sábado, 21 de junio de 2025

0940: BOLUDO

 Pocos saben que la palabra "boludo", tan común en Argentina y Uruguay, no nació como un simple insulto. En el siglo XIX, durante las guerras de independencia y las guerras civiles argentinas, se usaba para referirse a los jóvenes soldados inexpertos que llevaban boleadoras en lugar de armas de fuego. Eran vistos como torpes y sin preparación… y así nació el término.

Pero lo que comenzó como una burla evolucionó con el tiempo. En el siglo XX, "boludo" pasó de ser un insulto a una palabra cotidiana entre amigos, hasta convertirse en parte de la identidad cultural argentina. Hoy puede significar desde “amigo” hasta “idiota”, dependiendo del tono y el contexto.


El Lobo 

El lobo nunca come cadáveres, ni de animales, ni de personas; pasa toda su vida con una pareja, no se aparea con su madre ni con su hermana; es un animal monógamo, no engaña. 

Si un socio muere, el lobo permanece solo; conoce bien a sus pequeños: es el único animal que ayuda a sus padres después de una profunda vejez y les trae comida.

Cuando matas a un lobo, te mira a los ojos hasta que su alma lo abandona; es 25% más inteligente que el perro más inteligente, y es el único animal que no obedece al entrenamiento, dicen. Los lobos piensan, sueñan, hacen planes, se comunican unos con otros de manera inteligente y se parecen mas a nosotros que ningun otro ser vivo.

CUANDO GANAN UNA PELEA...EL VENCEDOR PODRÍA TERMINAR CON SU RIVAL MATANDOLO...PERO SIMPLEMENTE LO DEJA MARCHAR...SI ESO NO ES SABIDURÍA Y VALENTÍA KE ME LO DIGAN...ADMIRO A ESTOS ANIMALES.


En el año 1904 en el Café Levante. 

Allí todas las noches se reunían los intelectuales de la generación del 98 en una tertulia, creada por el gallego Ramón María del Valle-Inclán. 

Una noche del 13 de mayo de ese mismo año, estaban hablando de los españoles y de los distintos tipos y clases, entonces el novelista vasco Pío Baroja, levantó la voz y dijo: 

“La verdad es que en España hay siete clases de españoles… Sí, como los siete pecados capitales. 

1) los que no saben; 

2) los que no quieren saber; 

3) los que odian el saber; 

4) los que sufren por no saber; 

5) los que aparentan que saben; 

6) los que triunfan sin saber, y 

7) los que viven gracias a que los demás no saben. 

Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”.

Unamuno y Benito Pérez Galdós, presentes aquella noche, le aplaudieron.


Un samurái preguntó por el cielo… y casi desató el infierno.

Un guerrero fue a visitar al maestro Hakuin, en busca de sabiduría.

—¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo?

—¿Dónde están sus puertas? —preguntó—. ¿Cómo puedo encontrarlas?

Hakuin lo miró con calma y le respondió con otra pregunta:

—¿Y tú quién eres?

—Soy un samurái. Un comandante. Hasta el emperador me respeta.

El maestro se rió:

—¿Tú? Pareces más un mendigo que un guerrero.

El samurái, herido en su orgullo, desenvainó su espada, dispuesto a matar al anciano.

Pero entonces, Hakuin lo miró fijamente y dijo:

—Ésa… es la puerta del infierno.

El samurái comprendió.

Volvió a envainar su arma, respiró hondo, y se inclinó con respeto.

—Y esa… es la puerta del cielo —dijo el maestro.

El infierno y el cielo no son lugares lejanos.

Son elecciones que habitan en cada instante.


martes, 17 de junio de 2025

0939: NO ME LLAMES PUTA

Y entré a un bar; me senté en medio de esa gente del bajo mundo; se me acercó una chica muy guapa, olía a cigarro y alcohol y me dijo:

—¿Me invitas una cerveza?

Le pedí una botella y me volvió a decir: 

—Llévame a dormir contigo, no te cobraré me caes bien.

—(Le sonreí) No busco sexo, solo vine por una cerveza.

—¿Eres gay?

—Algo parecido, soy escritor.

—¿Me escribirías un poema?

—Claro, ¿porque no? solo dime qué título quieres que le ponga y te la escribo.

—“NO ME LLAMES PUTA”, me gustaría que se llamara así.

—Ok, mientras acabo mi cerveza, cuéntame de ti, así  quizás con suerte te escribo algo lindo. 

