lunes, 30 de septiembre de 2024

0890: ¿Debe España pedir perdón a México por la Conquista?

¿Hernán Cortés fue un genocida o un libertador? ¿Moctezuma era un tirano temible o un papanatas tontorrón? ¿Malinche traicionó o se enamoró? Y la Conquista de América, ¿fue una masacre o una labor civilizadora? En definitiva, ¿debe España pedir perdón a México o México debería incluso darle las gracias a España?

Cualquiera de estas preguntas, sin embargo, hace que la mayoría de los historiadores encanezcan y suelten un hondo suspiro. hemos ha hablado con uno de ellos, Manuel Burón Díaz, profesor de Historia de América en la Universidad Autónoma de Madrid, para que nos explique por qué.


Pregunta: ¿Cuál es su opinión sobre esta controversia?

Respuesta: No es algo nuevo. Casi es algo ya recurrente, como una tradición a un lado y otro del charco. Esto remite al inicio del sexenio de López Obrador, cuando envía dos cartas, una al Papa, nada menos y otra al Rey. Y ahora con la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, pues se repite lo mismo. Es una polémica mediática, pero yo diría que no llega ni a conflicto diplomático. Es una polémica que Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum realizan principalmente de cara a la política interior de su país. Es una declaración de intereses para su electorado, para sus ciudadanos.

Yo creo que aquí los españoles y los europeos tenemos poco que decir. Porque intuyo que López Obrador y Claudia Sheinbaum saben ni el Papa Francisco les va a enviar el Código Florentino, como han solicitado, ni que el rey Felipe VI puede pedir perdón, porque el rey es jefe del Estado y no tiene poder ejecutivo y no puede contestar una carta sin el permiso... O sea, tendría que contestarla el Gobierno. Todo eso seguramente lo sepa el Gobierno mexicano y le da igual, porque es una polémica de puertas para adentro. Yo creo que el Gobierno español reacciona bien. Reacciona bien en 2019, obviando el asunto, y ha reaccionado bien ahora. Es una polémica que en el Gobierno mexicano interesa, que calculan que va a tener difusión, pero lo que tenemos que preguntarnos es, ¿por qué nos resulta polémico? Cuando esto sucede, no tenemos que mirar al pasado, tenemos que mirar al presente. No es una cuestión histórica. Es una cuestión política.


“El mesías tropical”

Pregunta: ¿Por qué el Gobierno de México ha revivido ahora la polémica?

Respuesta: López Obrador es un político que llega al poder despertando una gran expectativa y prometiendo muchas cosas, y casi con la cualidad de no suponer una legislatura más, sino un antes y un después en la historia mexicana. El historiador Enrique Krauze, en un famoso artículo, lo llama “el Mesías tropical”. Su Gobierno es “la Cuarta Transformación”: después de la Independencia, Benito Juárez y la Revolución, él es la Cuarta Transformación, y se supone que la definitiva, ¿no? Es tanta la esperanza, porque es toda una “transformación de un país”, que tiene que legitimarlo históricamente. Y entonces, no le vale ya el relato nacional del PRI, ni del PAN, por supuesto, ni el clásico, tiene que darle una vuelta más.


Pregunta: Alberto Núñez Feijóo ha replicado diciendo que le enviaría a Sheinbaum el libro ‘Nada por lo que pedir perdón’, de Marcelo Gullo, que defiende el legado español en América. ¿De verdad no hay nada por lo que pedir perdón? Y sobre todo, ¿quién sería ese “nosotros” que tendría que disculparse?

Respuesta: Primero habría que ver si pedir perdón sirve de algo. Yo creo que sí. Todo tratado de paz, toda conciliación, implica un perdón. El perdón es fundamental en política. Pero el problema, en efecto, es la cuestión temporal y el sujeto histórico, que es muy difícil de identificar. Yo digo que no nos dejemos arrastrar por el uso político de la Historia, que no nos impongan esta agenda de ‘pedir perdón o no’. Es una cuestión ideológica o política del Gobierno mexicano.

Pero también estoy completamente en contra de lo que sucede en muchos medios españoles, que es contraatacar con lo mismo. En la carta que AMLO le envía a Felipe VI, viene todo un memorial de agravios: desde Cortés hasta las intervenciones del siglo XIX de España en México. Y claro, lo que hace la prensa española es decir: ‘Claro, pero los mexicanos también hicieron esto o aquello’. Por ejemplo, que Miguel Hidalgo pasó a cuchillo a muchos españoles. Y los españoles contestan: ‘Es verdad que los españoles matamos, pero también trajimos las universidades...’ Entonces se convierte en una balanza, a ver qué domina más, si los agravios o las virtudes. Eso no tiene nada que ver con la Historia. Eso es totalmente rechazable.


