viernes, 19 de febrero de 2016

555: La inutilidad de ser brillante

—Quintín es uno de los mujeriegos más importantes que he conocido. Una vez asistí a una fiesta en la que estaban los dos, Daniel y él. No se conocían. Se encontraron por pura casualidad en el mismo salón atiborrado de gente y Daniel probablemente ni se había percatado de la presencia de mi amigo. Había allí mujeres muy bellas, y Daniel andaba loco. Haría lo imposible para que ellas se interesaran por él. Y aquella noche estuvo brillante como nunca.
— ¿Provocador?
—Todo lo contrario. Incluso sus bromas siempre son moralistas, optimistas, correctas, pero las envuelve en una enrevesada elegancia y las enreda de tal manera que resultan tan difíciles de entender que, aunque llamen la atención, no provocan reacción inmediata alguna. Hay que esperar tres o cuatro segundos hasta que él mismo se eche a reír, luego esperar unos segundos más a que los demás entiendan lo que ha querido decir y se unan educadamente a él. Y, cuando todo el mundo se suma a las risas, te ruego que aprecies ese refinamiento, él se pone serio otra vez; como desinteresado, de vuelta de todo, observa a la gente y, secreta, vanidosamente, se deleita con esa risa.
La actitud de Quintín es radicalmente distinta. No es que sea silencioso. Pero, cuando está rodeado de gente, habla siempre con un hilo de voz que silba más que habla, aunque nada de lo que dice llama la atención. No te rías. «No es fácil hablar sin llamar la atención» Estar siempre presente gracias a la palabra y no obstante permanecer inoído, ¡eso requiere virtuosismo!
—El sentido de semejante virtuosismo se me escapa.
—El silencio llama la atención. Puede impresionar. Darte un aire enigmático. O sospechoso. Y eso es precisamente lo que Quintín quiere evitar. Como durante la fiesta de la que te hablo. Había una mujer muy hermosa que fascinaba a Daniel. De vez en cuando, Quintín se dirigía a ella con un comentario del todo trivial, sin interés, nulo, pero tanto más agradable por cuanto no exigía respuesta inteligente alguna, ninguna agudeza. Al cabo de un rato, compruebo que Quintín ya no está. Intrigado, me pongo a observar a la mujer. Daniel suelta una de sus frases ingeniosas, sigue el silencio de unos cinco segundos, luego suelta una carcajada y, tras otros tres segundos, los demás le imitan. En este instante, protegida por la cortina de la risa, la mujer se aleja hacia la salida. Daniel, adulado por el eco que sus palabras han provocado, sigue con sus exhibiciones verbales. Algo más tarde, se da cuenta de que la hermosa mujer ya no está. Y no puede explicarse su desaparición porque lo ignora todo de la existencia de un tal Quintín. No ha entendido nada, y aún hoy no entiende nada acerca del valor de la insignificancia. Ésta es mi respuesta a tu pregunta acerca del tipo de tontería que define a Daniel.
—La inutilidad de ser brillante. Sí, lo entiendo.
—Es algo más que inutilidad. La nocividad. Cuando un tipo brillante intenta seducir a una mujer, ésta tiene la impresión de entrar en una competición. Ella también se siente obligada a deslumbrar. A no entregarse sin resistencia. Mientras que la insignificancia la libera. La descarga de precauciones.
No exige ninguna agudeza. La despreocupa y, por tanto, la hace más fácilmente accesible. Pero dejémoslo.
Con Daniel no tratarás con un ser insignificante, sino con un Narciso. Y cuidado con el sentido exacto de esa palabra: un Narciso no es un orgulloso. El orgulloso desprecia a los demás. Los subestima. El Narciso los sobrestima porque observa su propia imagen en los ojos de los demás y desea embellecerla. De modo que cuida muy amablemente todos esos espejos. Eso es lo que cuenta para vosotros: Daniel es amable. Para mí, por supuesto, es ante todo un esnob.

5 comentarios:

  1. Me gusta ese título y lo que dices, aunque no creo en que sea inútil para nada.

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  2. Igual uno por otro y entre los dos no se comen ni una rosca. Yo creo que lo mejor es ser uno natural, y comportarse de la misma forma, que cuando está uno en su casa comiéndose un plato de garbanzos. Quien quiera aparentar lo que no es, yo creo que ni liga ni triunfa, ya que las mujeres son mucho más listas que nosotros, y enseguida se dan cuenta del pie que cojeamos.

    Abrazo Chaly

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  3. El amor nos hace brillar
    lo demás puro placebo
    nada por dentro nada por fuera
    o si lo prefieres agua de borrajas
    ...........
    Respuesta:
    pd no es un juguetito jajajaja... tremendo tamaño Chaly ¡¡¡ jajaja

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  4. Me resultaría cansadísimo fingir lo que no soy.

    Saludos.

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  5. Ser lo que no se es para al final seguir siendo el mismo. Qué tedio.

    Besos

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