Era muy bella,  demasiado se podría decir, no entendía cómo podía ella estar en medio de esa gente del bajo mundo, sus ojos eran muy bellos, aunque reflejaban tristeza, y dolor.

Empezó a contarme su historia, y yo agarré un lapicero y empecé a escribir en una servilleta 

“NO ME LLAMES PUTA”.

Confundida, llagas en el alma y otras en el cuerpo de las veces que se le escapó a la muerte; cuerpo lleno de marcas de los cientos de manos que recorrieron sus tetas y sus nalgas, que una buena ducha no te lo quita, ya que esas marcas son más fuertes que un tatuaje, esas se marcan en el alma; nariz manchada con un polvo blanco, dulce medicina para no pensar en los monstruos que se tiran encima de ella, apagando por 100 dólares su calentura lo que no pueden conseguir como hombres. Ave que volaba tratando de conquistar el mundo, hoy esa ave camina con el ala rota, sin poder alzar vuelo y es burla de palomas y uno que otro gallinazo, llamándole puta.

Puta porque sus hombres buscan en mí, lo que ellas como mujer no pueden darles.

Puta porque en un mundo donde buscan igualdad, juzgan a la mujer llamándole puta y al hombre nadie le dice nada.

Pero puta no solo es la mujer que se acuesta por dinero con muchos hombres…  hay putas que aún  teniendo pareja van de coqueta con otro, o peor otras se van a la cama de a gratis, eso sí es peor que puta, porque al menos yo cobro.

No me llames puta, porque puta también es aquella que aun casada aguanta a un hombre que ya no ama y en las noches de sexo tiene que aguantarse que se la cojan, aún ella sin quererlo porque dicen que es legal, están casado, o peor dicen que por los hijos lo aguantan.

Putas que vendieron su libertad y mataron su sueño, y se volvieron unas amargadas dibujando sonrisas prostitutas para aparentar felicidad,

Putas porque mataron sus ideales por dinero, y apoyan al mejor postor, eso sí es ser peor que puta; pero no, la sociedad no mira eso…

No me llamen puta, por solo acostarme por dinero; porque hay mujeres más putas que vendieron su identidad… 

Como la mujer adúltera que trajeron delante del señor Jesucristo, para apedrearle, y yo me pregunto, ¿por qué no trajeron al hombre, si fueron encontrados infraganti los dos? mundo de hipócritas, eso sí es ser putas.

No me llames puta, porque a la verdad yo lo hago a sabiendas que esto es ser puta, en cambio ustedes lo hacen y se hacen los santos, y si ustedes siendo putas no quieren que lo llamen así, díganme ustedes yo que soy menos puta que ustedes, porque no puedo pedir que no me llamen puta.

Le regalé la servilleta, la leyó y me dijo: 

—¡Está hermoso!… ahora entiendo por qué no buscas sexo, escribiendo así  te has de coger a quien tú quieras.

—Solo me gusta una y ella ya no me ama…  (Mi rostro borró la sonrisa que dibujaba)

Terminé mi cerveza, me despedí y me dijo: 

—Si yo fuera ella, jamás te dejaría.

Caminé hacia la salida y le dije: 

—Fui yo quién la dejó...

 

sábado, 14 de junio de 2025

0938: el tiempo no espera

 Una tarde, un padre llegó sin previo aviso a la casa de su hijo. 

Tocó la puerta, como lo había hecho miles de veces antes, pero esta vez con una bolsita en la mano. Adentro, había unas empanadas aún tibias, de esas que solía hacerle a su hijo cuando era niño. 

—Hola, hijo —dijo con una sonrisa suave. 

—Hola, papá… pasa —respondió el hijo, mientras sostenía el teléfono en la oreja y tecleaba con rapidez en su laptop. 

El padre entró, miró la sala ordenada, los papeles sobre la mesa, la taza medio vacía de café. Se sentó con cuidado, sin molestar. 

El hijo seguía hablando, apurado, estresado. 

—Sí, claro, mándame eso antes de las cinco. No, todavía no termino el informe. Tengo tres reuniones más… sí, ya sé… 

Pasaron diez, quince, veinte minutos. 

El padre seguía ahí, en silencio, mirando por la ventana. 

Cuando por fin colgó, el hijo dijo: 

—Perdón, papá. Estoy hasta el cuello de cosas. ¿Te pasó algo? 

El padre negó con la cabeza. 

—No, nada grave. Solo… pensé que podíamos almorzar juntos. Como antes. 

