Una esposa no debe obrar a la ligera ni escuchar con facilidad las cosas que le cuenten sus amigas. Por el contrario, deberá ser prudente en creer lo que oye y obrar tomando las necesarias precauciones, para que el ser demasiado confiada no le haga obrar imprudentemente y el ser excesivamente desconfiada no la haga insoportable.
Se nos presenta ahora la cuestión de si es mejor ser temida o ser amada.
Contestaré que sería necesario ser ambas cosas, pero siendo dificil que puedan darse juntos estos dos sentimientos, encontrándose la esposa en el caso de tener que inspirar sólo uno, más le convendrá inspirar temor que afecto. No hay que olvidar que los hombres son ingratos, mudables, codiciosos, hipócritas y cobardes; mientras se les hace el bien te ofrecen su sangre, sus bienes, su vida, cuando la ocasión de ponerlos a prueba queda lejos, pero cuando llega el momento de demostrar sus promesas se rebelan contra ti. Y la esposa que fiándose en tales palabras no ha tenido la prudencia de tomar sus medidas está perdida.
Los esposos que se adquieren por dinero y no por las cualidades del alma le será, infieles y no le servirán.
Los hombres respetan más a quien infunde miedo que a quien los trata amablemente, porque el amor se mantiene por una serie de obligaciones que los hombres, al ser perversos, pronto pueden dejar de observar y, en cambio, el temor permanece por el miedo al castigo y eso jamás se olvida.
Sin embargo, la esposa debe hacerse temer sólo hasta el punto de que si no consigue la estimación de su pareja, al menos no se granjee tampoco su odio, pues puede conciliar ambas cosas siendo temida pero no odiada, cosas que no logrará si no se apodera de sus bienes.
Volviendo, pues, a la primera cuestión, la de si es mejor ser temida o ser amada, diré que siendo el amor cosa voluntaria y el temor algo impuesto, mejor le será a la esposa, si es mujer de talento contar aquello que es capaz de imponer ella y no con lo que dependa de los demás; teniendo gran cuidado, como ya he dicho, de que el temor que inspire no llegue a convertirse en odio.
Es mejor ser temida y amada que ser títere y engañada.
ResponderEliminarSaludos.
WA COMO SIEMPRE LA MALQUERIDA TIENE RAZON JAJA K MAS PUEDO DECIR SALUDOS
ResponderEliminarhaha, me recordaste a la esposa de un muy buen amigo. me has dejado pensando y recordando. un abrazo, buena nota. saludos.
ResponderEliminarQue complicado que es encontrar en esta vida ese equilibrio entre dos personas!!!!
ResponderEliminarP.D.:De tener que elegir,preferirìa ser amada,aunque nunca sale bien eso de aflojar toda la soga... ¬¬
BESOTES
ufff... que complicado ¿no? de verdad que el poder convivir resulta un arte para poder pasar las adversidades...
ResponderEliminarBesitos
Una mujer inteligente, contando entre sus capitales con el carácter mudable de los hombres, mudará también su conducta para, itinerantemente, hacerse amar, temer o partir.
ResponderEliminarD.
Es mejor hacerse respetar que humillar, después de todo los hombres son más dependientes de las mujeres, si se les sabe encauzar.
ResponderEliminarUn abrazo.
ofu, definitivamente, me paso al género andrógino.
ResponderEliminarMe llevo un rato buscando la referencia al libro de texto franquista del que has sacado tan sesudas orientaciones, y como no ha sido así, he estado buscando la cámara oculta, y tampoco.
ResponderEliminarPerdona ¿lo dices en serio? ¿es ironía? los comentarios de tus lectores tampoco me dan más pistas salvo la de Córdoba, porque si va mínimamente en serio, yo también me paso al andrógino.
Un saludo y gracias por tu visita.
Desgraciadamente es así cuanto peor los tratas, a los hombres, más te van detrás.. pero justo éstos son los que no nos interesan.. un dilema...
ResponderEliminarteman! teman!
ResponderEliminarbeso*
Jajaja yo también estoy completamente de acuerdo con la Malquerida!!
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog, saludos!! =)
Creo firmemente que lo que el equilibrio nos ofrezca, será siempre lo mejor.
ResponderEliminarSaludos!