He leído con atención, algunas entradas en las cuales ensalzan al primer amor, ello me llevó a buscar en la memoria de mis amigos y comprobar: ¿Con quién? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿En dónde disfrute del mismo?
¿Sería acaso esa niña que me mostraba su pecho plano, mientras nos bañábamos desnudos en el río Acero? O quizás ¿esa otra niña blonda de ojos azules que la amarré al Tótem y en el interludio le robaba un beso y le amasaba los limoncitos? O esa niña de los zapatitos, calcetines, calzones y vestido rojo a la cual le cantaba “solo tú” ahora usted se preguntará ¿Dónde se vio a un niño cantando boleros? La respuesta es sencilla: mi progenitor, él las cantaba en las serenatas que llevaba a mi madre (después me entere que no era la única que recibía esas canciones) o ¿será la hermana de Gustavo que me obligaba a darle masajitos en los muslos y su barriguita bajo el pretexto que le dolían?
Ahora no creo que en esta retrospectiva deban entrar todas aquellas niñeras que me incitaban a prácticas extrañas. También de este peritaje aparto a las cocineras de tío Hugo, que iniciaron mis nociones de anatomía. Dejando de lado, también a las amigas de mamá y las primas de papá que sembraron sus simientes de marañas.
Como ven, hasta el momento parece que no apareció el primer amor. Me viene a la mente la croata que se burló de un amigo yéndose conmigo y el día menos indeliberado se burló de mí marchándose con otro, en el entreacto podría decir que está manoseó por un pelo la cresta del embrollo.
Ahora si nos ponemos a merodear me percibo que el primer amor podríamos desenterrarlo utilizando el método de las “ideas de los contrarios” Las que contribuyen a diferenciar el placer del dolor, la alegría de la tristeza, el dominio de la sumisión, transgrediendo los límites del yo consciente, más allá de las fases “equivalente” y “paradójica”
1. ¿En algún momento pensamos en ella?
2. ¿Ella nos trae evocaciones sublimes?
3. Recuerdos agraciados cuando ella costeaba las cuentas
4. Ella tenía o parecía tener un rostro trivial
5. Ella tenía o parecía tener un cuerpo aguantable
6. ¡Ella era inteligente!
7. ¿Ella significaba alguna cosa para mí?
8. ¿Ella era alguna fuente para mí?
9. ¿Y?
10. ¿Qué habría acaecido si continuaba con ella?
11. ¿Cómo hubiera sido nuestro idilio?
12. ¿Dónde la conocí?
13. Y yo ¿qué hacía en ese lugar de mierda?
14. Y pensándolo bien no era tan inteligente
15. Y tampoco atractiva, pero tenía buen carácter
16. Bueno, hasta que se enojaba, ahí se volvía una maldita
17. Siempre que nos topamos me sonríe con tristeza
18. ¿Por qué será que siempre está entristecida?
19. ¡Debe ser una amargada de mierda!
20. ¡Y qué hijos caricaturescos que tiene!
21. ¿Y cómo se casó con ese?
22. Definitivamente no tiene buen gusto
23. Y esos colores y modelos que viste
24. ¡Definitivamente no sabe maquillarse!
25. Pensándolo bien creo que siempre vistió estrafalariamente
26. ¿En que estaba cavilando cuando me arregle con ella?
27. ¿Sería por las pulcras ofrendas que me hacía?
28. ¡Ni me acuerdo porque termine con ella!
29. ¿Al día siguiente me arregle con otra?
30. ¿Quién era la otra?
31. ¿Por qué siempre las confundo?
32. ¿Por qué será que nunca me acuerdo de sus nombres?
Lamentablemente y con la mente adolorida de mis inseparables debo exteriorizar que no encontramos a mi primer amor, habiendo recorrido todo el abecedario (tres veces para no errar), encabezando con Abelarda y finalizando en Zulema, donde tuvimos algunos problemas lingüísticos fue con Wilfrígida pues unos le decían Will y otros Frígida, pero ninguna de las tres traspusieron la frontera.
Gustavo me instruye, diciéndome que todos los que toparon el primer amor, es lógico que también fenezcan en el último y que mi caso en un asunto que escapa del Principio de Pavlov y que yo siempre viviré buscando el primer amor hasta el momento que eclipse la erección final.
No contento con las explicaciones y consolativos de Gustavo indague en libros esotéricos, el porqué algunos jamás tuvieron el primer amor y las respuestas cabalísticas indicaron que posiblemente el imperfecto tenía puesta su atención en otros asuntos a los cuales les daba más importancia que a un miserable y lacrimoso romance juvenil.
jueves, 28 de octubre de 2010
jueves, 21 de octubre de 2010
60: Precepto tauromáquico
No sea usted de esos hombres de la calle que le doran la pildora a encantadoras mujeres hablando mal de otros hombres de la calle.
Son aquellos, que le dicen a la pareja del otro:
* Yo por usted me mataría trabajando;
* Nunca la dejaría sola;
* No sé, como usted le perdona sus infidelidades;
* ¿Sabía usted que él es casado?;
* Dicen que tiene tres hijos.
Y un montón más de verdades, despertando e incitando ideas de revancha y ellos se ofrecen para coronar al infidelísimo.
Usted hombre bien plantado de 1.60 no necesita utilizar esas malas artes, su apostura, su perfección, su caminar tigresco, su retozo y esa pelambrera que no acepta peine lo dicen todo.
Usted con solo mirarla la conquista (no necesita ni siquiera guiñar), reitero usted no necesita platicar, su peculiaridad lo dice todo y una mujer inteligente sabra fehacientemente reconocerlo.
