Encendido el rostro y con extraordinaria vehemencia expresaba una prójima su opinión respecto a cierta amiga suya:
-¡A María Inés no le confiaría yo ni a mi hermano cura!
Gustavo, tomó la palabra:
-Ayer en la mañana, María Inés me decía que te tenia a ti por una de las amigas más dignas de confianza y más honesta de la ciudad. Indudablemente parece tenerte mucho aprecio.
La de la cara encendida, se puso más colorada aún.
-¡Oh María Inés es una amiga excelente! Yo estaba hablando en broma, nada más. La precio mucho…
Un rato después, le pregunte a Gustavo:
-¿Quién es María Inés?
-¡Quién diablos será! Ni siquiera conozco a la tal María Inés. Es un ardid que pongo cada vez que oigo hablar mal de alguien. Y siempre da resultado. Nadie puede seguir denigrando al que sabe que lo ha ensalzado… eso sería poner en tela de juicio el buen criterio de la otra.
Algo así como metiendo aguja para sacar hebra. Dices alguna mentirijilla para sacar la verdad,.
ResponderEliminarBeso
Si es que por la boca muere el pez....
ResponderEliminarUn saludo