sábado, 4 de junio de 2011

116: LOS PEORES SINSABORES Y ANGUSTIAS DEL HOMBRE VIENEN DE LO MISMO: DEL NO ENTENDER O DEL ENTENDER A MEDIAS.

Después de meterme en varios blogs he llegado al suyo y en él me he encontrado con que la gente que hace los comentarios los hacen en pleno raciocinio y no como en otros que simplemente dicen: ¡Qué bonito! ¡Qué lindo! En cambio a usted hasta lo tratan de neófito y eso me agrada de sobremanera. En ese entendido, señor Traumatológico voy a narrar lo que me sucedió en forma novelada para que así entiendan bien y de esa forma me den el consejo que necesito. Agradezco su comprensión y le reitero mis agradecimientos más sinceros. Anónimo.

Dirigió al susodicho una de esas miradas arrebatadas que no están aprobadas más que a las princesas y a las rameras; y el inexistente amor que publicaron aquellos ojos hizo suficiente avería en aquel hombre. Ella conoció, con delectación totalmente, la preponderancia de su aparatosa mirada, en la contestación que dio el joven sin expresar nada decididamente.

E, indudablemente, el sonrojo que incineró sus mofletes habló mejor que los mejores discursos, siendo a la vez interpretado perfectamente. Ante tan dulce aspecto, Ella, para estar segura de que aquello no era consecuencia del albur, ambicionó distinguir a donde alcanzaba la virtud de sus ojos. Y, prestamente de estimular bien más de treinta veces a su víctima, se certificó en el reconocimiento de que podía bizarramente seguirla hasta la consumación del universo.

Le sobresaltó tanto esta idea que, tres veces, le arremetió el deseo de ponerle en un montón todas las satisfacciones del varón y hacérselas experimentar en un santiamén de amor, a fin de no ser un día increpada por haber disipado no sólo la vida, sino también la felicidad de aquel hombre.
Ella salió por el lado del callejón donde estaba su seguidor, cruzó por delante de él, trató de insinuarle con una sensible mirada la pretensión que la persiguiera, y luego, para certificar en la comprensión e interpretación explicativa de aquella tenue invocación, la taimada tentadora se volvió después de pasar adelante, para requerir su compañía.

Vio entonces que él se apartaba un poco, pero sin resolverse a adelantar un paso, tan tímido era; mas, a esta última seña, el joven, seguro de no ser impertinente, se fusionó en la muchedumbre, trotando espaciosamente y sin sonido como aquel que teme dejarse ver en uno de esos sitios llamados malos. Y, fuese a la cabeza o al revés, a la derecha o a la izquierda, siempre la fascinante le mandaba una resplandeciente mirada, para fortalecer más y mejor atraerle a sí, como marinero que dócilmente alza el hilo para computar el peso de la presa.

En compendiadas cuentas Ella hizo tan bien el quehacer de las rameras, cuando se hubiera dicho que nada se parece tanto a una prostituta como una mujer incendiada.

Al abordar el porche de su residencia, echo un vistazo al joven para incitarlo a acompañarla, administrándole una mirada tan diabólica que él se arrimó a la soberana de su corazón; ella le brindó la mano y los dos aguijoneados y estremecidos por causas encontradas se introdujeron internamente en la mansión.

En aquel instante Ella se remordió y gravitando en el miembro de su galanteador le expresó: -Marchante mío he cometido una embarazosa incorrección para contigo, en el cuarto aledaño se halla un mulato morrocotudo con un aparato quilométrico que profanará de ti.

-¡Ah!- prorrumpió, sepultando en el fondo de su substancia una opaca consternación- Gratitudes os abastezco por querer usar de mí a manera de un objeto sexual de vuestra pertenencia… Sí, os idolatro tanto, que todos los días ensueño con ofreceros, una cosa que sólo una vez puede darse.

¡Tomad, pues, mi lo que querrás!

Oyendo estas salerosas y eróticas frases, prorrumpió: -¡Ah! si no fuese por el negro de mierda, ¡cuánto te amaría!

-¡Basta! Mi figura está desenredada, mi horóscopo pronostica que calzare cosas inconcebibles…

Al espectáculo del mohín y el talante lustroso de aquel individuo competente, la mujer se consideró magullada y atiborrada en su corazón. Y vertiginosamente se consideró aguijoneada con un hormigueo en los fondillos y gritó: -¡Comenzad! ¡os deseo!- improvisando un ademán de constreñirlo e incorporarlo a sus entrañas.

Más él, con el semblante en alto, traspasó la puertezuela.

El consejo que preciso, señoras y señores, es: ¿Qué debo hacer si esa bella mujer vuelve a devorarme con la mirada?

2 comentarios:

  1. He pasado de casualidad, siguiendo la lista de blogs de otra persona, y me encontrado con esto!

    No soy de dar consejos, prefiero que la gente aprenda sola.

    Todavía estoy pensando en tu relato, esta BUENISIMO.
    Besos!

    ResponderEliminar
  2. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    EL TAUROMAQUICO

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CARROS DE FUEGO, MEMORIAS DE AFRICA , CHAPLIN MONOCULO NOMBRE DE LA ROSA, ALBATROS GLADIATOR, ACEBO CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER ,CHOCOLATE Y CREPUSCULO 1 Y2.

    José
    Ramón...

    ResponderEliminar