En un paréntesis del frufrú, el novio suda la huida de la calma, es medianoche, en la prisión de la entrepierna, a fin de retornar a su faena. Las dos primeras, que junto con la tercera forman una unidad conceptual, tienen idéntica posición, a las cuales las mantiene en la misma escena, al evocar los ritmos del mismo sonido. En la tercera, introduce un cambio brusco de la cadencia acústica, donde acaba de descifrar el estado en que «salió». Desde este momento, le introduce la «cuarta», impulsando su pensamiento hacia adelante, con una fuerza direccional «a donde», y al mismo tiempo, enlazando con la anterior, pues es la misma «que en el corazón ardía» lo que le guiaba; así introduce y la combina con la ya técnica utilizada. En la quinta, el novio rompe en una exclamación de júbilo, un alto en el camino para dar un respiro a la intensa emoción; introduce una vez más, pero la mezcla con otra anteriormente utilizada, creando una moción circular que da continuidad a la pasión expresada desde la primera. La séptima, los vuelve a centrar sobre el hecho de la unión, cuyo tiempo se alarga, esta vez saboreando con deleite los efectos de la misma, pero de una manera simultánea y coherente, pues todos ellos en pretérito imperfecto de indicativo, describen acciones simultáneas que quedan sincronizadas por el adverbio «cómo». En la última, ensaya una sucesión continua de cinco movimientos, con contorciones que se suceden una a otra repetitivamente, y que no revelan acción y movimiento como cabría esperar de tal cúmulo, sino que, en una moción acelerada, despojan sucesiva y rítmicamente al protagonista de todo dinamismo, y de los vínculos sensoriales que le unen a la Tierra y a su conciencia de ser humano. Al mismo tiempo, el gerundio «dejando», en acción concomitante y como contrapunto, describe el estado al que va acercándose inexorablemente, para acabar de la forma más linda posible, «entre las azucenas adormilado».
Observamos que, siguiendo una cierta simetría en la ordenación de sus dos dicotomías, encontramos que en la cuarta y la octava la proporción sustantivo-verbo se invierte, lo cual hace resaltar más y por contraste el apareamiento. La escasez del epíteto ha sido remachada, como inexplicable, el epíteto o calificativo metódico extrae del individuo una cualidad inherente a él, en todo la Noche no encontramos sino tres epítetos en total, en las dos primeras («dichoso cocho»), («secreta armonía»), y («dichosa cocho» de nuevo), lo cual nos dice que la cualidad coesencial del recorrido es su índole personal e intransferible, además de intimista e individual, y por supuesto, no hace falta señalar, que la satisfacción que produce no es cansancio, sino «dicha» en el mismo sentido en el que usa la palabra “y no dicha sin más, sino dichoso cocho”. Entre los recursos que utiliza, destaca la aliteración de las últimas posiciones con las dos primeras respectivamente, «estando ya mi pene sosegado», que marca la pauta del estado anímico de sosiego y tranquilidad que el alma había alcanzado antes de emprender el avance. En la quinta hace uso de la anáfora, que, además supone un paralelismo sintáctico que recalca el punto de encuentro desde el cual y seguidamente, sin solución de continuidad, se realiza la copulación.
Muy bueno,sino lo he entendido mal, es toda una lección de chingoteo.
ResponderEliminarUn abrazo Chaly y me gusta tú blog; te enlazo a mi lista.
me ha encantado
ResponderEliminarmucho gusto ahora conozco tu rostro quien esta detras del humor que siempre leo
abrazosssssssssssssssss
Jajajaja... cómo lo complicaste, Chaly, pero está muy original.
ResponderEliminarBesos.