jueves, 23 de abril de 2015

457: las sutiles divergencias de pareceres

En la oficina, un colega se arrimó a mi vida, por norma de cortesía, respondí a su saludo y le respondí a su comentario sobre el clima. Desde ese momento, fui un escuchador pasivo de sus confidencias: de cuándo y cómo se la cogió a su mujer, de sus aventuras, de sus desavenencias con sus suegros y un larguísimo etcétera.
Ayer, en la calle lo vi venir hacia mí y en el momento que se disponía a saludarme, yo torcí la cabeza hacia un culo magnifico que divise de reojo y me entretuve observando un perfecto balanceo de caderas.
Hoy me entero en la oficina, que soy: un mal amigo.

5 comentarios:

  1. El hombre era para eso, como para volverle la cabeza por aburrido, siempre esas caderas seran mas vistosas, jajajaja

    Saludos

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  2. El hombre era para eso, como para volverle la cabeza por aburrido, siempre esas caderas seran mas vistosas, jajajaja

    Saludos

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  3. Tíos de esos hay muchos, que tienen que ser ellos el foco de atención, cuentan lo que no deben, casi todo lo que cuentan es mentira y encima eso; cuando no le prestas atención ya la has cagado. Vamos y en resumidas cuentas, lo que se merecen es una patada en toda la boca.

    Abrazo.

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  4. No te podés quejar, Chaly, gracias a un culo espectacular te lo sacaste de encima.
    Besos.

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