Atalanta fue una hembra cuyo valor y capacidades como cazadora y corredora eran iguales a las de cualquier hombre. Había sido abandonada en la cumbre de una montaña cuando nació, fue encontrada y amantada por una osa, y creció hasta hacerse una hermosa mujer. Un cazador llamado Meleagro se hizo su amante y compañero. Después de la muerte de Meleagro Atalanta dejó las montañas por las que habían errado juntos, para enfrentarse a su padre y ser reconocida como heredera de su trono.
Entonces muchos pretendientes llegaron a pedir su mano, pero ella los rechazó a todos. Cuando surgió el clamor popular de que escogiese entre ellos, dijo que se casaría con el hombre que pudiera vencerla en una carrera a pie. Si éste ganaba, se casaría con él; si no, perdería la vida. Se celebró carrera tras carrera, y la veloz Atalanta siempre ganaba
Finalmente, el nada atlético Hipómenes, que la amaba de verdad, decidió participar en la carrera aunque probablemente le costara la vida. La noche anterior a la carrera le pidió ayuda a Afrodita, diosa del amor. Ésta oyó su plegaria y le dio tres manzanas de oro para que las utilizase en la carrera.
PRIMERA MANZANA: CONCIENCIA DEL PASO DEL TIEMPO.
En los inicios de la carrera, Hipómenes arrojo su primera manzana al paso de Atalanta. Ésta quedo absorbida por su belleza resplandeciente y disminuyó su paso para recogerla. Hipómenes la adelantó en carrera, mientras que ella contemplaba fijamente la manzana en su mano. Reflejada en ella, vio su propio rostro distorsionado por las curvas de la manzana: “Éste es el aspecto que tendré cuando sea vieja”, pensó para sí.
Muchas mujeres activas no son conscientes del paso del tiempo hasta algún momento de la mitad de su vida, cuando se desvanecen los desafíos de la competición o la persecución de metas. Por primera vez en su vida se dan cuenta de que no son la eterna juventud y reflexionan sobre el curso que llevan sus vidas y a dónde las están llevando.
SEGUNDA MANZANA: CONCIENCIA DE LA IMPORTANCIA DEL AMOR
Después, Hipómenes lanzó la segunda manzana en el camino de Atalanta. Ésta estaba de nuevo concentrada en la carrera que, sin esfuerzo, le estaba ganando.
Cuando se detuvo para recoger la segunda manzana, empezaron a surgirle recuerdos de Meleagro, su amante fallecido. Las añoranzas de cercanía física y emocional son agitadas por Afrodita. Cuando se combinan con la conciencia de que el tiempo pasa, el foco de atención habitual de una mujer tipo Artemisa se desvía hacia una nueva receptividad al amor y a la intimidad.
TERCERA MANZANA: INSTINTO DE PROCREACIÓN Y CREATIVIDAD
La línea de llegada estaba ya a la vista cuando Atalanta se aproximaba a Hipómenes. Ya estaba a punto de sobrepasarle y ganarle, cuando Hipómenes dejó caer la tercera manzana. Atalanta dudó por un instante: ¿tenía que cruzar la línea de llegada y ganar la carrera, o tomar la manzana y perder? Atalanta escogió recoger la manzana en el momento justo en el que Hipómenes cruzaba la meta para ganar la carrera y a Atalanta como esposa.
El instinto de procreación de Afrodita (favorecido por Deméter) calma a muchas mujeres activas, centradas en la consecución de objetivos, en los años anteriores a los cuarenta. Muchas veces, a las mujeres orientadas hacia una profesión las sorprende la urgencia imperiosa de tener un hijo.
Esta tercera manzana de oro también puede representar algo distinto a la creatividad biológica. La consecución de objetivos tal vez se vuelva menos importante después de la mitad de la vida. En su lugar, la capacidad de procrear se dirige a transformar la experiencia en alguna forma de expresión personal.
Si el conocimiento de Afrodita llega a través del amor de otra persona, entonces la unilateralidad de la mujer Artemisa, por mucho que haya sido satisfactoria, tal vez dé paso a la posibilidad de totalidad. Puede volverse hacia dentro para reflexionar sobre lo que es importante para ella, y estar orientada hacia el interior lo mismo que enfocada hacia el exterior.
Se vuelve consciente de tener necesidades de intimidad tanto como de independencia. Una vez conoce el amor ella –como Atalanta- tendrá momentos en los que deberá decidir qué es lo más importante para sí misma.
Es que el Oráculo le predijo que si se casaba se convertiría en animal....normal que quisiera ganar a todos. Y al final, si no estoy equivocada acabar como un león junto a su amado, arrastrando del carro de Cibeles. Eso sí, el tiempo que disfrutaron de su amor aunque efímero, nadie se lo pudo quitar.
ResponderEliminarAhí está la balanza, poner en cada plato lo que se quiere, necesita y ver hacia dónde se inclina, en definitiva, qué pesa más. Y eso es así en todos los aspectos de esta vida. Y hay muchas veces que dejar cosas para alcanzar otras.
Besos.
Qué bárbaro. Acá se aprende de todo, tanto con las entradas como con los comentarios.
ResponderEliminarSaludos.
ResponderEliminarEl arte de la seducción para alcanzar ese momento de intimidad está claro que es vital para llegar al triunfo. Igualmente hay quien se pierde en manzanas y provoca que el resultado como que no sea el que pensamos durante vamos construyendo ese caminito hacia este momento tan instintivo que debería ser momentos mas de corazón que de cabeza.
Besos !!
Yo creo que ya se me ha pasado la edad de parir.
ResponderEliminarAbrazo.
Hipómenes, ¿no se podía haber estado quieto con las manzanitas? Muy limpio no se puede decir que jugara.
ResponderEliminarLa mitología es uno de mis puntos débiles.
ResponderEliminarNo sé si porque me aburre o porque no me la supieron explicar bien.
Saludos.
La Mitología tiene unas historias maravillosas.
ResponderEliminar