Cuando un hombre entabla conversación
con una mujer por primera vez, muy a menudo hay dos preguntas que le rondan por
la cabeza. La primera es ¿Podré cogérmela?,
y la segunda es ¿Cuándo?
No pienso explicarlo, excusarlo o
justificarlo. Eso es lo que hay, y punto.
En realidad, no somos tan malos. Es
cierto que hay alguno que sí lo es, pero no todos nosotros, ni mucho menos.
El hecho es que por ahí fuera rondan
hombres que le dirán cualquier cosa para llevársela a la cama, y estoy
dispuesto a apostar que casi todas las chicas de este mundo que estén sin
pareja durante cierto tiempo acabarán cayendo, al menos una vez en la vida.
Esas mujeres no tienen de qué
avergonzarse. En absoluto, vamos.
Lo único que han hecho es echar un polvo,
sin obtener el resultado que esperaban.
No tiene sentido darle vueltas a algo
que ya ha pasado, de modo que si usted ha vivido esa experiencia, siga
adelante. No se preocupe por las cosas que no puede controlar, como el pasado.
Limítese a meterlo en una caja con la
etiqueta de «experiencia», y haga lo posible para asegurarse de que no vuelva a
sucederle. No porque haya hecho nada malo, sino porque se sintió mal después.
Hay una sola regla sencilla que usted
puede seguir y que, estadísticamente, mejorará muchísimo sus posibilidades de
protegerse. Dice lo siguiente: si se
siente atraída por un hombre, no se acueste con él con demasiada rapidez.
Parece fácil, ¿a que sí?
Sin embargo, hay un número considerable
de mujeres que pasan por alto el hecho (y es un hecho) de que, cuanto antes se
vayan a la cama con un hombre, mayor es la probabilidad de que esa relación no
vaya a ninguna parte. Por supuesto, si lo único que usted quiere es sexo,
lléveselo a la cama lo antes que pueda. Dicho sea de paso, no creo que sea malo
que las mujeres disfruten del sexo esporádico.
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