—Hoy imposible. En serio, tengo muchísimo por hacer —dijo el hijo, mientras miraba su agenda. 

Hubo un silencio. Largo. Tranquilo. Duro. 

Entonces el padre miró a su hijo y, con voz serena, dijo: 

—¿Sabes qué es lo más duro del tiempo?  Que no hace ruido cuando se va. 

El hijo lo miró en silencio. 

—Yo también tuve días como los tuyos. Mil pendientes, estrés, llamadas, trabajo... Yo también vivía como tú. Siempre apurado. Siempre diciendo “después”.  Decía que lo hacía por ustedes. Y sí… les di una casa bonita, comida en la mesa, ropa limpia. Pero... 

Hizo una pausa. 

—No estuve cuando aprendiste a andar en bicicleta. Tu madre me lo contó. No estuve la primera vez que fuiste al teatro del colegio. Tampoco el día que te enfermaste y pedías por mí. 

El hijo bajó la mirada. Se quedó quieto. 

—Tu madre me esperaba con la cena caliente… y yo llegaba cuando ya la había guardado.  Tú me decías “¿jugamos un ratito?” y yo respondía “mañana, hijo, hoy no puedo”. Mañana… mañana… mañana. 

Volvió a hacer silencio. Pero esta vez, con los ojos húmedos. 

—Y un día… la mesa ya no estuvo puesta. Tu madre ya no cocinaba. Tú ya no jugabas. Y yo me di cuenta de que había trabajado toda la vida… para darles una vida que me perdí. 

El hijo apretó los labios. Sentía ese nudo en la garganta que uno no sabe si tragar o dejar salir. 

—No vengo a quitarte el tiempo… Solo a recordarte que no se puede vivir aplazando lo importante. 

Porque llega un momento… en que lo importante ya no está. 

Y con una sonrisa suave, añadió: 

—Hoy, hijo, tú eres yo. Solo espero que no termines olvidando lo mismo que yo olvidé. 

Entonces el padre se acercó, puso la bolsa sobre la mesa y dijo: 

—Aquí te dejo las empanadas. Aún están tibias. Si puedes… caliéntalas después. Pero si tienes un rato, hijo, me encantaría comerlas contigo. Como antes. 

El hijo cerró la laptop. Miró a su padre. Y no bajó la mirada. 

La sostuvo… como quien intenta detener el tiempo, aunque sea un segundo más. 

—Quédate, papá —dijo con la voz entrecortada. 

—Hoy… sí quiero almorzar contigo. 

A veces creemos que dar tiempo es perderlo. Hasta que nos damos cuenta de que lo más valioso que podemos regalarle a alguien es nuestra presencia. 

El trabajo puede esperar. Un almuerzo con papá… no siempre. 

Haz espacio hoy. Porque el tiempo no espera. Ni avisa cuando será la última vez.

miércoles, 11 de junio de 2025

0937: casos y cosas

 Popeye: Su nombre era Frank "Rocky" Fiegel, nació en 1868 en Polonia y emigró a EE. UU. con sus padres, instalándose en un pequeño pueblo de Illinois. Desde joven, se hizo marinero y navegó durante 20 años en la Marina Mercante. Al retirarse, trabajó como portero en una taberna en Chester, Illinois, donde se ganó fama por su fuerza… ¡y por meterse en muchas peleas! tenía un ojo dañado ,de ahí el apodo “Pop-eye” y siempre fumaba en pipa, hablando por un solo lado de la boca. 

El creador de Popeye, Elzie Segar, creció en ese mismo pueblo y conoció a Rocky de niño. Escuchaba fascinado sus historias, y años después lo convirtió en el personaje que todos conocemos: Popeye el marino. Incluso “Olivia Oyl” fue inspirada en una mujer real, se llamaba Dora Paskel, dueña de una tienda local que se vestía igual al personaje. 

Segar nunca se olvidó de Rocky, siempre lo ayudó económicamente y le compartió parte de las ganancias. 

Así que sí... Popeye existió de verdad y era tan rudo como en los dibujos animados.


La carta era humillante, decía así:

"Te encargarás de que mi ropa esté en orden. Que me sirvan mis 3 comidas regulares al día, en mi habitación. Que mi dormitorio y estudio estén siempre en orden, y que mi escritorio no sea tocado por nadie excepto yo.

Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales.

No solicitarás que:

- Me siente junto a tí en casa...

- Que salga contigo..

