domingo, 22 de mayo de 2022

0573: etnografía pura y simple

 

Miremos “por dentro” los escenarios de esa “sospechada” pluralidad.

La escena que sigue es en un restaurant de la zona sur de la ciudad de La Paz

Del lado derecho de la entrada principal, sentadas en una de las mesas, están dos señoras vestidas con pollera, mantilla y sombrero paceño.

Contrastan con el resto de la clientela, que, sin embargo, parece indiferente a esa presencia.

Una de las señoras viste mantilla celeste verduzca, muy brillosa, y la otra una marrón que parece más modesta. La primera lleva aretes grandes y brillosos, la otra más modestos. Hablan muy amenamente, y lo hacen en perfecto español. Ríen a carcajadas, bajan la voz, se dicen algo en susurros, y luego vuelven a subir la voz: “¡no me lo puedo creer, ¿enseriooo?!”

No parecen intimidadas en el lugar. Están como en su casa.

Cada una se sirve algún mate en tasas blancas de porcelana.

Una de ellas calza zapatos negros estilo “bailarinas”. La otra, de más edad, calza zapatos abiertos, que parecen abarcas. (...)

Por la puerta principal acaba de entrar una familia de tres miembros. La madre, que es muy delgada, va vestida con un tailleur muy de oficina, como los que se ve en ejecutivas de la banca.

El padre lleva una camisa de color celeste claro, y un pantalón de terno gris oscuro.

La niña lleva un vestido florido. Todos tienen el fenotipo y lo que pueda decirse un “hexis corporal burgués”.

El padre, como guiando a toda la familia, con un gesto de disculpa cortés, pide permiso a una de las señoras de pollera para mover la silla que le cierra el paso y en la que reposa su cartera: “siga nomás", le dice, casi sin mirarle y tomando la cartera.

Luego, el hombre acomoda la silla y comienza a instalarse en la mesa contigua, pero la dama del tailleur se va de largo, hacia el fondo, con aire de ofendida, y lanzando una mirada furtiva al marido y a las dos señoras… que no se inmutan. Siguen su charla, sus risas.

El hombre, que ya casi se sentaba, reacomoda la silla y sigue a su pareja, forzando una sonrisa, algo sonrojado. Es como si supiese que ese desaire con dejo clasista de su pareja es práctica, ahora, socialmente censurada.   

Hasta aquí la escena.

2 comentarios:

  1. no cabe duda que para escribir querido charla no solo basta ser cuidadoso, atento y chismoso :P

    ok no... observador

    jaja

    besos!

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