Ayer Gustavo nos dio una brillante conferencia a los del barrio, el tema, el de siempre: féminas, féminas y féminas. Pero ayer se salió por la tangente, nos alzó en alas de la imaginación y nos enseñó a leer ciertas señales que ellas dejan desparramadas a su paso.
Para empezar, nos dijo que existen tres clases de féminas. Nos aclaró que su clasificación camina de la mano con el tipo de cogimiento que ellas experimentaron por primera vez.
Dijo (lo dijo él): las sufridas, las desilusionadas y las satisfechas.
Las del primer acápite, temen a los copuchentos y ese temor se manifiesta que jamás miran de frente, miran de soslayo. Las del segundo grupo, miran a los copuchentos, pero no a los ojos le miran los pies y las orejas –algunas a nuestras narices- y las satisfechas miran a cualquier copuchento a los ojos y en su mirada claramente estan cantando hermosas melodías.
Pero, (el pero es de Gustavo), dentro de los dos primeros grupos, se subdividen en tres prolegómenos en función de las introducciones, dicho en legua vernacular, si el ejercicio fue veloz, lento y tardío.
Aquellas las del primer grupo, odian a los lentos y los tardíos y pueden aceptar -si aceptan algún día- a un veloz. Las del segundo grupo, preferirían a los tardíos en primer lugar, a los lentos en segundo lugar y jamás a los veloces. Ambos grupos observan el caminar y el vestuario de los copuchentos para determinar a qué categoría de velocidad corresponde cada cual. Y eso es fácil de determinar ya que el veloz todo lo hace velozmente y el lento se demora en todo. El tardío es aquel que caminando por la calle estalla en carcajadas; posiblemente recién entendió el chiste que le contaron la semana pasada.
Gustavo, nos dijo que en la mirada que nos deslice la prójima uno inmediatamente puede clasificarla de acuerdo a su plática matinal.
El que estuvo hablando todo el rato que duro la tertulia, nos dijo que también en los copuchentos existen algunas clasificaciones en función de su primera experiencia; nos prometió hablarnos de eso la próxima vez, que su prójima le permita compartir algunos momentos con los del barrio; de buena fuente sabemos que ella lo tiene en la mesa comiendo, o en la mesa planchando, de ahí su amplia experiencia del mundo femenil.
Mmm se me hace que Gustavo es puro pico de gallo o lo que es lo mismo puro puro y nada de cigarro o sea que de lengua me como un taco.
ResponderEliminarBeso.
Quien mucho habla, es quien más tiene que callar... eso se dice en mu pueblo.
ResponderEliminarBesos!
Jajaja, ay esa malque, ¿quién tiene a razón?, yo soy de las que desvían la mirada porque soy muy distraída, así que se debe tomar en cuenta que hay excepciones, ¿valen?
ResponderEliminar:P
Saludos!
ja ja...No es tan así la clasificación, se nota que fue ideada por hombres. La primera vez deja sus huellas, es cierto, y ¿en los hombres acaso no sucede lo mismo?.
ResponderEliminarUn abrazo Chaly.