Son aquellos, que le dicen a la pareja del otro:
* Yo por usted me mataría trabajando;
* Nunca la dejaría sola;
* No sé, como usted le perdona sus infidelidades;
* ¿Sabía usted que él es casado?;
* Dicen que tiene tres hijos.
Y un montón más de verdades, despertando e incitando ideas de revancha y ellos se ofrecen para coronar al infidelísimo.
Usted hombre bien plantado de 1.60 no necesita utilizar esas malas artes, su apostura, su perfección, su caminar tigresco, su retozo y esa pelambrera que no acepta peine lo dicen todo.
Usted con solo mirarla la conquista (no necesita ni siquiera guiñar), reitero usted no necesita platicar, su peculiaridad lo dice todo y una mujer inteligente sabra fehacientemente reconocerlo.
miércoles, 13 de octubre de 2010
59: La sordina del ingenuo
Posiblemente el mutismo guardado por varios días estimuló pretensiones garrafales en ustedes por ojear mis mamotretos llenos de improvisación sapiencial. Llenándolos de una angustia en su tórax e inexplicablemente rebuscaron en el mundo estéreo en busca del susodicho que ni decóa pio y tampoco podian leer los disparatados comentarios que generalmente el susodicho arrebatado hace en sus blogs.
Más en la vida color rosa de un soñador a veces surgen cumbres borrascosas donde las brumas tergiversan el tajo y la hacen difusa y crean meandros en la psiquis: cortocircuitos los cuales se exteriorizan con chisporroteos y olores rancios a gomita usada.
Les debo una explicación y aunque el buen gusto me indica que no debo descubrirlo porque la misma se reviste y me desviste (y si no me viste es que nunca me conociste) mostrando mis desnudeces mentales y sicosomáticas del entrevero que ocasionó Ella cuando toda sonrisa apareció en el vano de la puerta.
Desde ese momento quede estático y lo único que pude dibujar en mi faz (fuera de la embocadura simpática) una mimica de compromiso (que no se enreda a nada)y ella dentró de nuevo en mi vida mostrando unos suvenires(*) que obtuvo en su periplo lejos de mi vida.
Como ustedes pueden comprender mo mente quedo casi en blanco y no pude dedicarme a ustedes (ni a ellas), pues mi cacumen solo trabajaba en mensajes subliminales con el único y plausible objetivo a corto plazo: el de librarme de ella.
Perp ya lo dice esa canción que tras el chaparrón siempre asoma su hocico en calma y asi sucedió finalmente y asi tan fugaz como surgió, se esfumó y lo hizo de la misma manera que la vez anterior: cargándose unos quintos que tenía atesorado para mis ociosidades de fin de año.
¿Pero a quien le preocupa unos milloncitos de pesos devaluados? ¿No es acaso que lo que vale es el fin si uno tiene los medios?
Por lo tanto, lo mismo que ustedes, podemos jadear calmosos y ya que la ecuanimidad se ha enclavado cómodamente en mi vida, podré darme un descanso merecido. Y para mi, al igual que para ustedes, solo reposamos, garrapateando cuartillas inmaculadas.
Como corolario, podemos afirmar que sólo seremos felices si mos libramos de los amores del ayer, aunque nos cueste un poco de dinero. Finalmente y solo en este caso, acá se cumple eso, que el peculio hace radiante al hombre.
(*) Un morochito de cinco años y una rubicunda de dos.
Más en la vida color rosa de un soñador a veces surgen cumbres borrascosas donde las brumas tergiversan el tajo y la hacen difusa y crean meandros en la psiquis: cortocircuitos los cuales se exteriorizan con chisporroteos y olores rancios a gomita usada.
Les debo una explicación y aunque el buen gusto me indica que no debo descubrirlo porque la misma se reviste y me desviste (y si no me viste es que nunca me conociste) mostrando mis desnudeces mentales y sicosomáticas del entrevero que ocasionó Ella cuando toda sonrisa apareció en el vano de la puerta.
Desde ese momento quede estático y lo único que pude dibujar en mi faz (fuera de la embocadura simpática) una mimica de compromiso (que no se enreda a nada)y ella dentró de nuevo en mi vida mostrando unos suvenires(*) que obtuvo en su periplo lejos de mi vida.
Como ustedes pueden comprender mo mente quedo casi en blanco y no pude dedicarme a ustedes (ni a ellas), pues mi cacumen solo trabajaba en mensajes subliminales con el único y plausible objetivo a corto plazo: el de librarme de ella.
Perp ya lo dice esa canción que tras el chaparrón siempre asoma su hocico en calma y asi sucedió finalmente y asi tan fugaz como surgió, se esfumó y lo hizo de la misma manera que la vez anterior: cargándose unos quintos que tenía atesorado para mis ociosidades de fin de año.
¿Pero a quien le preocupa unos milloncitos de pesos devaluados? ¿No es acaso que lo que vale es el fin si uno tiene los medios?
Por lo tanto, lo mismo que ustedes, podemos jadear calmosos y ya que la ecuanimidad se ha enclavado cómodamente en mi vida, podré darme un descanso merecido. Y para mi, al igual que para ustedes, solo reposamos, garrapateando cuartillas inmaculadas.
Como corolario, podemos afirmar que sólo seremos felices si mos libramos de los amores del ayer, aunque nos cueste un poco de dinero. Finalmente y solo en este caso, acá se cumple eso, que el peculio hace radiante al hombre.
(*) Un morochito de cinco años y una rubicunda de dos.
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