El noveno mandamiento es: «Guardaras la mujer de tu vecino como la tuya misma» En este mandamiento el hablar es ya por demás; que ya ves los amantes cómo guardan las mujeres de sus vecinos. Guárdelas Dios que puede, y guárdese el vecino que no tenga hermosa mujer: si no, el que más amigo se mostrare, aquel le anduviera por burlar.
El cuitado a las veces, movido de buen amor y amistad fraternal, convida o lleva su amigo a su casa y muéstrale buena cara y buen semblante y el otro, traidor mira de mal ojo a la mujer cómo se la sonsacará.
Por tanto dice el ejemplo: «A las veces lleva el hombre a su casa con que llore» Pero en este caso los viles y para poco son de reptar que tales cosas cometen. Como no sean los amigos todos de una masa ni voluntad –que en este caso donde hay malos, eso mismo hay buenos- pero todavía es dudoso amigo mozo donde hay mujer moza, y no digo más y ciñome esta fonda: «peligroso está el fuego cabe la estopa»
Y a las veces ellas son causa, a las veces ellos que lo sienten y lo consienten; a las veces los tales amigos que se lo quieren. Que ya hay hombres que no tendrían a prueba de mujer por amistad o parentesco: pues el que a la pariente fallece, ¿qué hará a la mujer de su amigo?
Por ende, todo casado y por casar, si fuere cojo o tuerto o mal pareciente –como estos por la mayor parte poseen las más hermosas mujeres- guárdese de llevar a su casa hombre lozano, mozo y hermoso; que sepa que su mujer a aquel se le va el ojo por el deseo que han de contratar con hombres de gala y manera y que entiendan el mundo y su amor.
Y esto porque se ven lozanas y mal empleadas en poder de algunos torpes, sucios y criminosos, y de feas fachas cubiertos, dignos por sus hechos de tañer la cornamusa. Pues si hablamos de frailes y abades, en este caso no digo nada, que animales son de rapiña, que cuando no tienen de suyo acórense de su vecino. Y ya no hacen mención hoy los hombres de las mujeres en este caso –que es muy grande vergüenza a ellos y poca firmeza y constancia de ellas- diciendo: «Guarda, no lleves a tu casa tal hombre, si no, hecho es el tejuelo»
O, con otra guisa, cuando ven alguno salir de alguna casa do hay mujer moza, luego presumen y aun dicen: «¡Guay del mezquino que está trabajando, y don Fulano huelga y sale de folgar de su casa!» Y así de otros de mayor estado, diciendo: «Tal escudero está en la frontera, y tal le da en la mollera»
Pero no dicen, por cierto: «Yo bien sé que aunque tal hombre entra y sale en tal casa, tal es ella sin falta, que aunque él quisiese, nunca ella consentía», sino dan a entender que no hay sino entrar, demandar y recaudar. Por ende dije que no hacen cuenta que ellas lo han de negar o por su honra resistir; sino allí entra, hecho es; allí habla, cumplido es; no dando por las mujeres en este caso nada, sino que no es demandado cuando ya es otorgado. Por ende bien puedes considerar, según ya de alto dije, cuanto es la mujer del prójimo y vecino hoy por sus amigos y extraños guardada.
Pues bien podemos decir que por loco amor el noveno mandamiento es quebrantado y traspasado en desordenada codicia a todos común y general.
[Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera o Corbacho, cd. J. González Muela, Madrid: Castalia, 1970]
al cesar lo del cesar...yo no me guió por leyes religiosas...ni divinas...yo he violado mas leyes divinas que leyes constitucionales...saludos
ResponderEliminarpecar es sabroso!
ResponderEliminarabrazos!
Ese mandamiento no me lo sabía, tal ha sido el alejamiento de la iglesia que todo lo he olvidado, huelga decir que para mi, mejor.
ResponderEliminarBesos.