lunes, 6 de marzo de 2023

0663: “Siempre amé demasiado, pero nunca sabiamente”

"92–50–92" Todavía faltaba mucho para que un periodista del show business llevara a letras de molde la célebre definición: “Es el animal más hermoso del mundo”.

Pero pronto, a la mejor manera de Hollywood, dos matrimonios. Con Mickey Rooney –que sería un ícono: actuó desde niño casi hasta los 94 años–, y con el rey del clarinete Artie Shaw.

Parejas fugaces: un año cada una. Pero un lustro más tarde, en 1951, boda con el hombre de su vida. Para bien. Para mal. Para desatar tormentas atronadoras y escándalos récord.

Para amarse, odiarse, volver a amarse, no olvidarse jamás.

Boda con Frank Sinatra. Ninguno de los dos volvió a repetir una pasión tan brutal. De ríos de alcohol. De sexo irrepetible, según ambos. Pero imposible de sostenerse en el tiempo. Frank fue exacto en explicarlo: –No podíamos seguir porque somos demasiado parecidos. Le faltó completar la definición: “en la locura”.

El territorio definitivo (cielo e infierno) fue España.

Ella llegó allá para filmar Pandora y el Holandés Errante. Lugar: Tossa de Mar, en la Costa Brava. Y el país se metió en su sangre como "un dulce veneno": tres palabras dignas de una novelita de Corín Tellado… Bares infinitos. Tablados gitanos. Noches corridas hasta que apuntaba el sol.

¡Los toros! Pero más (mucho más), los toreros.

Como Mario Cabré primero y Luis Miguel Dominguín después. Sin secretos. A la vista. En toda la prensa. Con palabras de sinceridad brutal: 

–Me encanta España porque se parece a mí. Es violenta, rural, caprichosa…

Por supuesto, las noticias de sus correrías nocturnas, sus amantes, su desenfreno, llegan a las entrañas de Sinatra –cuya vida no era la de un monje cartujo, aclaremos–, que llega por primera vez a España en 1950 ciego de ira y de celos, con seis cajas de Coca Cola y un collar de esmeraldas. Y es leyenda su amenaza: 

–Si te vuelvo a oír hablar de ese tipo, ¡los mataré a los dos!

Por fin, en 1957, luego de seis años salvajes, se divorciaron. Pero nunca se olvidaron. Ni siquiera para el sarcasmo. Cuando ella se enteró de la boda de él con Mia Farrow, dijo: 

–Siempre supe que Frank acabaría en la cama con un muchachito… 

Ava Gardner no fue una gran actriz (como Bette Davis, por ejemplo), pero tampoco lo necesitó: la belleza y el magnetismo bastaban. Pero además, a pesar de que jamás abandonó su desaforada vida, tenía una fuerza titánica. Según un famoso director, “aunque haya dormido una hora, es capaz de filmar durante diez, sin desmayo, y repitiendo exactamente sus líneas”. Ella lo explicaba así: –Son mis genes de campesina. 

4 comentarios:

  1. Una mujer tan hermosa y vitalista, como autodestructiva, un icono del cine .
    Has hecho una sinopsis de su vida -amorosa sobre todo- estupenda.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. “Quiero vivir hasta los 150 años, pero el día en que muera, que sea con un cigarrillo en una mano y un whisky en la otra”, pero se fue a sus 67 años. Genio y figura hasta su sepultura.
    Abrazos Chaly

    ResponderEliminar
  3. Genio y figura.
    «Cuando pierdo los nervios, cariño, no puedes encontrar ni un sitio para esconderte» (Ava Gardner).

    ResponderEliminar