Los dos se miraron de reojo a través de la rendija de la puerta.
-¿Molesto?
Ella se encogió de hombros.
-Estaba en la bañera.
-Ya lo veo. ¿Quieres compañía?
Ella le lanzó una dura mirada.
-No me refería a acompañarte en la bañera. Traigo pasteles –dijo, levantando una bolsa- Además he comprado café para preparar un espresso.
Ella arqueó una ceja. No sabía si debería estar decepcionada o aliviada.
-¿Sólo compañía?
-Sólo compañía. Soy un buen amigo que le hace una visita a una buena amiga. Bueno, si es que soy bienvenido.
Ella dudó unos segundos. Llevaba dos años manteniéndose a la mayor distancia de él. Aun así, le dio la sensación de que –bien a través de la empresa o bien en la vida real- él siempre acababa pegándose a su vida igual que se pega un chicle a la suela de un zapato. En la empresa todo le parecía bien. En la vida real, delante de su puerta, seguía siendo ese maldito hombre tan jodidamente interesante. Y que conocía sus secretos de la misma manera que ella conocía los de él.
Lo contemplo y constató que ya no albergaba ningún sentimiento hacia él. O al menos no ese tipo de sentimientos.
Lo cierto era que durante el año que acababa de pasar él había sido un amigo.
Confiaba en él. Quizá. Le irritará que una de las pocas personas en las que confiara fuera un hombre al que evitaba ver constantemente.
Al final se decidió. Era ridículo hacer como si él no existiera. Ya no le dolía verlo.
Abrió la puerta y lo dejó entrar de nuevo en su vida.
Qué buena historia Chaly!
ResponderEliminarUn beso
Maribe
Siempre damos segundas y hasta terceras oportunidades, cuando han logrado penetrarnos más allá de lo físico...Es que somos maravillosas ¿no crees?.
ResponderEliminarUn abrazo Chaly
Creo que es en ese momento cuando ese cariño sincero se da, sin buscar nada más a veces cuesta trabajo pero se da y vale la pena dejar entrar en nuestras vida a esas personas.
ResponderEliminarSaludos
A ver si no se arrepiente... otra vez.
ResponderEliminarBesos.