Nadie en este mundo se siente pleno y completo. Todos sentimos algún vacío en nuestro carácter, algo que necesitamos o queremos pero que no podemos conseguir por nosotros mismos.
Cuando nos enamoramos, por lo general es de alguien que parece llenar ese vacío. Este proceso suele ser inconsciente y depender de la fortuna: confiamos en que la persona indicada se cruzará en nuestro camino, y cuando nos enamoramos de ella esperamos que corresponda a nuestro amor.
Sin embargo, el seductor no deja estas cosas al azar.
Examina a la gente que te rodea. Olvida su fachada social, sus rasgos de carácter obvios; ve más allá y fíjate en los vacíos, las piezas faltantes en su psique. Esta es la materia prima de la seducción. Presta especial atención a su ropa, sus gestos, sus comentarios casuales, las cosas de su casa, ciertas miradas; hazla hablar de su pasado, en particular de sus romances. Y poco a poco saldrá a la vista el contorno de esas piezas faltantes. Comprende: las personas emiten constantes señales de lo que les falta. Anhelan plenitud, sea ilusoria o real; y si ésta tiene que venir de otro individuo, él ejerce tremendo poder en ellas. Podríamos llamarlas víctimas de la seducción, aunque casi siempre son víctimas voluntarias.
En nueve entregas se describirán los dieciocho tipos de víctimas, cada uno de los cuales presenta una carencia dominante. Aunque tu objetivo bien podría revelar rasgos de más de un tipo, usualmente se asocian por una necesidad común. Alguien podría parecerte tanto nuevo mojigato como estrella en decadencia, pero lo común en ambos tipos es una sensación de represión y, en consecuencia, el deseo de ser osado, junto con el temor de no poder o no atreverse a hacerlo. Al identificar el tipo de tu víctima, ten cuidado de no engañarte con las apariencias. Lo mismo en forma deliberada que inconsciente, solemos desarrollar una fachada social específicamente ideada para disfrazar nuestras debilidades y carencias. Por ejemplo, tú podrías creer que tratas con alguien duro y cínico, sin darte cuenta de que en el fondo tiene un corazón muy sensible, y que en secreto suspira por cogerte. Y a menos que identifiques su tipo y las emociones que esconde bajo su rudeza, perderás la oportunidad de seducirlo. Más todavía: abandona el feo hábito de creer que otros presentan las mismas carencias que tú. Quizá implores comodidad y seguridad; pero si los das a otra persona porque supones que también los necesita, es muy probable que la asfixies y ahuyentes.
Jamás trates de seducir a alguien de tu mismo tipo. Serán como dos rompecabezas a los que les
faltan las mismas piezas.
LOS DIECIOCHO TIPOS.
El libertino o la sirena reformada. Las personas de este tipo fueron alguna vez seductores despreocupados que hacían lo que querían con el sexo opuesto. Pero llegó el día en que se vieron obligados a renunciar a eso: alguien los acorraló en una relación, tropezaron con demasiada hostilidad social, se hicieron viejos y decidieron sentar cabeza. Cualquiera que haya sido la razón, puedes estar seguro de que experimentan cierto rencor y una sensación de pérdida, como si les faltara un brazo o una pierna. Siempre intentamos recuperar los placeres que vivimos en el pasado, pero esta tentación es particularmente grande para el Libertino o la sirena reformada, porque los placeres que hallaron en la seducción fueron intensos. Estos tipos están listos para su cosecha: basta que te cruces en su camino y les des la oportunidad de recobrar sus costumbres libertinas o de sirena. Les hervirá la sangre, y el llamado de su juventud los abrumará.
Sin embargo, es crucial hacer sentir a estos tipos que son ellos los que realizan la seducción. En el caso del libertino reformado, debes incitar su interés de modo indirecto, y luego dejarlo arder y rebosar de deseo. A la sirena reformada debes darle la impresión de que aún posee el irresistible poder de atraer a un prójimo y de hacerlo dejar todo por ella. Recuerda que lo que les ofreces a estos tipos no es otra relación, otra restricción, sino la oportunidad de huir de su pareja y divertirse un poco. No te desanimes si tienen pareja; un compromiso preexistente suele ser el complemento perfecto. Si lo que quieres es atraparlos en una relación, ocúltalo lo mejor que puedas y entiende que quizá eso no será posible. El libertino o la sirena es infiel por naturaleza; tu capacidad para incitar antiguas sensaciones te da poder, pero tendrás que vivir con las consecuencias de su irresponsabilidad.
La soñadora desilusionada. De niños, los individuos de este tipo probablemente pasaron mucho tiempo solos. Para entretenerse, inventaron una convincente vida de fantasía, nutrida por libros, películas y otros elementos de la cultura popular. Pero al crecer, cada vez les es más difícil conciliar su vida de fantasía con la realidad, así que a menudo les decepciona lo que tienen. Eso es particularmente cierto en las relaciones. Estos individuos soñaron con personajes románticos, peligros y emociones, pero lo que tienen es un amante con flaquezas humanas, las pequeñas debilidades de la vida diaria. Al paso de los años, podrían forzarse a transigir, pues de lo contrario se quedarían solos; pero bajo la superficie están amargados, y siguen ansiando algo grandioso y romántico.
Puedes reconocer a este tipo de víctima por los libros que lee y las películas que va a ver, la forma en que escucha cuando le cuentan, aventuras reales que algunos logran vivir. En su ropa y mobiliario se dejará ver un gusto por el drama o romance exuberante. A menudo está atrapado en relaciones monótonas, y ciertos comentarios aquí y allá revelarán su desilusión y tensión interior.
Estas personas pueden ser víctimas excelentes y satisfactorias. Primero, por lo general tienen una enorme pasión y energía reprimidas, que tú puedes liberar y dirigir hacia ti.
También tienen mucha imaginación, y responderán a cualquier cosa vagamente misteriosa o romántica que les ofrezcas. Lo único que debes hacer es ocultar ante ellas algunas de tus cualidades menos elevadas, y concederles una parte de su sueño. Esta podría ser su oportunidad de hacer realidad sus aventuras o de ser cortejadas por un espíritu cortés. Si les das una parte de lo que quieren, ellas imaginarán el resto. No permitas por ningún motivo que la realidad destruya la ilusión que has creado. Un momento de mezquindad y esta gente se irá, más amargamente desilusionada que nunca.
¡Chin! Como que la soñadora desilusionada me hace ojitos, ¡Horror ser ella!
ResponderEliminarEs feo.
Bueno si que tienes ingenio y ahora pensando en lo que escribiste creo que todos los hombres son de una u otra manera seductores por naturaleza, abrazos.
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