España no conquistó México”

Pregunta: En un artículo, usted ha escrito que “ni la Monarquía Católica era España, ni España conquistó México, y este último país tiene poco o nada que ver con la antigua Triple Alianza o con México Tenochtitlán”. Con la interpretación que hacemos de la Historia desde el presente, ¿acabamos tergiversándola por completo?

Respuesta: Bueno, la Historia sólo se puede hacer desde el presente. Nosotros pensamos la Historia actualmente desde las categorías del presente, y nos cuesta mucho salir de nuestro ecosistema mental, de nuestro mobiliario mental. Y dentro de ese mobiliario, el Estado-nación, definido, sólido, social, transhistórico, podríamos decir, lo tenemos metido completamente. Entonces, hacemos una analogía entre la España actual y la monarquía católica, que no tiene nada que ver. En el pasado era una lógica corporativa, patrimonial, de raigambre religiosa, donde lo que importaba era más el patrimonio de la monarquía, que sustentaba territorios muy diferentes y se parecía más a una confederación que a otra cosa, y que incluía Nápoles, Sicilia, Nueva España y Filipinas.

Todo eso deriva en los Estados-nación modernos, que se diferencian de otras formas políticas en que necesitan legitimidad histórica. Y España, el Estado-nación que surge en el siglo XIX, no antes, decide declararse heredero de la antigua monarquía católica. ¿Es lo mismo? Hombre, tiene puntos en común, obviamente, pero en realidad no tiene nada que ver. Son unidades políticas diferentes, son lógicas políticas diferentes. Y eso lo hacen todos los países, no solo España. ¿Qué tiene que ver Egipto con las antiguas pirámides, qué tiene que ver la actual Grecia con la Atenas de Pericles? Y podría seguir y seguir. Todas las naciones tienen sus mitos de origen. Es una frase de un historiador que se llama Tomás Pérez Vejo: elegimos a nuestros antepasados.

Y en un momento dado, cuando se construye el Estado-nación mexicano, deciden declararse herederos de los ‘mexicas’, no de los mayas, ni de los mixtecos, ni de los mixes ni de los chinantecos. Y por supuesto, se definen en contra de lo español. Lo cual tiene cierto sentido, porque había una guerra de independencia contra Fernando VII. Hay unos que deciden dejar de llamarse españoles, que son los mexicanos, y otros que deciden seguir llamándose españoles, que son los españoles. Pero españoles, como dice la Constitución de Cádiz, había a un lado y a otro del Atlántico. Claro, explicar todo esto... Si yo soy un político, ya está todo el mundo dormido. Pero es que así es la Historia: tenemos que aproximarnos a lo que había entonces, no a lo que tenemos ahora.


“Una falsa dicotomía”

Pregunta: ¿Por qué sigue causando tanta controversia la Conquista de América, que sucedió hace 500 años?

Respuesta: Lo curioso es que la Conquista de América ha tenido muy mala fama siempre. Tú lees a Lope de Vega, lees a Cervantes, y consideraban a los conquistadores con cierto desprecio, que tenía que ver con que era gente generalmente del pueblo llano, hidalgos, que se habían ido a hacerse ricos... Esa visión se mantiene hasta el siglo XIX, cuando se crean precisamente todos los mitos nacionalistas, todas las estatuas...

Lo que quiero decir es que el relato de la Conquista se ha ido construyendo con el tiempo. Hay relatos del XVI y del XVII donde los indígenas cuentan cómo ellos ayudaron a Hernán Cortés. Hay relatos del XVIII donde los mexicanos empiezan a darse protagonismo, y en el XIX es la historia romántica, sobre todo desde Estados Unidos con William Prescott, que habla de Cortés y Malinche. Y el último despliegue, sin que los otros hayan dejado de estar activos, es que la Conquista es un genocidio. Es una de las preguntas que nos hacen siempre a los americanistas. Nos llaman cada 11 de octubre y nos dicen: la Conquista, ¿fue un acto civilizatorio o un genocidio?


Pregunta: ¿Y qué responde usted?

Respuesta: Rechazo la pregunta. ¿Genocidio? ¿Acto civilizatorio? Ninguno. Primero, porque son categorías muy nuestras. Estás haciendo una analogía interesada entre el holocausto nazi y la conquista de México o la conquista de Perú. Genocidio es un delito que se crea después del juicio de Nuremberg, y desde entonces es sinónimo del mayor delito de la historia de la humanidad, que es intentar acabar con una etnia, un pueblo, una raza entera. Bueno, si Cortés fue un genocida, también lo fue Enrique VIII, o Carlos V, o Mehmed II [ex sultán otomano]. Y así podríamos seguir. Creo que la cuestión es el uso político de la Historia. Más que revisionismo, lo llamaría uso político de la Historia.

