Debo
aclarar que no cobro ni un peso por tener sexo, es más, lo doy gratis. Tampoco cambio de amantes como cambiar de
pantaletas, ni soy la chica Cosmo que
se sabe de memoria aquellos trucos para seducir al susodicho, y desconozco la
lista de moda con tips infalibles que supuestamente me harán más ardiente en la
cama. Y mucho menos, presumo de mis encantos y voluptuosidad para escalar
posiciones o manipular cerebros blandos con penes duros. Soy puta, no
porque hago de todo sino porque disfruto de todo, soy dueña de mí placer, estoy orgullosa de mi cuerpo
imperfecto y saboreo mis orgasmos sin restricciones.
En
mi caso no surtieron efecto las altas dosis de remordimiento, que intentaron
inyectarme en los tres colegios de monjas en donde estudié. Al final decidí que
era mejor ser leal a mí misma porque siempre me pareció más excitante la
independencia que la hipocresía.
En
la antigüedad la mujer estaba destinada a cumplir ciertas convenciones
sociales, el sexo era únicamente para fines reproductivos y era mal visto que
una fémina se dejara llevar por sus “bajas pasiones”, ya que podía ser tildada
de puta. Por tanto su suerte y sexualidad dependían de otros, menos de sí
misma. Así que las opciones eran terminar como monja más por obligación que por
convicción, casarse con un tipo sin sentir una pizca de amor o sufrir del
escarnio público por vender su cuerpo. Y no, no tiene nada de malo en
querer ser beata, esposa o zorra, siempre y cuando sea una decisión libre.
Con
el pasar del tiempo la definición de “puta” se hizo más ambigua y confusa, por
un lado empezó el bombardeo y el afán por convertirte en el objeto del deseo,
todo para que tu pareja no
se vaya a buscar afuera eso que no le estas dando. Y en el otro extremo están
los que juzgan a las putas, esos que preguntan de forma inquisidora, cómo
aprendiste a hacer ese movimiento y con cuantos te has acostado, o los que te
aconsejan que dejes esa vida de casquivana pues ningún hombre decente te va a
tomar en serio. Triste pero cierto, después de siglos y siglos, tu sexualidad
tal vez siga en manos de terceros!!
Carajo!
si yo me acuesto con alguien es porque me encanta, porque siento ganas, porque
tengo derecho al placer. Y sin
presiones experimento una forma de comunicación, que se manifiesta con el
intercambio de fugaz felicidad a través de los seis sentidos. Es una relación
de gana-gana y no tengo miedo de dar porque sé que en la misma medida recibo.
Así como también tengo mis momentos para decir NO en letras grandes, pues yo
elijo con quien y cuando, porque respeto mi cuerpo.
Cuando
fui consciente de mi independencia
erótica supe que el camino no sería fácil, de modo que cada una de mi
acciones debajo de las sábanas tendría sus consecuencias por fuera de ella.
Si
ser puta es disfrutar plenamente de mi sexualidad, entonces lo soy. Y qué tiene
si me gusta ver porno, si a mi vagina la llamo lolita y si soy de las
que gimo durísimo sin importar lo que piensen los vecinos. Lo cierto es que me
considero una fémina común y silvestre, que disfruta tener sexo con la luz
prendida y hacer el amor con los ojos cerrados.
Y
no es que este glorificando el sexo es todo lo contrario, para mi es
algo tan normal como comer, dormir u orinar, el alboroto es de la gente
mojigata que lo mira con ojos de pecado.
Eso
sí, por más que lo intentara nunca aprendí a comportarme como una dama en la
sociedad, tal vez porque no nací con cara de mosquita muerta, mis labios y
tatuajes no me ayudaron, además mis comentarios siempre me delataban. Pienso
que esa frase patriarcal de “santa en la calle y puta en la cama”, parece más
adecuada para féminas con trastorno de doble personalidad. Yo estoy más allá
del blanco o del negro, soy la misma persona con o sin ropa, no me comporto de
acuerdo a la ocasión o por representar un papel para complacer a alguien. Soy
más que santa, soy más que diabla, soy más que un rompecabezas de estereotipos,
soy una mujer de verdad.
¿Y
qué dice la puta que llevas dentro?
Creo que ya lo comenté en alguna ocasión, el sexo es una necesidad fisiológica.
ResponderEliminarNo la llamaría puta, sino lista y tampoco creo que sea incompatible ser una dama y disfrutar plenamente y sin represiones de la sexualidad.
Un beso
¿Qué dices en la antigüedad...? ¡anteayer!
ResponderEliminarYo creo que estoy con Tracy, ¿antigüedad? yo oigo cosas así a diario.
ResponderEliminarGran texto.
Muy bien por ella. Me gusta así, que sea bien puta.
ResponderEliminarSaludos.