sábado, 13 de agosto de 2022

0591: COVIDIOTA

 

Cuando apareció el bicho, trate de ser el mejor informado del barrio y en ese entendido leía El Español y el Diario.es y cuanto más leía: más me asustaba.

Así que corrí al espejo, me miré y me dije adiós, pues que tengo enfermedades de base, las tengo y con el bicho al acecho, mi camino al panteón se acortaba terriblemente.

Entonces escribí mi testamento y repartí mis posesiones entre mis hijos: la ganadería, la agricultura, la construcción y… dejé para “el hijo desconocido”: los planes nunca ejecutados. Ustedes saben que en el mundo en el que vivimos, cuando muere alguien como yo o como ustedes no va a faltar que aparezca alguien diciendo: “yo soy su hijo”

 

Leyendo la prensa europea me enteré que se estaban confinando y en ese sentido sin que autoridad alguna hable al respecto: me confine y les pedí a mis hijos que se confinen, a mi este asuntechi no fue catastrófico, porque hace años deje de parrandear y mis andanzas entre gallos y medianoche lo deje en manos de las vecinas (para solaz de ellas)

 

Después supe que los europeos se estaban vacunando, corrí a la prensa local y me di cuenta que las autoridades se hacían los suecos, los cuentistas locales estaban más enfocados en discutir (algo que somos duchos en este país), como se debe usar el barbijo o el tapa boca: si en la punta de la nariz, si a media nariz o al final de la nariz: si debajo de la jeta, si en la barbilla o en la nuez de adán, finalmente decidieron que ello estaba en función del tamaño de la cara del infractor.

 

Después de una larga y tediosa espera, el gobierno de izquierda, hizo tratos con un gobierno de izquierda (China) y con un gobierno que antes fue de izquierda (Rusia) y ahora con lo de Ucrania parece ser fascista. Según Ema, estas vacunas no servían para maldita cosa.

El asuntechi es que todo el mundo se vacunaba y yo seguía esperando que llegue la vacuna yanqui y esta nunca llegaba. Mis hijos tomaron esto, como un desafío y una mañana me sacaron de la cama y me llevaron a que mis carnes reciban una dosis de Sputnik y para aplacar mi rabieta me llevaron a pasear en la frontera con Brasil a mira a las garotas de Ipanema.

Bueno…ya han pasado los meses, mis hijos se han vacunado con el esquema completo, la madre de mis hijos se hizo colocar la cuarta dosis y yo sigo esperando la vacuna yanqui.

 

Pero antes de todas estas cosas, un día me di cuenta que no le tenía miedo al bicho (uso el barbijo en el transporte público, en los mercados y cuando trato con mujeres desconocidas)

En mis andanzas por las selvas, nunca lleve arma de fuego y por ahí andaban jaguares y siempre recordaba lo que un cazador me dijo: si se topa con alguno, el animal tendrá tanto miedo como usted y si no tiene por donde escapar… ahí lo atacara.

 

No le tengo miedo al bicho, tampoco tengo miedo morir he vivido una vida llena de aventuras, estuve en dos revoluciones; hice labores agrícolas, ganaderas, forestales, construí puentes de hormigón armado, hice proyectos de factibilidad y estudios de impacto ambiental y hasta la fecha sigo trabajando con un empresario brasileiro.

 

Soy un hombre feliz, amo a mis hijos y mis hijos me aman

Tengo nietos y bisnietos

Y los tengo a ustedes…

4 comentarios:

  1. Tienes lo más importante, sin duda. Espero que lo disfrutes durante mucho tiempo.
    Un abrazo.

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  2. He disfrutado mucho... pero que muchísimo de este escrito tuyo. El miedo solo como autodominio que nos ayude a ser mejores para nosotros mismos y los demás. Gracias por pasar por mi blog y darme las oportunida de conocer un hombre afortunado y sin miedos ;)
    Espero poder leerte mucho, que buen espacio este tuyo.
    Un abrazo.

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  3. Chlay, estoy segura de haber comentado esta entrada. Revisa los spam por favor.
    Yo tengo las cuatro vacunas y, al parecer tendremos en mi país una quinta dosis, pero pienso que tú puedes ser una persona asintomática. El bicho es super contagioso y, como no le tienes miedo, es muy probable que te hayas contagiado y no te hayas dado cuenta.
    Un abrazo

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  4. Suerte has tenido, no tientes al destino. Queremos tenerte aquí.

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