De todos modos, siempre que me preguntan esto, respondo con una frase de un historiador británico, que además es sir, o sea que tengo bien cubiertas las espaldas, que se llama John Elliot, fallecido recientemente. Dice: “No hay ninguna duda de las atrocidades cometidas por los españoles en la Conquista”. Están en las fuentes españolas, están en las fuentes indígenas y están en las fuentes extranjeras. En esto, dice John Elliot, no se diferencia ni mucho ni poco con otras conquistas que ha habido antes, durante y sobre todo después. Pero en lo que sí se diferencia, lo que sí tiene de especial son personajes como Bartolomé de las Casas, como la propia polémica que ya hubo en su época acerca de la Conquista. AMLO rechaza la conquista, pero es que los españoles del XVI también. Y terminaba diciendo John Elliot: “Es muy difícil encontrar un Bartolomé de las Casas británico”.

Estas disyuntivas, estas subordinadas, son tan poco impactantes para un nivel de medios de comunicación, de Twitter, de AMLO, de Feijóo, de Sánchez, me da igual, que no hay tiempo para explicarlas. Entonces, ¿genocidio o labor civilizatoria? Ninguna. Es una falsa dicotomía.


Pregunta: ¿Uno de los problemas es la manera en que estudiamos la Historia?

Respuesta: Es un tema muy complejo, porque los profesores tenemos que dar un currículum, y este es limitado. Muchos responderán que hay que enseñar Historia crítica. Y es verdad, hay que enseñar a los alumnos, y no solo a los alumnos, diría a los ciudadanos mexicanos y españoles, a estudiar Historia “en defensa propia”. Porque siempre va a venir un AMLO, un Pedro Sánchez o un Feijóo que van a intentar utilizar la Historia y dar una versión interesada. Para los líderes, la Historia es un recurso muy preciado. Excavan en ella como los conquistadores en Potosí, en Zacatecas, y utilizan ese recurso tan valioso para sus propios proyectos políticos en el presente. Lo bonito de estudiar Historia “en defensa propia” es que como ciudadanos y ciudadanas sepamos criticar esos usos interesados.

 

jueves, 26 de septiembre de 2024

0889: la cinta roja

Llevaba una llave de la puerta. Entró con sigilo, estremeciéndose de placer, gozoso de la sorpresa que preparaba. Su mujer se había cerrado por dentro en su alcoba. ¡Qué fastidio! Entonces el señor Sacrement gritó, golpeando la puerta:

-¡Yo soy! ¡Juana!

Ella debió de sentir una impresión muy terrible, porque la oyó saltar de la cama y hablar en voz alta como cuando se padece una pesadilla. Luego, entró en su tocador, abriéndolo y cerrándolo precipitadamente, hizo muchas evoluciones por el cuarto, yendo y viniendo con los pies desnudos. Al fin, preguntó:

-¿De veras eres tú, Alejandro?

-Sí, mujer; yo soy. ¡Abre!

Abriose la puerta, y la mujer se arrojó en brazos del marido, balbuciendo:

-¡Ah! ¡Qué miedo! ¡Qué sorpresa! ¡Qué alegría!

El señor Sacrement, como de costumbre, comenzó a desnudarse metódicamente. Luego descubrió, sobre una silla, el abrigo que solía dejar en el perchero, y cogiéndolo, se quedó asombrado al ver lucir una cinta roja en el ojal de la solapa. Tartamudeó:

-Este… este…, este abrigo… ¡está… condecorado!

Su mujer, de un brinco, lanzose hacia él queriéndole quitar de las manos aquella prenda:

-No; deja; te equivocas… Dámelo.

Pero el señor Sacrement, teniéndolo bien agarrado, como un loco, repetía:

-¿Por qué? ¿Por qué? Tú lo sabes; ¿qué abrigo es éste? No es el mío, puesto que lleva la cinta de la Legión de Honor.

Ella procuraba por todos los medios arrancárselo, descompuesta y turbada:

-Óyeme… Atiéndeme… Déjalo… No me hagas hablar… Es un secreto… Un secreto…

Él, incomodándose, palidecía:

-¡Necesito saber qué hace aquí ese abrigo, que no es el mío!

La mujer, entonces, le dijo al oído:

-Sí… Calla…, júrame ser prudente… Escucha… ¡Sí!… ¡Estás condecorado!

Sacudiole de tal modo su emoción que, soltando el abrigo, fue a desplomarse sobre un sofá.

-Que yo estoy… ¿Dices que… me han condecorado?

-Sí… Es un secreto… Un secreto.

Entre tanto, guardaba el abrigo en un armario, bajo llave, y volviéndose hacia su marido, temblorosa y pálida, prosiguió:

-Sí; es un abrigo que te mandé hacer para sorprenderte. Pero había jurado no decirte nada. Tu nombramiento no será oficial hasta que pase un mes o mes y medio, cuando termines tu comisión histórica. No debía decírtelo hasta entonces. El diputado Rosselin ha obtenido para ti ese honor.

