25: El tauromáquico

El hijito

Generalmente hijo único, también se da el caso en que el matrimonio tenga dos hijos sea el menor el que disfruta de este apelativo y finalmente se da cuando el padre se llena de chancletas y en el último polvo le nace el varoncito buscado.


El hijito al ver la voluntad de servirlo de los que lo rodean en el núcleo familiar se transforma en un ser egoísta, caprichoso y lleno de vanidades, los padres y las hermanas mayores se desviven por complacerlo y podrán dejar de comer pero que él luzca el vehículo que desea.


El hijito rodeado de hermanas, asimila en gran manera el pensamiento femenil y sus usos y costumbres y esta la arrastrará hasta en su vida matrimonial, mostrándose muy proclive al lloriqueo, al chismorreo y a la crítica mordaz a la esposa en referencia a su manera de vestir, cocinar y llevar la casa.


El nunca moverá un dedo para alivianar la carga del trabajo familiar, al contrario, nunca pondrá la ropa sucia donde corresponde, dejará sus pertenencias donde le plazca y querrá ser servido al pensamiento, mostrándose airado y hasta rencoroso si no satisfacen sus deseos y caprichos.


El hijito conoce todas las mañas para conseguir lo que desea, desde niño aprendió el arte de la seducción y del chantaje y ya adulto se servirá de ellas para dominar a las mujeres que se le crucen en su camino.


Es un sastre cortador de primera sus críticas a sus amigos y amigas es de primera clase, también le agrada contar a sus escuchas sus aventuras sexuales pormenorizando e ironizando a todas aquellas a las que se cogió y denigrándolas como fáciles y putas de dos por cuatro.


Gastará sus ganancias en ropa y perfumes y en satisfacer su egolatría, no importándole mucho sus obligaciones como jefe de familia.


Como siempre todo lo obtuvo fácilmente, no es muy brillante en los estudios y en la vida profesional no se destaca. Buscará una novia de su círculo con dinero y/o que la vea proclive como sus parientes a servirle en todo.