--- ¿Crees que es posible salvar nuestro matrimonio?
--- ¡No! Está muerto. Bien Muerto. Más bien podríamos intentar el comienzo de una amistad con sexo.
--- ¿Y viviríamos juntos?
--- Cada uno en su casa y ambos con libertad, por ejemplo, si algún pretendiente te pretende espolvorearte tienes la libertad de empolvarte.
--- ¡Fue por eso que nuestro matrimonio se fue al diablo, porque tu andabas con otras!
--- ¡Dices bien! Esa es una razón porque nuestro matrimonio no puede resucitar. En cambio, en esta nueva aventura no habrá recriminaciones de ningún lado.
--- Es que no entiendes, ¡yo te quiero y te quiero para mí sola!
--- ¡Yo también te quiero! Pero también deseo a otras. ¡Soy honesto, te digo la verdad! Está nueva relación deberá estar basada en la libertad En el no coaptar la libre determinación del otro. Nuestro difunto matrimonio se fundó en la hipocresía, ambos conteníamos nuestras ambiciones, callábamos, silenciábamos nuestros rencores para salvar un contrato falso. Y a veces estallábamos con palabras que abrían heridas que no cicatrizaban. Intentemos un arreglo que nos permita gozar juntos, pero con libertad, sin reclamos… pero principalmente sin escenas melodramáticas, sin lloriqueos ni palabras hirientes.
Pues oye si se llegan a un apaño, cada uno que chingue por ahí lo que quiera y pueden seguir juntos, sin necesidad de separarse. Si los dos están de acuerdo, no tienen porqué rompen su relación, ya que si hablan claro y cada cual lleva su vida sexual al terreno que le apetece, en esos casos no se puede hablar ni de cuernos, porque no los hay. Si él la clava por ahí y a ella se la clavan de mutuo acuerdo ni veo trauma alguno, ni engaños. Si eligen esa forma de vida, me parece bien. Los malos rollos vienen cuando realmente se ponen los cuernos y lo ocultan.
ResponderEliminarAbrazo Chaly y que tengas buen fin de semana.