El señor Sacrement, desfallecido, balbuceó:

-Rosselin… Rosselin… Condecorado… Me ha condecorado… A mí…, él… ¡Ah!

Tuvo que beber agua para calmarse.

Una tarjeta yacía en el suelo. El señor Sacrement la recogió, leyendo en ella:

Armando Rosselin Diputado

-¡Lo estás viendo! ¡Inocente! -dijo la mujer. Entonces él rompió a llorar de alegría.

Y a la semana siguiente anunciaba el Diario Oficial que el señor Sacrement era nombrado caballero de la Legión de Honor, en virtud de los servicios excepcionales prestados por él mismo.


Guy de Maupassant

 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

0888:la edad media

 EN LOS AÑOS 1600 Y 1700, al visitar el Palacio de Versalles en París, se observa que el suntuoso palacio no tiene baños.

En la Edad Media, no había cepillos de dientes, perfumes, desodorantes, y mucho menos papel higiénico. 

Los excrementos humanos eran lanzados por las ventanas del palacio.

En un día de fiesta, la cocina del palacio pudo preparar un banquete para 1500 personas, sin la más mínima higiene. 

En las películas actuales vemos a las personas de esa época sacudirse o abanicarse... 

La explicación no está en el calor, sino en el mal olor que emitían debajo de las faldas (que fueron hechas a propósito para contener el olor de las partes íntimas, ya que no había higiene). Tampoco era costumbre ducharse debido al frío y la casi inexistencia de agua corriente. 

Solo los nobles tenían lacayos para abanicarlos, para disipar el mal olor que exhalaban el cuerpo y la boca, además de ahuyentar a los insectos.

Los que han estado en Versalles han admirado los enormes y hermosos jardines que, en ese momento, no solo se contemplaban, sino que se usaban como retrete en las famosas baladas promovidas por la monarquía, porque no había baños.

En la Edad Media, la mayoría de las bodas se realizaban en junio (para ellas, el comienzo del verano).

La razón es simple: el primer baño del año se tomaba en mayo; así que, en junio, el olor de la gente todavía era tolerable.

Sin embargo, como algunos olores ya comenzaban a molestar, las novias llevaban ramos de flores cerca de sus cuerpos para cubrir el hedor.

De ahí la explicación del origen del ramo de novia.

Los baños se tomaban en una sola bañera enorme llena de agua caliente.

El jefe de la familia tenía el privilegio del primer baño en agua limpia.

Luego, sin cambiar el agua, llegaban los demás en la casa, en orden de edad, mujeres, también por edad y, finalmente, niños.

Los bebés eran los últimos en bañarse. Cuando llegaba su turno, el agua en la bañera estaba tan sucia que era posible matar a un bebé adentro. 

Los techos de las casas no tenían cielo y las vigas de madera que los sostenían eran el mejor lugar para que los animales: perros, gatos, ratas y escarabajos se mantuvieran calientes.

Cuando llovía, las filtraciones obligaban a los animales a saltar al suelo. 

Los que tenían dinero tenían platos de lata. Ciertos tipos de alimentos oxidaban el material, causando que muchas personas mueran por envenenamiento. Recordemos que los hábitos higiénicos de la época eran terribles.

Los tomates, siendo ácidos, se consideraron venenosos durante mucho tiempo, las tazas de lata se usaban para beber cerveza o whisky; esta combinación, a veces, dejaba al individuo "en el piso" (en una especie de narcolepsia inducida por la mezcla de bebida alcohólica con óxido de estaño).

Alguien que pasara por la calle pensaría que estaba muerto, así que recogían el cuerpo y se preparaba para el funeral.

Luego se colocaba el cuerpo sobre la mesa de la cocina durante unos días y la familia se quedaba mirando, comiendo, bebiendo y esperando a ver si el muerto se despertaba o no.

De ahí la que a los muertos se les vela (velatorio o velorio), que es la vigilia al lado del ataúd.

Inglaterra es un país pequeño, donde no siempre había lugar para enterrar a todos los muertos.

Luego se abrían los ataúdes, se extraían los huesos, se colocaban en osarios y la tumba se usaba para otro cadáver.

A veces, al abrir los ataúdes, se notaba que había rasguños en las tapas en el interior, lo que indicaba que el hombre muerto, de hecho, había sido enterrado vivo.

Así, al cerrar el ataúd, surgió la idea de atar una tira de la muñeca del difunto, pasarla por un agujero hecho en el ataúd y atarla a una campana.

Después del entierro, alguien quedaba de servicio junto a la tumba durante unos días.

Si el individuo se despertaba, el movimiento de su brazo haría sonar la campana.

Y sería "salvado por la campaña", una expresión utilizada por nosotros hasta hoy.


viernes, 13 de septiembre de 2024

0887: sonrisear II

 Dos amigos que se encuentran después de mucho tiempo y uno que le dice al otro:

– ¡Hombre, Manuel, cuánto tiempo sin verte! ¿Y eso, qué es de tu vida?

