por el eco que sus palabras han provocado, sigue con sus exhibiciones verbales. Algo más tarde, se da cuenta de que la hermosa mujer ya no está. Y no puede explicarse su desaparición porque lo ignora todo de la existencia de un tal Quintín. No ha entendido nada, y aún hoy no entiende nada acerca del valor de la insignificancia. Ésta es mi respuesta a tu pregunta acerca del tipo de tontería que define a Daniel.
—La inutilidad de ser brillante. Sí, lo entiendo.
—Es algo más que inutilidad. La nocividad. Cuando un tipo brillante intenta seducir a una mujer, ésta tiene la impresión de entrar en una competición. Ella también se siente obligada a deslumbrar. A no entregarse sin resistencia. Mientras que la insignificancia la libera. La descarga de precauciones.
No exige ninguna agudeza. La despreocupa y, por tanto, la hace más fácilmente accesible. Pero dejémoslo.
Con Daniel no tratarás con un ser insignificante, sino con un Narciso. Y cuidado con el sentido exacto de esa palabra: un Narciso no es un orgulloso. El orgulloso desprecia a los demás. Los subestima. El Narciso los sobrestima porque observa su propia imagen en los ojos de los demás y desea embellecerla. De modo que cuida muy amablemente todos esos espejos. Eso es lo que cuenta para vosotros: Daniel es amable. Para mí, por supuesto, es ante todo un esnob.

jueves, 18 de febrero de 2016

554: Amor sindicalizado

--- Hola, Sofía. Gracias por recibirme.
--- ¿Estás bien? Estas escaleras son un poco...
--- Eh... No... Esto... ¡Ah! Que... ¿Puedo...?
--- Sí, sí, pasa...
--- ¿Quieres un vaso de agua?
--- No, no, estoy... bien.
--- Te pongo uno...
--- Gracias.
--- Bueno, ¿qué quieres?
--- Pues he venido para... ¿Podemos hablarlo a solas?
--- Lo que tengas que decir puedo oírlo perfectamente.
--- ¿Quién eres tú?
--- Es Pancracio, mi novio.
--- ¿Ah, sí? Anda, qué casualidad.
--- Qué casualidad ¿qué?
--- Manuchito, ya sé lo que me vas a decir, pero no puedo hacerlo. No es que no me preocupe lo que estamos haciendo. Pero esto es una cuestión de principios.
--- Si yo te entiendo, pero si pudieras hacer una excepción...
--- ¿No le has oído? Te ha dicho que no va a trabajar en domingo...
--- Mira, Pancracio, éste es un asunto muy delicado.
--- Siempre es delicado, ¿no? Siempre es "es sólo esta vez", "es una excepción"... Es un abuso. Sólo eso. Se llama explotación.
--- ¿Pero qué?
--- Que me parece increíble que un tipo como tú, que dice ser de izquierdas, esté de acuerdo con esto.
--- Perdón, perdón, pero creo que no sabes de qué estamos hablando aquí.
--- Pancracio sabe en qué estoy trabajando...
--- Pero eso ¿puedes contárselo?
--- Hombre, está claro a qué has venido. Ni que fuera tan imbécil como para no adivinarlo.
--- Está bien. Vamos a olvidar que te has saltado todas las normas contándole a tu novio todo... Te vienes conmigo. Sólo falta rematar un asuntillo... Te prometo que en dos horas vuelves y puedes pasar el domingo con tu novio.
--- Estaba tardando. Ahora con el chantaje. Si es que todos sois iguales.
--- ¡Que no es chantaje! Sólo digo que hoy tenemos que terminar y no queda nada. Que podéis ir a tomar el aperitivo, al cine o lo que queráis luego. Es sólo un rato.
--- ¿Nos estás haciendo el plan del domingo? A lo mejor lo que queremos hacer es quedarnos en casa tocándonos las narices.
--- Sofía, por favor. Creía que estabas más implicada en esto.
--- Estoy implicada. Ya lo sabes. Esto no tiene nada que ver.
--- Caramba, Sofía, tenías que ponerte sindicalista justo hoy...
--- Tú no sabes los problemas que tengo yo con mi familia. Si cedo en esto... Tú deberías entenderme mejor que nadie en ese tema.
--- Lo puedo entender pero qué quieres que te diga.
--- Oye, ya vale. Ya te ha dicho que hoy no trabaja. Os esperáis a mañana y punto.

martes, 16 de febrero de 2016

553: Sexo anónimo

Les cuento que estos días de asueto, tuve una experiencia de peli. Un amigo de épocas pretéritas se me aparece un día y de sopetón me dice: sígueme y yo lo seguí. En estos mundos existen sociedades humanitarias tales como alcohólicos anónimos, drogadictos anónimos y mi amigo me llevó a Sexo anónimo. Conocedor de mis apetitos y cómo socio-fundador hizo posible mi admisión en dicho organismo anónimo con solo indicar que su pupilo goza de un buen apetito.

