martes, 15 de abril de 2014

349: Aunque hay quien dice que no importa cómo empieza un hombre; sólo importa cómo acaba. Supongo que lo mismo se puede decir de las mujeres.

Cuando entre al salón lo primero que me vino a la cabeza es que algo andaba mal, una especie de presagio que una calamidad se cernía sobre ella, y creo que esas ideas nacieron al ver carísimos regalos para los novios, una torta descomunal, un conjunto musical traído quien sabe de qué país europeo y las bebidas de toda marca y de todo sabor y color. Pregunte al amigo que me había llevado, quienes eran los que se casaban, el nombre de él me trajo una idea de lo que veía; el nombre de ella no sonaba a nada.

Por estos lares, los invitados solo llegan a la fiesta. Generalmente es la familia la que asiste a la ceremonia religiosa y posteriormente en una salita reservada se realiza el matrimonio civil donde estan presentes los testigos, los padrinos y amigos de ambos novios. Y desde luego las lágrimas de las madres y la satisfacción del deber cumplido de los progenitores.

Cuando aparecieron los novios, la carita de la novia me estrujo el alma y me di cuenta inmediatamente que allí no se realizó un matriqui, sino que se cerró un negocio favorable a la familia de la novia.

Sus ojos mostraban, quizá lo mismo que mostraron los míos cuando una amiga de mi madre me inició en las artes del amor. Su nerviosismo, sus estremecimientos me obligaron a dar el paso que di. Y sin que nadie lo notase la tome del brazo y la lleve a un sitio solitario y con cariño y delicadeza –tal como lo hizo la amiga de mi madre- la inicie y le dije cuanto debía saber.

Cuando abandone la fiesta, eche la última mirada al salón, entendí que esas señales de presagio de una calamidad se cumplieron en la cabeza del flamante esposo.

1 comentario:

  1. Lo importante es que esa primera vez fue con delicadeza. El recuerdo grato o ingrato del cruce a la madurez, siempre nos condiciona nuestro futuro en el amor.
    Desde mi golpeada tierra, un abrazo para ti.

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