—Si él te quiere... ¿por qué no viene a verte a la casa?
— ¿Acaso es novio mío?
—Entonces... ¿qué es?
—Pues... nada… un amigo.
— ¡Mm!...
— ¡Cuidado vas a contarle a nadie nada!
—No.
— ¿Me lo juras?
—Sí.
—Hace tiempos que no vas a confesarte, hija mía.
Ella bajó la cabeza.
El cura insistió:
— ¿Por qué no te vas a confesar?
Ella se encogió de hombros y sin levantar la cabeza.
Cómo iba a confesarse, si había jurado... “no contarle a nadie nada”
la tirania de los secretos
ResponderEliminarla tirania de mantenerlos
El peso de guardar las fornas y acallar secretos .... A voces. Del día a día... Un saludo
ResponderEliminar