martes, 18 de noviembre de 2025

0773: Un fragmento de “Cartas para la vida”

 Descontento


Una de las características primordiales que compartimos como seres humanos es la búsqueda de ese algo especial que llamamos felicidad. O alegría. O serenidad. Y, sin embargo, para muchos de nosotros, puede parecer perpetuamente escurridizo.


Nos decimos a nosotros mismos, “cuando mi situación se acomode (cuando me asciendan en el trabajo... cuando tenga una familia propia... cuando mis hijos crezcan...), entonces es cuando finalmente experimentaré la felicidad. ¿Pero ahora? No. El presente está demasiado roto para que la felicidad sea posible”.


La sabiduría judía, sin embargo, ofrece una perspectiva diferente.


Escoge de la mezcla


Cuando personas acudían al Rebe sintiéndose deprimidas por las dificultades de sus vidas, él a menudo les recordaba la enseñanza cabalística de que todo en este mundo está compuesto de bien y mal. Nuestra vida personal no es una excepción. Esa vida perfecta –cuya apariencia podría ocupar nuestra imaginación y amplificar todo lo que nos está faltando– en realidad no existe.


Como lo expresa una carta: Desgraciadamente, la vida humana en este mundo no está exenta de diversos factores que provocan infelicidad, y esto es universal, aunque las causas varíen. En algunos casos, son los niños; en otros, la salud; en otros, el sustento; y así sucesivamente. Ir por la vida en completa felicidad no está en el destino del hombre.


Teniendo en cuenta esta realidad, la verdadera frontera para lograr la felicidad duradera está en los ámbitos internos de nuestra mente, no en las circunstancias de nuestra vida. No importa cuán grande sea nuestro estado de cosas, siempre habrá algo por lo que sentirse deprimido. El camino principal hacia la felicidad es, por lo tanto, entrenar proactivamente nuestra mente para que se concentre en el bien.


“A pesar del tono y el contenido [de su carta]”, dice una carta de 1960 a una mujer que escribió sobre sus sombríos sentimientos sobre la vida, no he perdido, Di-s libre, la esperanza de que eventualmente vea lo bueno en la vida, incluido lo bueno en su propia vida y, además, que también lo sienta en su corazón. Esto es especialmente cierto considerando la enseñanza jasídica de que en nuestro mundo todo está compuesto de bien y mal, y los seres humanos deben elegir qué aspectos enfatizar, contemplar y perseguir. En la vida de todos hay dos caminos: ver el bien o [ver lo contrario]...


No hace falta decir que mi intención no es insinuar que alguien merezca sufrimiento, Di-s no lo quiera. Mi énfasis es simplemente subrayar la realidad: el tipo de vida que vivimos, ya sea llena de satisfacción y significado o lo contrario, depende en gran medida de nuestra voluntad, la que dicta si nos centramos en lo positivo o en lo negativo.


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