– Pues nada, ya ves, resulta que un día me encontré con una lámpara mágica, con genio y todo.

– ¿Sí? No me digas, oye pues dejame pedirle un deseo al genio ese, ¿no?

-Bueno, no veo por qué no. Lo único malo es que el genio es un poco sordo, pero por lo demás… Vente que lo tengo en mi barco.

Total que se van andando los dos y llegan al paseo marítimo. Y el otro, ya impaciente, ve un pedazo de yate y le pregunta a su amigo:

– ¡Manuel, es ese tu barco!

– No, no, el mío está al final del muelle.

Ven un velero, majestuoso y el otro:

-¡¿No me digas que ese es tu barco?

– Que va, que va, si es el último del todo:

Siguen andando y cuando ya no hay más barcos ven al fondo una boya enorme, más grande que una casa, con su campana y todo y dice el amigo:

– Ese es mi barco.

Así que el otro, todo extrañado lo sigue y se meten dentro de la boya. A lo que el otro le da la lámpara y le dice que pida lo que quiera. El colega no se lo piensa mucho y frota la lámpara y cuando sale el genio, va y le dice:

-¡¡Quiero que al llegar a mi casa haya un millón de pelas!!

Y el genio:

– ¡¡Concedido!!

El notas sale corriendo, todo impaciente, sin despedirse ni nada y cuando llega a su casa, abre la puerta y se encuentra que está todo lleno de velas.

– ¡¡Velas!! -exclama- ¿Pero esto qué es?

Así que coge y vuelve para pedirle explicaciones al amigo.

El amigo, que se lo veia venir, le explica:

– Ya te lo dije, que el genio era un poco sordo, ¿tú por qué te crees que yo tengo la boya más grande del mundo?


miércoles, 11 de septiembre de 2024

0886: sonrisear

Un tipo que se hecha una novia japonesa con la que, cada vez que hace el amor, la tía le grita:

-¡Llama, llama! ¡Llama, llama!

El hombre, un poco angustiado, se lo cuenta a un amigo suyo, el cual le aconseja que, cuando ella le grite «¡Llama, llama!», él le grite lo mismo, a ver qué pasaba. El hombre se queda conforme y a la siguiente vez que está con la japonesa liado, otra vez empieza ella:

– ¡Llama, llama! ¡Llama, llama!

Entonces el tipo, ni corto ni perezoso, le grita también a la japonesa:

– ¡Llama,llama! ¡Llama, llama!

Y entonces, va la tía y le mete el dedo en el culo, a lo que el hombre grita:

– ¡Corta, corta! ¡Corta, corta!



Estaba la señora marquesa jugando a las adivinazas con sus amigas cuando llegó su amigo el conde de visita. El conde quiso sumarse al juego, así pues la marquesa y sus amigas se reunieron en un corrillo y, trás unos cuantos cuchicheos le hicieron la primera pregunta:

– ¿Qué es duro y redondo y se mete hasta el fondo?

El señor conde se lo piensa un poco y dice, dudoso:

– ¿La polla?

– ¡¡Pero qué escándalo- exclama la marquesa- Es usted un impresentable!! Si era el anillo ¡¡ Fermín, la chaqueta y el sombrero del señor conde, que ya se iba!!

El conde un poco consternado se diculpa y pide que sigan con el juego, que no volvería a ocurrir nada parecido. Así que, de nuevo, se reunen las señoras en un corrillo y vuelven a preguntarle:

– Con la punta se apunta y con el culo se aprieta y con lo que cuelga se tapa la grieta.

El señor conde, sudando vuelve a responder:

– ¿La polla?

De nuevo se indigna la marquesa y exclama:

– ¡¡Sin vergüenza, asqueroso!! Si era la aguja ¡¡Fermín, la chaqueta y el sombrero del señor conde que ya se iba!!

– ¡Perdón, perdón!- pide el señor conde, avergonzado- No volverá a ocurrir. Intentémoslo una vez más.

Así que, por tercera vez, se reunen las mujeres en corro tras unos cuantos bisbiseos y deciden hacerle la adivinaza de la galleta:

– Entra dura y arrogante y sale fofa y chorreante.

A lo que el señor conde responde:

– ¡Fermín, la chaqueta y el sombrero porque está vez es la polla!!

 

martes, 10 de septiembre de 2024

0885: un amanecer en abril

 Barry paseó la mirada por los libros y alambiques que lo rodeaban. Hubo otra pausa.

