miércoles, 25 de noviembre de 2009

El tauromáquico (sexta entrega)

Si hacemos una retrotracción al tema de la traición, podemos enfatizar con vehemencia que ella no llegó como una desgracia, esa es una verdad, no lo contrario podría parecerse a una mentira, pero me parece que no lo es, de eso no estoy tan seguro, por lo tanto no pondría las manos al fuego (salvo que haga un frio del carajo), es muy difícil para un ser tan ultrasensible como yo, desmenuzar las migajas de un hecho fortuito que se transformo en un hecho que a pesar del paso de los años o más bien dicho, se acrecentró cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, cada instante en una sed de venganza, como nunca antes había sentido (¡claro! nadie antes me había hecho “eso”), ésta llegó a ser tan grande, tan inmensa como el infinito y la misma estaba estacionada en un rinconcito de mi corazón, por ergo, y también por mí, descubrí que poniendo un pequeño velo delante, podría (momentáneamente) hacer un paréntesis y deleitarme en otras venganzas, en otros odios, en fin en cosas de provecho que un hombre de bien debe practicar todos los días.
Yo creo que aquí no intervino el amor, aunque pensándolo bien quizás, porque ella (me imagino) querría a la traición (porque nadie se va sin querer a alguien, salvo que sea de esas personas que andan con cualquiera, “solo por charlar”, y ¿de qué mierda va a charlar con la traición?); cuando uno comienza a analizar deberá tener mucho cuidado de no caer en sofismas, pues luego corre el peligro de no poder salir de ella y termina sus días en el hoyo; eso es lo que le paso a Gustavo. Dicen que una nochecita vieron a la esposa del cojonudo manejando su Nissan Patrol entrar a un motel y claro todo el mundo cuando hablaba con él le miraban y sonreían y Gustavo comento que él iba en el vehículo, ¿ustedes pueden creer eso? Se imaginan la siguiente escena: él va manejando el Nissan Patrol y al pasar por delante de un motel, de soslayo le dice a ella, ¿te apetecería que te eche un polvacho en el motel? Ustedes ¿creen que ella le respondería?, ¡¡Sí mi amor!! No señores, no sean pelotudos, ella le diría: ¡claro!, primero tus cholas y como ellas no están ahora quieres espolvorearme el culo. ¡Maldito! ¡Mal hombre! ¡No me respetas, que me sacrifico por ti! ¿Quién es la que gana el pan de cada día? ¡Flojo de mierda! El señor quiere sacudirme, soy una señora respetuosa y a mí nadie me jode en un miserable y paupérrimo motel. Volviendo al ovillo, ¿con que argumentos ella, lo convenció? ¡Nihua! Imagínense la escena, su esposa (sí la de usted) va manejando su Montero Sport (la de ustedes) y en las cercanías de un motel, ella le mira y con una sonrisa sensual y la voz ronca le dice: ¡mi amor tengo un escozor y solo tú sabes el remedio! ¿Entramos a ese motel? Di que si, ¡mi amor! Usted (¡sí usted!), sonriso y con voz de falsete: ¡lo que quiera mi reina, ella manda y yo obedezco! No señor, usted si responde eso es un cretino, sinvergüenza, arrofaldado. Ya le indique que el hombre siempre debe estar alerta y a la primera señal de ataque responder con el adjetivo más demostrativo de la prosopopeya pueblerina. Analicemos con calma la escena del crimen, ¿Qué le dice a usted? “Mi amor tengo un escozor y solo tú sabes el remedio”, entendió: “solo tú sabes el remedio” eso significa que los otros nunca llegaron a descubrir la forma de eliminar ese escozor (¿Cuántos serían? ¿Cuántas veces intentaron? ¿Y en qué locales?). Sigamos: “¿Entramos a ese motel?” ¿Como ella sabía que había un motel? ¿Cómo sabe ella que en los moteles se hacen “ciertas” cosas? Finalmente, la voz, ¿se da cuenta usted que ella enronqueció al pasar frente al motel? ¿Cuántas veces en su vida habrá quedado ronca, afónica, muda? Y usted nunca se dio cuenta. Como cuando ella llegaba a casa, con la ropa desordenada, despeinada y sin poder pronunciar una sola palabra y con un gesto le daba a entender que seguía molesta porque usted se olvido de su cumpleaños (el cumpleaños de ella), y usted terminaba dolorido por tener una memoria flaca y un culo gordo (así también es Gustavo). (Look under the sofa cushion; you will be surprised at what you find). Reitero ¡cuidado con los sofismas!

4 comentarios:

  1. Todas estas cosas mejor dejarlas en el olvido o nos acompañar siempre.... Saludos!

    ResponderEliminar
  2. desconozco los ojos de quien dice cargar con la Alegría,
    quizás por eso tanto alboroto...

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Vane:
    Si tu quieres... lo olvidamos

    Victoria:
    Algún dia saborearas mi mirada y alborotaras

    Labios de papel:
    Gracias por el dato, tendré que interrogar más exaustivamente a Gustavo o a la antipatica

    Un besito para cada una

    ResponderEliminar