La seductora ve la vida como un teatro, en el que cada quien es actriz. La mayoría creen tener papeles ceñidos en la vida, lo que las vuelve infelices. La seductora, en cambio, puede ser cualquiera y asumir varios papeles. La seductora deriva placer de la actuación y no se siente abrumada por su identidad, ni por la necesidad de ser ella misma. Esta libertad, esta soltura de cuerpo y espíritu, es lo que la vuelve atractiva. Lo que a la prójima común le hace falta en la vida no es más realidad, sino ilusión, fantasía, juego y muchos orgasmos.
La forma de vestir del seductor, los moteles a los que te lleva, sus palabras y actos son ligeramente grandiosos; no demasiado teatrales, sino con un delicioso filo de irrealidad, como si él y tú fueran protagonistas de una película. La seducción es una especie de teatro en la vida real, el encuentro de la ilusión y la realidad.
Los seductores son completamente amorales en su forma de ver la vida. Esta es una diversión, un campo de tiro. Sabiendo que los moralistas, esos amargados reprimidos que graznan contra las picardías del seductor, envidian en secreto su poder, no les importan las opiniones de los demás. No comercian en juicios morales; nada podría ser menos seductor. Todo es adaptable, fluido, como la vida misma. La seducción es una forma de engaño, pero a la prójima le gusta que la descarríen, anhela que la seduzcan. Si no fuera así, los seductores no hallarían tantas prójimas dispuestas.
Deshazte de toda tendencia moralizante, adopta la festiva filosofía de la seductora y el resto del proceso te resultará fácil y natural.
Toda seducción tiene dos elementos que debes analizar y comprender: primero, tú misma y lo que hay de seductora en ti, y segundo, tu objetivo y las acciones que penetrarán sus defensas y producirán su rendición. Ambos puntos son igualmente importantes. Si planeas sin prestar atención a los rasgos de tu carácter que atraen a los copuchentos, se te verá como una seductora mecánica, falsa y manipuladora. Si te fías de tu personalidad seductora sin prestar atención a la del copuchento, cometerás errores terribles y limitarás tu potencial.
Existen nueve tipos de seductores. Cada uno de ellos posee un rasgo de carácter particular venido de muy dentro y que ejerce una influencia seductora. Las sirenas tienen energía sexual en abundancia y saben usarla. Las Libertinas adoran insaciablemente al sexo opuesto, y su deseo es contagioso. Las amantes ideales poseen una sensibilidad estética que aplican al romance. Los dandis gustan de jugar con su imagen, creando así una tentación avasalladora y andrógina. Las cándidas son espontáneas y abiertas. Las coquetas son autosuficientes, y poseen una frescura esencial fascinante. Las encantadoras quieren y saben complacer: son criaturas sociales. Las carismáticas tienen una inusual seguridad en sí mismas. Las estrellas son etéreas y se envuelven en el misterio.
Caminando en el tiempo te conduciré a cada uno de esos nueve tipos. Al menos uno de estos debería tocar una fibra en ti: hacerte reconocer una parte de tu personalidad. Esa entrada será la clave para el desarrollo de tus poderes de atracción. Supongamos que tiendes a la coquetería. Mis letras sobre la coqueta te enseñarán a confiar en tu autosuficiencia, y a alternar vehemencia y frialdad para atrapar a los copuchentos.
También te enseñará a llevar más lejos tus cualidades naturales, para convertirte en una gran coqueta, el tipo de prójima por la que los copuchentos peleamos. Sería absurdo ser tímida teniendo una cualidad seductora. Una libertina desenvuelta fascina, y sus excesos se disculpan, pero una desganada no merece respeto. Una vez que hayas cultivado tu rasgo de carácter sobresaliente, añadiendo un poco de arte a lo que la naturaleza te dio, podrás desarrollar un segundo o tercer rasgo, con lo que darás a tu imagen más hondura y misterio. Finalmente, aprenderás, sobre la antiseductora, te hará darte cuenta del potencial contrario en ti: la fuerza de repulsión. Erradica a toda costa las tendencias antiseductoras que puedas tener.
Concibe estos nueve tipos como sombras. Sólo si te empapas de uno de ellos y le permites crecer en tu interior, podrás empezar a desarrollar una personalidad seductora, lo que te concederá ilimitado poder.
¡Hijoles! ¡Nueve! Hoy tengo mucha tarea por delante.
ResponderEliminarBeso