−¿Entonces cómo llegué aquí?
−Yo lo traje.
−¿Usted es doctor?
Lenoir asintió, con orgullo. Toda su actitud había cambiado.
−Sí, soy doctor −dijo−. Sí, yo lo traje aquí. ¡Si la Naturaleza no quiere cederme el conocimiento, entonces puedo conquistar a la propia Naturaleza, puedo obrar un milagro! Al diablo con la ciencia entonces. Yo era cientifico... −miró a Barry con los ojos ardientes−. ¡Ya no! Me llaman idiota, hereje. ¡Por Dios, soy algo peor que eso! ¡Soy un hechicero, un mago negro, Jehan el negro! La magia funciona, ¿verdad? Entonces la ciencia es una pérdida de tiempo. ¡Ja! −dijo, pero en realidad no parecía triunfante−. Me gustaría que no hubiese funcionado −dijo con más calma, paseándose de aquí para allá entre los infolios.
−A mí también
−¿Quién es usted? −Lenoir alzó una mirada desafiante hacia Barry
−Barry A. Pennywither. Soy profesor de francés en el Munson College de Indiana, de licencia en París para proseguir mis estudios de francés medieval tar... −se detuvo; acababa de tomar conciencia del acento que tenía Lenoir−. ¿En qué año estamos? ¿En qué siglo? Por favor, doctor Lenoir... −el francés parecía confundido; los significados de las palabras cambian tanto como su pronunciación−. ¿Quién gobierna este país?
Lenoir se encogió de hombros, con el movimiento pico de un francés (hay cosas que nunca cambian).
−Luis es rey −dijo−. Luis XI. La vieja araña mugrienta.
Se quedaron mirándose el uno al otro como indios de madera durante cierto empo. Lenoir fue el primero en hablar.
−¿Entonces usted es un hombre?
−Sí. Escuche, Lenoir, creo que usted... su encantamiento...tiiene que haber chapuceado un poco.
−Es evidente −dijo el alquimista−. ¿Usted es francés?
−No.
−¿Es inglés? −los ojos de Lenoir ardieron−. ¿Es usted un mugriento anglo?
−No. No. Soy de Norteamérica. Vengo de... de su futuro. Del siglo veinte después de Cristo −Barry se ruborizó. Sonaba tonto, y él era un hombre modesto, pero sabía que no se trataba de un espejismo. El cuarto en el que se encontraban, su cuarto, se veía nuevo. No con cinco siglos de edad. Descuidado, pero nuevo. Y la copia de Albertus Magnus que estaba junto a su rodilla era nueva, encuadernada en suave y flexible piel de becerro, con las letras doradas refulgentes. Y allí estaba Lenoir con su manto negro, no de traje, en casa...
−Le ruego que se siente, señor −estaba diciendo Lenoir; y agregó, con la cortesía espléndida aunque abstraída del erudito pobre−: ¿Le cansó el viaje? Tengo pan y queso, si quiere hacerme el honor de compartirlos.
Estaban sentados a la mesa mascando pan y queso. Al principio Lenoir intentó explicar por qué había probado con la magia negra.
−Estaba harto −dijo−. ¡Harto! Hace veinte años que soy esclavo de la soledad, ¿por qué? Por el conocimiento. Para aprender algunos de los secretos de la Naturaleza.
Clavó el cuchillo un centimetro en la madera de la mesa, y Barry saltó. Lenoir era un hombrecito delgado, pero evidentemente apasionado. Tenía un rostro magnífico, aunque pálido y enjuto: inteligente, alerta, vivaz. A Barry le recordaba el rostro de un famoso fisico atómico, cuya fotografiaa había aparecido en los diarios hasta 1953. Por alguna razón la semejanza lo impulsó a decir:
−Algunos sí, Lenoir; hemos aprendido un poco, aquí y allá...
−¿Qué? −dijo el alquimista, escéptico, pero curioso.
−Bueno, no soy cientifico...
−¿Puede hacer oro? −sonreía mientras preguntaba.
−No, no creo, pero ellos hacen diamantes.
−¿Cómo?
−Con carbón, hulla, entiende: someta a mucho calor y presión, según creo. La hulla y el diamante son carbón, entiende, el mismo elemento.
−¿Elemento?
−Como le decía, yo no soy...
−¿Cuál es el elemento primordial? −gritó Lenoir, con los ojos en llamas, el cuchillo en la mano.
−Hay unos cien elementos −dijo Barry fríamente, ocultando su alarma.
Dos horas después, una vez que le arrancó a Barry hasta la última gota de los restos del curso de química de la facultad, Lenoir se abalanzó fuera, a la noche, y reapareció poco más tarde con una botella.
−¡Oh, maestro mío −exclamó−, pensar que le ofrecí sólo pan y queso! −era un agradable burgundy, cosecha 1477, un buen año; después de que bebieron una copa juntos Lenoir dijo−: Si pudiese devolverle el favor...
−Puede. ¿Conoce el nombre del poeta François Villon?
−Sí −dijo Lenoir con cierta sorpresa−, pero sólo escribía basuras
−¿Sabe cómo o cuándo murió?
−Oh, sí; ahorcado aquí en Mon aucon, en el 64 o el 65, con una pandilla de malhechores como él. ¿Por qué?
Dos horas después la botella estaba vacía, sus gargantas estaban secas, y el vigilante había dado las tres de una madrugada límpida y fría.
−Jehan, estoy agotado −dijo Barry−. Será mejor que me envíe de vuelta.
El alquimista era demasiado cortés, se sentia demasiado agradecido y tal vez también demasiado cansado como para discutir. Barry se paró rígidamente dentro de la estrella de cinco puntas
−Adieu −dijo Lenoir con tristeza.
−Au revoir −contestó Barry.
Lenoir empezó a leer el encantamiento hacia atrás. La vela parpadeó, su voz se dulcificó:
−Me audi, haere, haere −leyó, suspiró, y alzó los ojos.
La estrella de cinco puntas estaba vacía. La vela parpadeó.
−¡Pero aprendí tan poco! −exclamó Lenoir dirigiéndose al cuarto vacío; después golpeó el libro abierto con los puños y dijo−: Y un amigo como ese... un verdadero amigo...
Fumó uno de los cigarrillos que le había dejado Barry: se había aficionado al tabaco en seguida. Durmió, sentado ante la mesa, durante un par de horas. Cuando despertó caviló un momento, volvió a encender la vela, fumó el otro cigarrillo, después abrió el Incantatoria y empezó a leer en voz alta:
−Haere, haere...
−Oh, gracias a Dios −dijo Barry, saliendo con rapidez de la estrella de cinco puntas y estrechando la mano de Lenoir−.¡Escuche, regresé allí, a este cuarto, este mismo cuarto, Jehan! Pero antiguo, horriblemente antiguo, usted no estaba allí... Pensé: Dios mío, ¿qué he hecho? Vendería mi alma por regresar, por estar con él... ¿Qué puedo hacer con lo que he aprendido? ¿Quién me creería? ¿Cómo puedo probarlo? ¿Y a quién demonios podría decírselo en todo caso? ¿A quién le importa? No podía dormir, me quedé sentado y gemí durante una hora...
−¿Se quedará?
−Sí. Mire, traje esto: por si usted me invocaba −avergonzado, exhibió ocho paquetes de Gauloises, varios libros, y un reloj de oro−. Podría venderlo por un buen precio −explicó−. Sabía que los francos en billetes no servirían de mucho.
Al ver los libros impresos los ojos de Lenoir refulgieron de curiosidad, pero siguió inmóvil.
−Amigo mío −dijo−, usted dijo que vendería el alma... sabe... yo también. Pero no lo hicimos. ¿Cómo pasó esto, después de todo? Que los dos seamos hombres. No demonios. Sin pactos firmados con sangre. Dos hombres que vivieron en este cuarto...
−No sé −dijo Barry−. Lo desentrañaremos más tarde. ¿Puedo vivir con usted, Jehan?
−Haga de cuenta que está en su casa −dijo Lenoir con un gesto elegante que abarcó el cuarto, los estantes de libros, los alambiques, la vela que palidecía.
Al otro lado de la ventana, gris sobre gris, se alzaban las dos grandes torres de Notre Dame. Era el amanecer del 3 de abril.

