viernes, 31 de octubre de 2025

0768: La familia no siempre es refugio.

 Los estoicos enseñaban que nacemos con deberes hacia la humanidad, no hacia vínculos impuestos por sangre. Epicteto decía: “Lo que no depende de ti, no te pertenece”. Y a veces, eso incluye el amor de tus padres o la comprensión de tus hermanos.

La familia puede ser refugio, pero también puede ser cárcel emocional. Nos enseñan a idealizarla, a justificar todo “porque es tu mamá”, “porque es tu papá”, “porque es tu sangre”. Pero el estoico sabe: el verdadero deber es con la virtud, no con la costumbre.

¿Qué es más sano: mantener el lazo o proteger tu mente?

La psicología lo confirma: los vínculos familiares tóxicos pueden dejar heridas más profundas que cualquier batalla externa. Crecemos buscando aprobación, cargando culpas que no elegimos, repitiendo patrones que no entendemos. Y cuando despertamos, nos duele más ver que el enemigo no estaba afuera, sino en la mesa del comedor.

Pero el estoico no odia. Observa. Acepta. Actúa.

No se trata de cortar, se trata de comprender: tú no eres responsable de sus traumas, ni de curarlos. Tu paz interior no necesita permiso, ni apellidos. Lo que sí necesita es coraje: para poner límites, para sanar sin ruido, para amar sin aferrarse.

Porque a veces, el mayor acto de amor… es alejarse.!!


miércoles, 29 de octubre de 2025

0767: El empleado mejor pagado de Henry Ford… no hacía nada (y por eso Ford se hizo millonario)

Un periodista le preguntó a Henry Ford:

“¿A quién le pagas más en tu empresa?”

Ford lo llevó a su enorme planta de producción.

Ruido, movimiento, campanas, trabajadores corriendo…

Y en medio del caos, una pequeña oficina con un hombre dormitando, los pies sobre el escritorio y un sombrero tapándole la cara.

El periodista, confundido, preguntó:

“¿Quién es este hombre?”

Ford sonrió:

“Él es el mejor pagado. No hace nada… solo piensa.”

💬 “Todas nuestras mejoras, sistemas y diseños salen de su cabeza.

Yo ejecuto sus ideas… y gano millones.”

Ford entendía algo que muchos líderes olvidan:

Las ideas valen más que las horas trabajadas.

Y para tener buenas ideas, necesitas tiempo libre, silencio y espacio mental.

No se puede innovar con la agenda llena.

Bill Gates lo hace.

Warren Buffett también.

Buffett lee más de 4 horas al día.

Gates termina dos libros por semana.

Ambos piensan más de lo que hacen.

Porque pensar con claridad sigue siendo la habilidad más rentable del siglo XXI.

 

sábado, 25 de octubre de 2025

0766: EL SÍNDROME DE DOÑA FLOR

 Cuando en 1973 Roberto Gómez Bolaños creó la serie de humor "El Chavo del ocho" no imaginó que su personaje Doña Florinda iba a dar pie a uno de los tres síndromes que infectan al pueblo trabajador de América Latina, y porqué no, en el mundo entero.

El síndrome de Doña Florinda, acuñado por Rafael Ton, que escribió un libro con ese título. Los doña Florinda o don Florindo son las personas pobres que odian o desprecian a sus pares, es decir, a sus vecinos o gente de su clase social.

Los doña Florinda no son de clase media... son pobres. Algunos de ellos (ellas) viven en barrios de clase media para creerse lo que no son. Todos en la vecindad del Chavo del ocho eran pobres. Porque todos ellos eran dueños de nada. No tenían casa propia y debían pagar mes a mes el derecho a un techo a un obeso recaudador llamado don Barriga. Doña Florinda era tan pobre como todos, excepto por una pensión que le dejó don Federico (el papá de Quico) un marino mercante que se perdió en alta mar.

Con esa pensión pagaba religiosamente la renta y mantenía muy limpio y elegante a Quico en su traje de marinerito, además de comprarle todos los juguetes y caramelos que a Quico se le antojaban, mientras lo miraba el Chavo... siempre con hambre.

Cómo detestaba a sus vecinos, doña Florinda andaba siempre enojada, con una mueca en el rostro, como oliendo caca, sólo sonreía cuando aparecía el profesor Jirafales, con un humilde ramo de rosas.

El maestro Longaniza también era pobre, cobraba el salario mensual de un profesor de la educación pública.

Como odian a los de su clase, los doña Florinda votan a la derecha... o a los intereses de la derecha. Putean cuando escuchan la palabra socialismo o populismo, mientras le meten más papas a la olla para hacer rendir el guiso.