-Que viaje contigo.... "

Su nombre era Mileva Maric, hija de una familia de terratenientes del imperio Astro-Húngaro que por su gran inteligencia, y por favores a su padre, pudo cursar la secundaria en Austria e ingresar al Instituto Politécnico Federal de Zurich; antes de presentar el examen de ingresó a la carrera de matemáticas, estudió medicina en la Escuela Federal de Berna, Suiza. En una época en que las oportunidades de estudio para las mujeres era muy restringida, finales del siglo XIX, y a pesar de su gran capacidad intelectual, fue vigilada severamente por ser la única estudiante mujer.

Fue en el Instituto Politécnico donde conoció a su pareja con la que tendría una hija antes de casarse. Es posible que esa niña haya sido dada en adopción pero no hay claridad sobre su destino.

Posteriormente contraen matrimonio y Mileva tiene que abandonar sus estudios para atender a la familia y apoyar a su marido que no alcanza a ganar lo suficiente en la oficina de patentes donde trabajaba y para que éste terminará de elaborar su tesis.

Al poco tiempo nació su segundo hijo. Mileva siguió en las labores del hogar y se dedicó a rentar cuartos a estudiantes para apuntalar el sueldo insuficiente de su marido.

A seis años de su segundo embarazo nació su tercer hijo con problemas de salud mental. Es cuando su matrimonio se empezó a resquebrajar y su conyugue termina involucrándose con una prima de la familia.

Él decide permitir que ella se quede en casa a cambio de que mantenga las reglas estrictas que se enumera en la carta antes mencionada.

A pesar de ser vista como una pareja modelo, no pudo evitarse la separación y divorcio.

Durante su vida matrimonial, él se dedicó a desarrollar una teoría que le permitiría ganar el premio nobel. Hay evidencias que quien planteó las bases de esa teoría fue ella.

Tras su separación, Mileva se dedicó por entero a cuidar a su hijos, y gracias a ella el mayor de sus hijos pudo concluir los estudios de ingeniería en la misma escuela donde conoció a su marido. Pero Mileva nunca más pudo dedicarse a la ciencia. Murió el 4 de agosto de 1948 en Zurich, Suiza, sumida en la pobreza, siendo sepultada en el cementerio de Northeim Friedhof en Zurich. Tiempo después tuvieron que quitar su lápida porque nadie pagó los impuestos necesarios.

El esposo de Mileva Maric se llamaba... ALBERT EINSTEIN

Fuente: Oaxaca, cultura y tradición


domingo, 8 de junio de 2025

0936: Las 20 reglas del fútbol callejero:

 1.- El gordito siempre se pone de portero.

2.- El partido acaba cuando todos están cansados.

3.- Aunque el partido vaya 20-0 se decide por “el que meta, gana”.

4.- No hay árbitro.

5.- Solo se pita falta si es muy muy clara o alguien sale llorando.

6.- No existe el fuera de juego.

7.- Si el dueño del balón se enoja, se acaba el partido.

8.- Los dos mejores no pueden estar en el mismo equipo y son los que eligen quien juega en cada equipo.

9.- Si eres el ultimo en ser elegido, es una gran humillación.

10.- En las faltas directas la barrera siempre estará bastante cerca del balón.

11.- Se detiene el partido cuando pasa una persona mayor o una madre con un carrito de bebé.

12.- Son enemigos para siempre los jugadores del barrio más cercano.

13.- Los que no tienen ni idea de jugar se quedan de suplentes o como mucho de defensas.

14.- Si llegan los mayores para jugar hay que abandonar la pista o campo, no sin antes protestar.

15.- Siempre hay un vecino que no te deja jugar y además te amenaza con quitarte la pelota.

16.- Si se apuesta algo, hay que ponerse muy serio... es como jugar una final.

17.- Las porterías son dos piedras o dos chaquetas, pero siempre habrá un equipo que tenga la portería mas pequeña.

18.- Cuando un equipo mete gol pasando el balón por encima del portero, todos los del equipo contrario gritan “ALTA” (suele dar resultado para que el gol no valga).

19.- La ley de la botella, ya sabes, el que la vuela va a por ella.

20.- Si hay penalti, quitan al gordito y se pone de portero el más ágil


lunes, 2 de junio de 2025

0935: ME PARECE PERFECTO

Estaba María Félix en una fiesta; en eso llega una "actriz" de medio pelo y se presenta:

"Señora, señora, yo soy actriz y he hecho grandes telenovelas".