Ursula K. Le Guin

sábado, 7 de septiembre de 2024

0884: él no tiene ni una cosa, ni la otra

 Una noche más, el restaurante más famoso de la televisión abrió sus puertas para dar nuevas oportunidades a solteros y solteras de encontrar el amor. Fue el caso de Magda, de 55 años, y de Serafín, de 60, que visitaron 'First Dates' con ganas de encontrar a alguien. Sin embargo, su cita fue de mal en peor.


El primero en entrar al restaurante fue Serafín, policía jubilado y de León, que entró reconociendo que no había tenido mucha suerte en el amor. "Busco la felicidad. Busco compromiso", explicó al programa, y le comentó a Carlos Sobera que quería a una mujer que fuera activa, que estuviera "estilizada" y se cuidara.


El programa le preparó una cita con Magda, brasileña residente en Granada, que reconoció en su presentación que era "un poco antigua" con respecto a lo que esperaba de un hombre.


¿Las primeras impresiones? Sin duda, no fueron buenas. Aunque la soltera sí se mostró bastante abierta a conocer a su cita, a Serafín físicamente no le gustó. "Se ve que es una mujer que no ha hecho deporte en su vida", comentó ante las cámaras del programa.


Como decíamos, la cosa no mejoró. No sólo no compartían intereses o aficiones, sino que pronto llegaron los primeros rifirrafes en la mesa, con preguntas por parte de Magda que no gustaron nada a Serafín. "A esta mujer la veo un poco dominadora, que te influye en el carácter y quiere amoldarte al carácter de ella", observó.