Repiten como loros "no queremos ser Venezuela", como si vivieran en Manhattan o el Principado de Mónaco. No se juntan con la chusma, aunque doña Florinda colgaba sus calzones en el mismo tendal donde don Ramón colgaba sus calzoncillos..

Los tres síndromes que infectan la clase obrera y trabajadora son:

El síndrome del Tío Tom.

El síndrome de doña Florinda.

Y el síndrome de Stephen Candie. (el peor de todos).

Demasiados síndromes están enquistados en la clase trabajadora... para suerte de los ricos y poderosos, y para desgracia de tantos niños con hambre y sin futuro, como el Chavo del ocho.



miércoles, 22 de octubre de 2025

0765: Se descuidó en el supermercado y le robaron las bolsas con las compras

 Un simple descuido en un supermercado se convirtió en el centro de una conversación viral en TikTok. La usuaria @merche_mallorca, identificada como Merche Gardeta Merin, compartió con sus seguidores el desconcertante momento en que, tras apartar su carrito durante unos segundos en un Mercadona de España, descubrió que le habían robado tres bolsas reutilizables.


El relato espontáneo y cercano de la protagonista capturó la atención de miles de personas, quienes encontraron en su experiencia un reflejo de situaciones cotidianas que pueden ocurrirle a cualquiera.


Según narró Merche, enel video que acumuló 62 mil reproducciones, la jornada de compras transcurría con normalidad junto a su nuera. Ambas seleccionaban productos y, en un momento, dejaron el carrito a un lado del pasillo para buscar algunos artículos. “Dejamos el carrito segundos, segundos porque son segundos, solo. Cuando volvemos al carro, mi nuera me dice: ‘¿Y las bolsas?’”, relató. La sorpresa fue inmediata: las tres bolsas que había colgado en la percha del carrito habían desaparecido sin dejar rastro.


Merche enfatizó que no se trató de una confusión con otro carro, ya que tanto ella como su nuera habrían notado si las bolsas se hubieran caído al suelo. “Nos han robado en nuestra cara tres bolsas colgadas de la percha”, lamentó, subrayando la incredulidad ante lo sucedido.


El video, grabado el mismo día del incidente, no tardó en generar una ola de reacciones en la plataforma. Decenas de usuarios compartieron en los comentarios experiencias similares, evidenciando que este tipo de situaciones no son tan inusuales como podría pensarse.


Una persona contó: “A mi madre le robaron la mochila de la misma manera, y pedimos por favor ver las cámaras y nos las dejaron ver y se ve cómo se la llevan”. Otro usuario relató: “Mi padre se dejó ayer el bastón apoyado en la caja y cuando terminó para irse el bastón no estaba”. Incluso surgieron otros testimonios de robos: “A mí me robaron el carro de la compra”.


La viralidad del caso ha puesto de manifiesto cómo los supermercados pueden convertirse en escenarios de situaciones insólitas que despiertan tanto la empatía como la indignación colectiva.


El relato de Merche, marcado por la sorpresa y el humor ante la adversidad, ha servido como catalizador para que muchas personas compartan sus propias anécdotas, generando una sensación de comunidad frente a las pequeñas adversidades cotidianas. La identificación colectiva con este tipo de episodios ha sido clave para que el video se difundiera ampliamente, demostrando el poder de las redes sociales para amplificar historias personales que resuenan en la experiencia común.


Al final, Merche dejó en el aire la sensación de que, en los pasillos del supermercado, cualquier pequeño despiste puede convertirse en una anécdota compartida por muchos.


jueves, 16 de octubre de 2025

0764: SI LA GENTE SUPIERA…

Que puedes cepillarte los dientes con aceite de coco y mantener tu piel firme con solo plátano o miel.

Que no hay champú más poderoso que el bicarbonato de sodio, ni mejor acondicionador que un poco de vinagre.

Que el agua de hiedra deja el cabello fuerte y brillante, y que la yema de huevo supera a cualquier tratamiento caro.

Que puedes aclarar tu cabello con manzanilla, oscurecerlo con cáscaras de nuez, cubrir las canas con agua de papa, y darle reflejos naturales con canela, miel y limón.

Que con las cáscaras de cítricos puedes limpiar tu hogar, tu vajilla y hasta tus zapatos sin químicos.

Que no necesitas plástico para vivir limpio, ni basura para sentirte parte del mundo moderno.

Que lo orgánico se devuelve a la tierra… como todo lo que tiene valor.

Que una mezcla de alcohol, vinagre y peróxido elimina hongos mejor que cualquier producto de farmacia. Que el ajo, el aceite de coco o el orégano son armas naturales de defensa, no simples ingredientes.

