Yo confieso haber visto la película
racista “Lo que el viento se llevó”, y pido perdón por ello.
Confieso haber disfrutado con la escena
sexual de “El cartero siempre llama dos veces”, cuando en la mesa de la cocina
ella le lanza a él polvo de harina y él le proyecta a ella otros poquitos de
polvos. Pido perdón por lo que gocé entre tanto polverío. Ignoraba que era un
encuentro heterosexual con fuerte matiz machista.
Confieso, para mi condenación eterna no
haber entendido que Bob Esponja era gay hasta que los autores de la serie,
solemnemente, acabaron de explicarlo. Pido misericordia a los lectores.
También confieso haberme reído mucho, en
mis años mozos, con los comentarios machistas de don Alfredo Landa y de don
Paco Martínez Soria. Suplico se me perdone. Era ignorancia supina.
Confieso haber leído “Moby Dick” en mi
tierna adolescencia. Siempre pensé que era una buena novela. Pero no. Pido
perdón a todos. Ahora sé que es una apología de la caza de ballenas,
ecológicamente insostenible.
Confieso que los chistes de Arévalo
sobre los tartamudos me llegaron a gustar, pero ya he destruido las cintas.
Tengan piedad, por favor.
Confieso, ruborizado, que en las
películas del Oeste siempre deseaba que los vaqueros derrotasen a los indios.
Cosas de la malísima educación recibida. Me autoflagelo por ello.
Confieso haber pensado que la hazaña de
llegar a América, la de Cristóbal Colón, tuvo su mérito. Ya me he enterado que
no, que fue un canalla. También pido perdón por eso.
Confieso que siempre creí que los
almirantes Churruca y Gravina eran dos héroes decimonónicos de la batalla de
Trafalgar. Puto error educativo. Eran dos fachas franquistas desde mucho antes
de que naciera Franco... y pido perdón por ello ..
Confieso haber pensado alguna vez que
las acusaciones de violencia de género se dirimían en los Tribunales de
Justicia. Pido perdón por mi error. Ahora sé que se dirimen en la cadena
Telecinco, con Jorge Javier de juez, con la Corredera de fiscal y con Irene
Montero de jurado popular.
Confieso estar en la creencia de que el
almirante Cervera fue un héroe nacional durante la Guerra de Cuba. Y un mojón
de pato. Ya me he enterado de la auténtica verdad: era otro fascista.
Confieso que me paso noche y día en una
duda absoluta: ¿es racista el tiro al blanco?; ¿es racista la expresión “me
engañaron como a un chino”?; ¿es racista llamar a tu hermano “oveja negra”?;
¿es racista la expresión “hacer el indio”?; ¿es racista que te gusten los
conguitos?; ¿es racista lo de "Yo soy aquel negrito del África Tropical
que cultivaba cantando la canción del Cola-Cao"?
Y confieso, ante el Tribunal de la Santa
Inquisición, que sólo veo películas porno por la intriga que supone enterarse
si, al final, ella se casa con él.