A pesar de que la cosa no iba bien, Magda no dejó de preguntar e incluso se interesó por el ámbito romántico y sexual, preguntando a Serafín por sus relaciones sexuales y con cuántas mujeres se había acostado. "Uno no lleva la cuenta de eso tampoco. No soy aquí Julio Iglesias...", comentó, incómodo, el de León. "No es el momento adecuado ni la situación", se quejó en los totales.


Pero eso no fue todo. Y es que la soltera sorprendió lanzando la siguiente pregunta: "¿Puedo preguntar qué tamaño de zapato usas?". "43,5 largo", respondió con sequedad el soltero. "Cuánto mides de pie es una pregunta indiscreta para ver cuánto mides de verga", comentó después el expolicía.


"¿Sabes una cosa? La mujer no disfruta porque la verga sea más grande, sino porque sea más gorda", le soltó a continuación Serafín. "Yo no he dicho nada", contestó Magda, en un ambiente de clara tensión. "Yo pienso que él no tiene ni una cosa, ni la otra", confesó después la soltera.


lunes, 2 de septiembre de 2024

0883: chistes de humor negro graciosos y originales no aptos para todos los lectores

 El humor negro es como follar sin condón, hay que saber dónde y con quién hacerlo", eso lo dice Dani Rovira, que algo sabe sobre el tema. "Si no me molestaron los chistes sobre mí en plena adolescencia, ¡cómo me van a molestar ahora!", lo añade Irene Villa, que por desgracia sabe más aún, aunque por otros motivos. ¿Os parece una buena presentación de un artículo sobre chistes de humor negro?

Está claro que los chistes de humor negro ofensivos o de mal gusto, ya sean sobre sexo, muerte o desgracias en general, no son para todo el mundo, así que si te encuentras en el grupo de los que se ofenden fácilmente, lo mejor es que dejes de leer este ahora mismo. Mira, aquí tienes uno sobre los mejores chistes malos. ¡Son tan malos que son buenos y no corres peligro de que te sangren los ojos!

57 chistes de humor negro que hay que contar con precaución (por ser muy fuertes)

El humor negro puede ser una forma de comedia que provoca risas y reflexiones, pero siempre debe manejarse con cuidado. Los chistes de humor negro, como los 60 que os ofrecemos a continuación, suelen abordar temas sensibles y pueden resultar ofensivos si no se cuentan en el contexto adecuado. Es importante que conozcas bien a la audiencia y el entorno antes de compartir este tipo de humor, para evitar malentendidos y asegurar que todos puedan disfrutar de la broma sin incomodidades. Suerte y al toro.

71 Mis padres me criaron como hijo único, lo que fue una putada para mi hermano pequeño.

72 No eres un completo inútil. Siempre puedes ser utilizado como un mal ejemplo.

73 Dicen que el mejor camino hacia el corazón de un hombre es a través del estómago. Pero yo creo que apuñalarle directamente en la caja torácica es mucho más fácil.

74 Un médico entra en una habitación con un paciente moribundo y le dice: "Lo siento, pero solo te quedan diez". El paciente le pregunta: "¿Diez qué, doctor? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas?". El médico lo mira con calma y dice: "Nueve".

75 Hace unos años lancé un bumerán. Ahora vivo en un miedo constante...

76 Pensé que abrir una puerta para una dama era de buenos modales, pero ella simplemente me gritó y salió volando del avión.

77 "Mi abuela me trata como una estrella de rock. Supongo que por eso me deja firmarle las tetas". (Zach Galifianakis)

78 ¿Por qué los amigos se parecen mucho a la nieve? Si haces pis sobre ellos, desaparecen.

79 El otro día, mi mujer me pidió que le pasara su lápiz de labios, pero accidentalmente le pasé una barra de pegamento. Todavía sigue sin hablarme.

80 Dale a un hombre un billete de avión y volará durante un día. Empújale desde un avión a 10.000 metros y volará durante el resto de su vida.

81 Abuela: "La mayoría de las personas de tu edad ya están casadas, ¿por qué tú no?". Yo: "La mayoría de las personas de tu edad ya están muertas, ¿por qué tú no?".

82 "Ay, doctor, estoy muy nervioso. Esta es mi primera operación". "No se preocupe. La mía también".

83 ¿Cuál es la diferencia entre un Lamborghini y un cadáver? No tengo un Lamborghini en el garaje.

84 ¿Por qué Michael Jackson no puede acercarse a menos de 500 metros de una escuela? Porque está muerto.

85 ¿Qué es peor que morder una manzana y encontrar un gusano? Morder una manzana y encontrar medio gusano.

114 Hemos mantenido la habitación exactamente igual que el día que desapareció, hace ya 6 años, agente. Señora, hay un esqueleto detrás de la cama. ¡No jodas: Timmy!

115 Cari, hoy comemos en casa de mi madre.

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¿Cari?

Ok.