El trabajo termina, el amor se acaba, la existencia llega a un fin, porque todo, tarde o temprano, concluye de manera definitiva. Todo en esta vida es temporal y la resistencia a hacer de estas cosas algo “eterno”, por lo general, nos ocasiona grandes frustraciones difíciles de superar.
Es sensato y sano emocionalmente saber poner punto final, cuando las cosas o los aspectos de la vida ya no dan más. Forzar a que estas situaciones sobrevivan, estando casi moribundas o ya muertas, es como llorar sobre la leche derramada.
NADA DURA PARA SIEMPRE, TODO TIENE UN FIN
Lo que sucede con las esferas mayores de la vida (sueños, intelecto, amor, etc.), también se ve reflejado en las esferas menores (bienes materiales, belleza, fama) que también tienen un final. Tanto lo grande como lo pequeño se acaba, porque todo en esta vida “es prestado” y tiene un fin.
“NADIE SABE LO QUE TIENE, HASTA QUE LO PIERDE”
Muchas veces nos quejamos y hasta renegamos de una persona o de algunas situaciones, hasta que estas personas dejan de estar cerca, o incluso mueren, o hasta que esas situaciones, en principio negativas, se vuelven mucho peores. Es la comparación lo que nos da una perspectiva real de aquello que nos hace padecer y sitúa la intensidad de nuestro sufrimiento en una escala.
Por ejemplo, cuando te quejas a todas horas de tu pareja y cuando vuelves a estar solo comienzas a valorar hasta el más mínimo detalle de esa persona. O cuando pasas de habitar una casa humilde y llena de calidez, a un lugar más bonito, pero sin esa atmósfera familiar. También cuando reniegas de una simple gripe, como si fuera una tragedia, hasta que enfermas de algo más grave y te das cuenta de que era una tontería.
Cuando todo comienza, la mayoría de las veces, tiene un halo de novedad y está lleno de promesas esperanzadoras. Pero con el paso del tiempo, comenzamos a ver más los defectos que las virtudes, tanto en los objetos, como en las personas y las situaciones. Así, cuando estas realidades terminan o desaparecen ocurre lo contrario: nos fijamos más las virtudes y minimizamos los defectos. Casi siempre esto ocurre cuando ya no hay nada qué hacer, cuando el fin se acerca.
EL GRAN MÉRITO DE ACEPTAR LAS COSAS COMO SON
En la medida en que aceptemos y asumamos que todo lo que comienza tiene que acabar, nos vamos a evitar más de un problema. No se trata de sumergirnos en la desesperanza, ni de caer en el cinismo. Se trata de saber que siempre hay momento en el que tendremos que decir adiós, poner fin y enfrentarnos a un duelo.
Saber vivir los duelos, nos permitirá cicatrizar las heridas que deja una pérdida. El evadirlos o vivirlos mal, deja la herida abierta e incluso la agranda y la infecta. Porque, como en el caso del amor, “un clavo no saca otro clavo”. Es decir, una persona no se reemplaza por otra, de la noche a la mañana. «Todas las deudas que dejemos sin saldar, se tienen que pagar en algún momento».
La pérdida y el duelo son una constante en nuestra vida. A lo largo de toda nuestra existencia vamos a tener que decir adiós muchas veces, a personas, situaciones u objetos amados. Todo es temporal, nada dura para siempre, ni siquiera nuestra propia vida. Todos lo sabemos y, aun así, diseñamos una y otra vez la misma fantasía de eternidad.
Palabras muy sabias las de hoy como las que que me hacen recordaste en las mañanas: no pienses en que no puedes caminar, piensa en otra cosa. Se sucede el milagro logrando dar dos-tres pasos en lo que vuelvo a caer en que no puedo caminar. Y vuelta a pensar en que si puedo.
ResponderEliminarLuego me desarmas diciendo que siempre estarás ahí esperándome. Gracias Chaly, de verdad muchas gracias porque nada te obliga estar ahí y sin embargo eliges quedarte.
Un abrazo que dure lo que tenga que durar..
La verdad es que muchas veces nos quejamos por vicio. Hasta que no ocurre algo realmente grave no te das cuenta de lo bien que estabas.
ResponderEliminarUn abrazo.
soñar nos plancha las arrugas del alma Chaly
ResponderEliminary cuando despertamos de nuevo salen y cada vez más difíciles de disimular
Todo lo que tiene un comienzo tiene un final. Pero el ser humano se empeña en, como tu bien dices, su fantasía de eternidad. Hasta que llega un día en que se acaba, y entonces nunca estamos preparados...
ResponderEliminarBesos.
A todo esto no hay frase que lo refute.
ResponderEliminarConformarte con lo que tienes ayuda a ser feliz.
ResponderEliminarUn poco de luto y después a empezar de nuevo, recorriendo otros caminos y experiencias.
ResponderEliminarBesos, Chaly.
Sabias palabras.
ResponderEliminarBesos.
Yo creo que para lo malo no estamos nunca preparados, y me parece que lo mejor es no estarlo ni pensarlo. Siempre he dicho, que lo bueno hay que currárselo, pero los trances malos, ya se te presentan solos y sin llamarlos.
ResponderEliminarAbrazo Chaly.