lunes, 19 de noviembre de 2012

242: Había un antiguo dicho en Rurrenabaque, aunque cómo se decía y con qué intención dependía de las circunstancias y de quién lo citaba: «La culpa siempre la tiene un hombre». También se había descubierto que había algo en lo que las mujeres eran muy buenas, mejor que en cualquier otra cosa: conseguir que un hombre aprendiera a suspirar.

El tema en tapete, es que cuando de repente [cataplum] nos encontramos frente a frente a una fuente de atracción, nadie puede denominarnos de infieles, si solo hemos seguido nuestros instintos. Continuando sobre el tapete, podemos agregar, qué en el ámbito humano es natural que dividamos nuestros quereres en varios especímenes de la fauna urbana.

Si tú, que estas embobada leyendo estas perogrulladas, pones tu mano sobre el seno izquierdo podrás notar que tu corazón bombea amores a diestra y siniestra, entonces nadie puede tacharte de infidelidad, si quieres a más de tres copuchentos. Por ejemplo: tú amas a tu pareja, me quieres a mí y estás apasionada por Gustavo. Yo nunca te tacharía de infidelidad, ni tampoco Gustavo; el que lo hace es tú marido. En realidad tú marido no tacha, él subraya esa palabra.

Aquí se hace menester definir lo definido. Buscar las analogías del querer, amar, apasionarse y olvidar. Sin darnos cuenta hemos escribido las pautas sobre los rieles que corre el tranvía de la vida. Y ningún sociópata podrá estar en contra de lo indicado. Si en la vida común del ciudadano a pie ocurren estas cosas, con mayor razón le sucederán a cualquier peatón.

Entonces tú me preguntas ¿Dónde está la infidelidad?

Solo podrá estar en la mente de un cretino que nunca ha ahondado en su psiquis y ha olvidado y olvida que él transcurre su vida sobre este camino cada vez que le miente a su esposa a la cual la acusa de infidelidad. Porque muchos y varias no entienden que generalmente a través de su mente le son infieles a su pareja.

¿Por qué todos son infieles? Es fácil responder esa interrogación. Porque nadie es fiel a sí mismo, y lógicamente jamás lo podrá ser con su prójima,

Al final resulta que todos somos unos seres que nos dominan nuestros instintos. Instintivamente odiamos. Instintivamente alguien nos cae mal. Instintivamente procuramos satisfacer nuestros apetitos.


4 comentarios:

  1. Jajajaja amo a mi pareja te quiero a ti pero no estoy apasionada por Gustavo porque no lo conozco jaja. Si soy infiel pero de alguna manera que nadie se entera jaja.

    Beso

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  2. Si la cabeza hablase ardería Roma,ja,ja,ja
    Besazos.

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  3. Buena pregunta. Creo que hay por ahí un gen juguetón.
    Saludos.

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  4. y si te digo que te quiero sólo a vos?
    ;-)
    besos Chaly

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