Que puedes preparar tu propio antibiótico con lo que la tierra te da: ajo, vinagre y miel.

Si la gente supiera…

que no se necesita mucho para vivir bien.

Que salir del sistema no es esconderse ni huir, es elegir con inteligencia.

No se trata de pelear con nadie, sino de tomar el control.

Porque una persona que entiende esto…

no depende del sistema, se convierte en su propio sistema.

 

viernes, 10 de octubre de 2025

0763: La historia censurada de las ollas de barro

 1️⃣Durante siglos, las ollas de barro fueron el corazón de la cocina

Con ellas se cocinaba lento, parejo y sin tóxicos.

Guisos, frijoles, moles, atoles, caldos… todo sabía diferente. Más profundo. Más vivo.

2️⃣La arcilla no era solo un recipiente: era parte de la medicina.

Porque cuando el barro es curado correctamente, libera minerales como hierro, calcio y magnesio al alimento.

3️⃣Pero con la llegada del siglo XX, la industria comenzó a promover aluminio, acero esmaltado y más tarde, teflón.

Se vendieron como “modernos”, “prácticos” y “seguros”.

El barro fue desplazado como si fuera cosa de pueblos ignorantes.

4️⃣Lo que no dijeron es que el teflón libera gases tóxicos a altas temperaturas.

Y que el aluminio, cuando se desgasta, puede filtrarse al alimento.

Hay estudios (Exley, 2013; Krewski et al., 2007) que lo vinculan con problemas neurológicos y degenerativos.

5️⃣Mientras tanto, las ollas de barro —hechas a mano y con tierra— nunca necesitaron químicos para ser efectivas.

Solo requerían respeto: curarlas bien, usarlas con fuego bajo, cuidarlas como herencia.

6️⃣La industria nos convenció de que lo “rústico” era sucio y lo brillante era mejor.

Pero no todo lo nuevo es progreso.

Mucho se perdió cuando dejamos de usar utensilios vivos para usar superficies recubiertas con plásticos y metales artificiales.

7️⃣Hoy, muchas familias y chefs están regresando a la cazuela de barro.

Por sabor, por salud, y por conexión con la tierra.

8️⃣ Conclusión:

El barro cocina con alma.

Y lo que alimenta el alma, también cura el cuerpo.

Volver a las raíces no es retroceder: es recordar lo que el marketing nos hizo olvidar....


martes, 7 de octubre de 2025

0762: el Sargento García

Inolvidable, inoxidable y siempre vigente serie televisiva de Disney “El Zorro”, se transformó en uno de los intérpretes fundamentales en la producción que marcó a varias generaciones de telespectadores. La interpretación de Guy Williams como El Zorro fue complementada con el trabajo de un elenco destacado, donde la presencia de el sargento Garcia aportó una dosis relevante de humor, simpatía y humanidad al relato


Entre los personajes habituales de la serie, el del Sargento García se destacó por su afición a la buena comida y bebida, evocando figuras clásicas como el fraile Tuck de la saga de Robin Hood. A pesar de sus intentos ocasionales de aprovechar ciertos beneficios ―como obtener un vaso de vino―, el guion infantil y familiar de la serie supo tratar esas características con sutileza, mostrando a García como alguien influenciable y sencillo, más que un simple objeto cómico.


La relación desarrollada entre García y Don Diego de la Vega -la identidad pública de El Zorro- derivó a menudo en situaciones donde este último empleaba la debilidad del sargento por el vino como recurso para obtener información clave.


El aspecto físico 1,88 metros y pesaba alrededor de 154 kilogramos, fue fundamental para dotar al personaje de García de una fuerza escénica inolvidable. El propio actor empleó una navaja especial para mantener la característica barba descuidada de su personaje.


Henry Calvin nació con el nombre de Wimberly Calvin Goodman, Jr., el 25 de mayo de 1918 en Dallas, Texas. Sus padres fueron Wimberly Calvin Sr. y Alma Goodman. Durante la niñez, participó activamente en el coro de la iglesia bautista local, destacándose en el canto y logrando oportunidades como solista. Su formación transcurrió tanto en la primaria Winnetka como en la secundaria Sunset de la misma ciudad texana. Inicialmente, Calvin orientó sus estudios hacia el periodismo en la Universidad Metodista del Sur (Southern Methodist University, SMU), llegando a desempeñarse como redactor deportivo en el Dallas Star. Simultáneamente, el canto seguía presente en su vida, pues actuaba como solista en diversos templos religiosos. Gracias a estas experiencias musicales, Calvin fue obteniendo papeles en compañías de teatro locales. De su propia perspectiva sobre este proceso se recoge la frase: “Supongo que ahí comenzó todo… De repente descubrí que realmente quería dedicarme al mundo del espectáculo y abandonar el periodismo, así que fue exactamente lo que hice”. El año 1939 lo encuentra en Nueva York, donde se desempeñó como solista en el Radio City Music Hall. Sin embargo, debió interrumpir sus aspiraciones artísticas tras la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Calvin se alistó en el Ejército, comenzando como soldado raso y llegando a ostentar el grado de primer teniente en una unidad de artillería de campaña, sirviendo en el frente del Pacífico hasta 1945.


