Todas las personas en el fondo son narcisistas enamorados de sí mismos; si miramos a un cantante en el escenario; está locamente enamorado de sí mismo, se adora, se idolatra y cuando le caen los aplausos, llega al orgasmo de su auto-adoración pues eso es precisamente lo que él quiere, lo que anhela, lo que aguarda con sed infinita.
Mucho se habla sobre la vanidad femenina. Realmente la vanidad es la viva manifestación del amor propio. La mujer ante el espejo es una madrasta de Cenicienta, completa adorándose a sí misma, idolatrándose con locura. La mujer se adorna lo mejor que puede, se pinta, se encrespa el cabello con el único fin de que los demás digan: ¡Eres hermosa!, ¡eres bella!, ¡divina! El yo siempre goza cuando la gente la admira, el yo se adorna para que otros le adoren.
El yo se cree bello, puro, inefable, venerable, virtuoso, nadie se cree malo, todas las gentes se auto-consideran buenas y justas.
Es muy raro hallar en la vía a alguien verdaderamente enamorado, «todos están apasionados y eso no es amor». Las gentes se apasionan cuando se encuentran con alguien que les guste, cuando descubren en otra persona sus mismos errores, cualidades y defectos; entonces el copuchento les sirve de espejo donde pueden contemplarse totalmente, realmente no están enamorados del ser amado, sólo están enamorados de sí mismas y gozan viéndose en el espejo del ser amado, ahí se han encontrado y suponen entonces que están enamorados.
El ego aborrece mortalmente a todo aquél que le hiera el amor propio.
El ego adora sus teorías y preconceptos.
Nadie es perfecto en este mundo, todos nosotros estamos cortados con la misma tijera. Quien no tiene un defecto en determinada dirección, lo tiene en otra dirección, algunos no codician dinero pero codician amores, fama, honores, cariño. Algunos no celan la mujer propia, pero celan amistades, credos, sociedades, clubes deportivos., así somos los seres humanos, cortaditos siempre con la misma tijera.
No hay ser humano que no se adore a sí mismo, nosotros hemos escuchado a individuos que gozan horas y horas enteras hablando de sí mismos, de sus maravillas, de su talento, de sus virtudes, de su dinero, de sus conquistas, etc.
El ego se quiere tanto a sí mismo, que llega a envidiar el bien ajeno, las mujeres se engalanan con muchas cosas en parte por vanidad femenina y en parte por despertar la envidia de las demás mujeres, todas envidian a todas, todas envidian el vestido ajeno, el bonito collar, la hermosa pulsera, el marido, todas se adoran a sí mismas y no quieren verse por debajo de las demás, son narcisistas cien por cien.
Ningún copuchento o fémina se cree malo o perverso, todos presumen de santos y perfectos, aun cuando realmente sean no solamente malos, sino además perversos.
El querido ego, se adora demasiado a sí mismo y presume aun cuando no lo diga, de bueno y perfecto.
A veces es dificil no dejarse llevar por el amor a uno mismo, sin duda.
ResponderEliminary que sería de nosotros sin ese narcisisismo, de enamorarnos un poquito de nosotros, si no nos amamos y defendemos quien más lo hara??, claro todo en su justa medida no?
ResponderEliminarbesos y abrazos