jueves, 29 de julio de 2021

0531: EL ESPÍA DEL INCA

 

-Busco a Oscollo Huaraca -dice en el Idioma de la Gente.

(Jamás, jamás digas quién eres. Quién has sido).

-No conozco el Idioma, Padrecito -responde Salango en lengua manteña-. No entiendo lo que dices.

Y sigue removiendo el terreno con su chaquitaclla. El forastero lo observa con aprensión, casi con temor, como quien toma impulso antes de saltar una acequia torrentosa. Se decide y se levanta de golpe la camiseta de bayeta.

-Mira -le dice.

Adosado a su cuerpo, asoma con toda claridad un cinturón de tres franjas de tokapu de lana de vicuña, tramadas con esmeradísima factura, que contrasta flagrantemente con la restante pobreza de su vestimenta. Salango reconoce, escondidos entre cuadrados de motivos ordinarios de despiste, las tres escaleras de color encarnado que separan oblicuamente el puñado de estrellas de la Luna a medio morir: la señal secreta del Señor Cusi Yupanqui.

¿Eres tú, hermano y doble? ¿Qué puedes querer de mí, después de toda el agua que ha llovido, que ha corrido por las acequias? ¿En épocas volteadas como estas? Sin saber por qué, Salango se escucha decir, como si fuera ajeno, el nombre con que era llamado en el tiempo soleado que sirvió como Contador-de-un-Vistazo al Inca Huayna Capac:

-Yo fui Oscollo Huaraca.

El forastero vuelve a mirar a todas partes. Mete la mano dentro del bolsón de venado y extrae una bolsa más pequeña. Deshace el nudo que la ciñe en uno de sus extremos. Sosteniéndola con la otra mano, deja caer su contenido: una larga catarata de granos de maíz. Antes de que la última semilla haya tocado la tierra, la magia del Guerrero ya ha visto a través de sus ojos, y Salango conoce la respuesta antes de oír la pregunta que le hace el forastero:

 

https://www.foruq.com/books/es/xyz/3/El-espia-del-Inca-Rafael-Dumett.pdf

1 comentario:

  1. Que bonito relato... me hipnotizé un segundo con qlgunqs palqbrqs que foneticamente suenan hermoso.

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