No sé si ustedes podrán creer que he sido ultra ajado, tachado de artificial y aprovechado; además de moroso, embaucador, lerdo y taimado. Me ha licenciado de su grupa y montando sus petates y otras naderías se ha ido a vivir con su hermana.
Y todo este destrozo ha preparado, dice que fastidiada de hacer cola esperando mi propuesta matrimonial, además me ha calumniado exteriorizando que perpetuamente encontré improbables subterfugios para no oficializar nuestra reciprocidad romántica.
¡Hace más de diez años que compre la sortija! (diamante de uno punto ocho quilates engarzado en una nadita de platino), ella es testigo, pues muchas veces a lo largo de siete años, ella me acompañaba hasta la puerta, cada trimestre para abonar el pago. Hace tres años, está completamente cancelado y bendecido por el padre de Guilder y cura de la parroquia.
Puedo denunciar con el corazón hecho mondongo, que en estos diez años, por lo menos quince veces intente plantar la rodilla al suelo y extender la mano derecha ofertando un anillo y con los ojos de cordero degollado berrear, digo, reivindicar: invitarla como mi probable consorte.
Y les aseguro que si no lo innové es porque se exteriorizaron escenarios antagonistas y varias de estos contextos brotaron de ella. Como aquella vez, que de emergencia la transbordaron a la clínica, para que evacue un hermoso niño y aunque las maléficas lenguas apuntaron que yo no entregué el anillo porque el infante no era de mi propiedad. No lo ofrecí textualmente porque ella andaba alarmada tratando de adivinar quién era el padre y otras vainas que no vienen al cuento. Y tenemos también cuando falleció su madrasta; o cuando huyo con el marido de una prima; y en fin son tantas las cosas que le acaecieron y quien se va a acordar en detalle. Cuadrándome entender que ella no es perfecta y que en este mundo quien no cae, resbala.
Tampoco hay que perder de vista la gota gorda que gaste en estos diez años tratando de librarme de ex parejas que reclamaban lo mismo.
Me he roto los cocos, tramando un pretexto que me permita avecinarme a ella y explicarle cual fue la última ocurrencia que me impidió ofertarme como contrayente, más ella porfiada en su chifladura se ha tapiado dentro de esa casa (la gente murmura que acompañada). Pero yo jamás atiendo lo que la multitud cuchichea, pues si me instalaría a oírla estoy seguro que emergería mal estancado.
Como ustedes ven, acá me encuentro aguantando mi descalabro y lo peor de todo es que la casa esta desordenada y mi barriga la precisa para calmar sus ardores. Premiaría a la qué me proporcionase una idea, un pretexto, ¡cualquier cosa! Que me ayude a salir de esta metáfora erótica.
Esta metáfora erótica está en sí misma cuajada de lirismo. ¿Como si no entender esos duelos? Los lances del matrimonio, a veces se diluyen por los caminos del compromiso. O sea, no tienen nada que ver. ¿Triste? ¿Cómico? Mejor te emborrachas esta noche, y pasas del tema.
ResponderEliminarBesos
Se me ocurre que le entreges el anillo a la que mejor y más prontamente se preste a saciar tu apetito, o apetitos...
ResponderEliminarUn beso
ayyyy!!! mejor vende el anillo!!
ResponderEliminarSeguro que los kilates engastados en platino fueron de mala suerte jajajaja!!!
Besossss y feliz finde!!!
Sin duda que para amar debemos darlo todo como el soldado que va a la guerra a defender a su nación, pero también debemos saber cuando retirarnos incluso antes de que la guerra haya terminado.
ResponderEliminar¿Y si mientras pides ayuda a una mano amiga?, eso es más fácil que esperar que te abra la puerta.
ResponderEliminarSon muchos años, Tauro, ella merece ya su respeto y un acto de consideración. Haga por ella algo digno… no le ofrezca matrimonio.
ResponderEliminarUn abrazo,
D.