lunes, 24 de junio de 2019

0317: los ciegos y el elefante


Un día, alguien llevó un elefante a la aldea. Ante tamaña situación, los seis hombres buscaron la manera de saber cómo era un elefante, ya que no lo podían ver.
– Ya lo sé -dijo uno de ellos-. ¡Palpémoslo!
– Buena idea -dijeron los demás-. Así sabremos cómo es un elefante.
Dicho y hecho. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia delante y hacia atrás.
– El elefante es como un gran abanico.
El segundo, tanteando las patas del elefante
-¡Es como un árbol!
– Ambos estáis equivocados -dijo el tercer y, tras examinar la cola del elefante
-¡El elefante es como una soga!
Justamente entonces, el cuarto estaba palpando los colmillos
-¡El elefante es como una lanza!
– ¡No!, ¡no! -gritó el quinto -Es como un alto muro (el quinto había estado palpando el costado del elefante).
El sexto esperó hasta el final y, teniendo cogida con la mano la trompa del elefante
-Estáis todos equivocados, el elefante es como una serpiente.
– No, no. Como una soga.
– Serpiente.
– Un muro.
– Estáis equivocados.
– Estoy en lo cierto.
– ¡Que no!
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas, sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el elefante.


La próxima vez que tengas una opinión diferente a la de las personas de tu entorno, te propongo que intentes mirar la situación desde su prisma. Para eso, es imprescindible escuchar, preguntar si no entendemos algo y, también, expresar nuestra propia postura.
Esto no quiere decir que los demás no puedan estar equivocados, sino que aprenderemos a ser conscientes de que cada uno percibe la realidad de una manera distinta, llegando a tener todos, una porción de razón. De hecho,  La búsqueda de la realidad o de la verdad: una aproximación a partir de la teoría sociológica ya Platón, con el Mito de la Caverna, señalaba que es posible que existan diferentes interpretaciones de una misma realidad.
Influida por nuestras experiencias, valores y creencias, nuestra forma de ver la realidad puede diferir bastante de la de los demás. Pero, ¿eso significa que hay algunas que son verdad y otras que no? La respuesta es «no». Por eso, valorar las opiniones de los demás nos permitirá enriquecernos en lugar de empobrecernos defendiendo nuestra propia verdad que, como hemos visto con el cuento del elefante y los ciegos, probablemente no sea tan «ajustada» como pensamos.

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