"Me parece perfecto", le contesta la Doña con indiferencia.

"Además, yo he viajado mucho. En Indonesia me coronaron la emperatriz de la belleza".

"Me parece perfecto".

"Pero, dígame, ¿y usted que ha hecho?", insiste la señora "actriz".

"¡Pues mira, yo también soy importante, SOY LA DOÑA y me he esforzado por educarme; me he cultivado. Antes yo decía 'tenedor' hoy digo 'cubierto'; antes decía 'pasto' hoy digo 'césped'. Es más, antes yo decía: ¡Me vale madre!        

Hoy digo:

"Me parece perfecto".



Muera el roto Quezada

Existen muchas versiones respecto de cual fue el hecho que condenó al roto Quezada a quedar para siempre en la memoria colectiva de Chile. El mismo Pepo se encarga de aclarar los acontecimientos que motivaron la aparición de este personaje de la historieta.

Todo ocurrió un día de 1949 cuando Pepo, su esposa y su cuñada fueron gentilmente invitados a cenar por un teniente del Ejército al casino del Club Militar. En algún momento ambas señoras fueron al baño y cuando volvieron habían desaparecido sus carteras.

"Llamé al maitre -cuenta Pepo- y le reclamé. Dijo que había que hablar con el mayor Washington Quezada, gerente del Club. Solicitamos la correspondiente audiencia y cuando estuvimos frente a él se comportó groseramente con mi mujer y cuñada. 'Lamentablemente', dijo, 'a este Club están llegando mujerzuelas que, además, se hacen las robadas' (...) Un 'por favor no me comprometas' de mi amigo militar, me retuvo en el asiento. 

De lo contrario le vuelo los dientes. Así que para abreviar dije: con rotos como este no se puede seguir hablando. 

Justo en esos momentos nacía Condorito y ahí lo metí entonces como un motivo de chistes. 

El perrito con la patita levantada y el letrero que dice 'Muera el roto Quezada'. Y al perro le puse Washington".

En el número 7 de la revista del año 1961 Pepo entrevista al perro Washington para explicarle a los lectores quien es el roto Quezada: "Lo llamamos roto en el sentido despectivo y ordinario de la palabra. Por supuesto, nada tiene que ver con el roto altivo de Yungay, con el roto trabajador y sufrido que labora en la pampa, en la mina, en el mar y en nuestros campos. Sencillamente, es un roto de miéchica".

La venganza se extendió a otras expresiones que aparecieron por años en la publicación: "Quezada Felón", "Hoy fusilan al Roto Quezada", "Cloteó el roto Quezada", etc. Según Pepo durante los años setenta un familiar de Washington Quezada se acercó a él para decirle que el mayor había muerto, que ya era absurdo seguir con las referencias a él en la revista. Pepo accedió, sin embargo, al poco tiempo supo que Quezada estaba vivo y trabajaba en el Hospital Militar. Entonces continuó con el desagravio que desapareció definitivamente en la segunda mitad de los ochentas con la internacionalización de la revista, y la petición formal de la hijas del militar de terminar con la venganza.



"Pedro Páramo" 

Es una obra maestra de la literatura universal, un libro que, aunque breve, contiene un universo entero de emociones, misterio y profundidad. 

Juan Rulfo nos lleva a Comala, un pueblo fantasma donde el pasado y el presente se entrelazan, y donde los vivos y los muertos coexisten en un limbo de silencios y susurros.

La historia comienza con Juan Preciado, quien llega a Comala en busca de su padre, Pedro Páramo, cumpliendo una promesa hecha a su madre en su lecho de muerte. Lo que encuentra es un lugar desolado, habitado por voces que cuentan historias de amor, traición, violencia y desesperación. 

A medida que Juan avanza, descubrimos la figura de Pedro Páramo, un hombre poderoso y tiránico cuyo destino está ligado al de todo el pueblo.

Al terminar de leer, uno no puede evitar sentir que ha caminado por esas calles polvorientas, que ha escuchado los susurros de los muertos y que ha sentido el peso de la culpa y el desamor que atraviesan a cada personaje. 

"Pedro Páramo" no se limita a contarte una historia; te obliga a sentirla, a vivirla y a llevarla contigo mucho después de haber cerrado el libro.

Es una obra que nos recuerda que, en el fondo, todos somos un poco como Comala: llenos de recuerdos que nos persiguen, de amores que no supimos cuidar y de silencios que hablan más fuerte que las palabras.