De repente me encontré en un salón donde habían tantas féminas como varones y todos (incluido el que habla) cubierta con una capucha la cabeza lo que hacían imposible vislumbrar la catadura de los presentes. En vista qué todos eran anónimos podían hablar libremente de sus fantasías y de sus experiencias, fue una sesión de aprendizaje, nunca hubiera sospechado que las féminas fueran las que llevarán la batuta.

Una vez terminada la sesión terapéutica, nos trasladaron a servirnos un aperitivo que consistía en una copa descomunal de cuba libre, cabe recalcar que para entrar a servirse el aperitivo era preciso estar completamente calato.

Finalizado el ágape, las féminas a una indicación del director de maniobras comenzaron a elegir pareja e incrustarse en cómodos dormitorios distribuidos al azar alrededor del salón aperital. A mí me eligió una flacuchenta que no tenía nada, ni por delante ni por atrás, pero, en su perorata fue la que más me impresiono por su sed de piruetas y cabriolas de cómo le gustaría que le hagan el amor.
Esto nos muestra que muchos cornudos no conocen el tesoro que tienen en casa.

lunes, 15 de febrero de 2016

552: Como decir por qué no estuve

--- ¿Qué estas escribiendo?
--- Sexo anónimo
--- No, no, ¡borra eso! Lo que tienes que escribir es justificar tu abandono sin decir ya vuelvo
--- ¿Y cómo lo hago?
--- Tienes que escribir medias verdades
--- ¿Medias verdades?
--- ¡Sí! Eso significa que algo es verdad con algo de mentira, ¿o crees tú que lo que lees en los blog es verdad cristalina? No señor, para que algo suene a verdad tiene que ir acompañado de mentiras. ¿Recuerdas cuando escribiste que te cogiste a una muchachuela? El comentario de un lector fue, sueños de borracho
--- No dijo eso
--- Bueno, dijo algo parecido. Si tú en vez de escribir muchacha, escribes treintañera, ellos lo aceptaran, pero al escribir muchacha, ellos miran tu fotografía y no lo creen. Por ejemplo podrías escribir: me la cogí a la abuela de Susana.
--- ¡Pero eso es verdad! Y no es una media verdad
--- ¡Ya! Cambia Susana por Gabriela
--- También eso es verdad
--- ¿Te estas especializando en viejas?
--- ¡No! Son sorpresas en la vida de un hombre abandonado
--- Volvamos al tema en cuestión, escribe esto: En razón de la caída de un meteorito causando la muerte del 50% de los burócratas me vi obli…
--- ¿¡Cayó un meteorito!?
--- gado a interrumpir mi presencia en sus pantallas deleitándolas con mis experiencias sexuales y mis sabios consejos para hacer más llevadera su vida al lado de un esposo que no las comprende ni acepta sus fantasías, pero hoy vuelvo con más ganas de satisfacerlas, ya que…
--- ¡No! No, esas no son medias verdades, solo me estas dictando mentiras, la media verdad sería más o menos así: amigas mías de un momento a otro y sin que medien circunstancias propias el icono me dijo chau conexión, mis amigos de la CIA me informaron que no me preocupe y que el momento menos pensado el icono diría okey y hoy heme frente a ustedes, con más ganas que nunca.

lunes, 1 de febrero de 2016

551: ¿CUÁL ES TU DOSIS PERFECTA DE SEXO PARA ESTAR SANO Y FELIZ?

DOSIS: 1 VEZ A LA SEMANA, PARA QUITARTE EL ESTRÉS. Una única dosis de sexo a la semana liberará una cantidad efectiva de la hormona anti estrés, la oxitocina.

DOSIS: 2 VECES A LA SEMANA, PARA BLINDAR TU CORAZÓN. Además de placentera, esta costumbre es la más saludable. Tener sexo dos veces a la semana reduce el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.

DOSIS: 3 VECES A LA SEMANA, PARA OLVIDARTE DEL PAÑUELO. Tres dosis de sexo a la semana refuerzan el sistema inmunitario, aumentando su capacidad para combatir una enfermedad en un 30 por ciento, mejora considerablemente la producción de inmunoglobulina A, los anticuerpos que ayudan a luchar contra el catarro y la gripe.

DOSIS: 4 VECES A LA SEMANA, PARA COMBATIR LA DISFUNCIÓN ERÉCTIL. La práctica lleva a la perfección.

DOSIS: 5 VECES A LA SEMANA, PARA REJUVENECER. Como se suele decir: eres más viejo cuanto menos estás con una mujer. O, siendo precisos, la gente que tiene sexo más de cuatro veces a la semana aparenta tener 12 años menos.

DOSIS: 6 VECES A LA SEMANA, PARA PERDER PESO. Si se mantienen estas dosis durante un año te desharás de 6 kg. Por no hablar de lo contento que irás por la vida.

DOSIS: 7 VECES A LA SEMANA, PARA EVITAR EL CÁNCER. Los hombres que eyaculan siete veces a la semana reducen un 33 por ciento el riesgo de padecer cáncer de próstata. Éste es el tipo de tratamiento que estabas esperando.