Tras finalizar la guerra, Calvin retomó su trayecto escénico y se instaló en los escenarios de Broadway, logrando papeles destacados. Apareció en obras como The Chocolate Soldier (1947), Sally (1948) y Happy as Larry (1950), y en ese mismo año fue conductor de un programa radial para la cadena NBC. Seguiría desempeñando el papel de Big Ben, presentador de circo en el programa infantil Howdy Doody en 1952. El mayor hito de su etapa en Broadway fue su interpretación como el Gran Visir de la policía en el musical Kismet (1953-1955). Durante ese período, en paralelo a su trabajo teatral, participó activamente en proyectos radiofónicos, televisivos y cinematográficos.


La transición definitiva al mundo audiovisual se produjo tras varios papeles entre 1948 y 1953 como actor de reparto, lo que lo llevó a firmar contrato con United Artists y mudarse a la costa oeste de Estados Unidos. En 1956 actuó en Crime Against Joe y en el western The Broken Star, junto a Howard Duff. Sin embargo, el salto definitivo al reconocimiento internacional vino de la mano del papel del Sargento Demetrio López García en la serie El Zorro. 

jueves, 2 de octubre de 2025

0761: Comencé a vivir a los 58 años.

 Sí. A los 58.

Cuando ya nadie espera que una mujer “cambie de vida”.

Cuando todo mundo te dice que te conformes, que agradezcas lo que tienes, que te sientes en la mecedora a ver pasar los días.

Pero yo no quise conformarme.

Hasta los 58 fui lo que me enseñaron a ser:esposa abnegada, madre sacrificada, mujer de silencios.

Fui la que sostenía todo… menos a sí misma.

Me casé joven, como se usaba antes.

Me enamoré de un hombre que nunca supo lo que yo valía.

Me volví sombra. Rutina. Fondo.

Me tragué las lágrimas en los baños, me tragaba el coraje en la cocina.

Hacía malabares con los hijos, con la comida, con las cuentas, con la tristeza…

Y aun así, él decía que “ya no era la misma”.

Tenía razón. Ya no era la misma.

Era más cansada, más gris, más vacía.

Y un día, sin aviso, se fue.

Así, sin más.

Yo esperé que doliera.

Pero no dolió.

Lo que sentí fue otra cosa…

una especie de respiro que me asustó.

Un silencio que me envolvió como una sábana limpia.

Por primera vez me vi sola.

Pero no vacía.

Sola… y viva.

Descubrí que no sabía quién era.

No recordaba mi color favorito.

No sabía qué me gustaba desayunar si no cocinaba para alguien más.

No sabía qué hacía yo con mis manos cuando no estaban ocupadas sirviendo a otros.

Y ese descubrimiento fue duro.

Pero también hermoso.

Un día no hice la cama.

Otro día salí sola a caminar.

Otro más me compré un boleto de tren sin consultar a nadie.

Y cuando me senté frente al mar por primera vez sin prisa, sin nadie a quien atender… lloré.

Lloré por todas las veces que me olvidé de mí.

Lloré por la mujer que fui.

Y también por la que estaba naciendo.

Porque sí… renací a los 58.

Hoy no tengo pareja.

Pero tengo paz.

Hoy no hago comida por compromiso, sino por antojo.

Hoy no limpio para que otro valore, limpio para mí, para sentirme cómoda.

Ya no espero a que alguien me dé permiso.

Ya no me visto para gustar.

Ya no me acomodo a una rutina que no me representa.

Me reconecté con amigas.

Me hice otras nuevas.

Me volví mi mejor compañía.

Y aprendí a disfrutarme.

Una vecina me dijo una vez:

—¿Viajar sola a tu edad?

Y yo le sonreí.

Porque por primera vez en mi vida, me sentía cuerda… y feliz.

Hoy me miro al espejo y sí, claro que veo las arrugas.

Pero ya no me molestan.

Porque cada una cuenta una historia de lucha.

Y también de libertad.

Porque aunque florecí tarde…

florecí completa.

Y ahora lo sé:

Nunca es tarde para regresar a ti.

Nunca es tarde para comenzar de nuevo.

Y si ese nuevo comienzo es contigo… entonces vale la pena.