Un Boeing 777 vuela sobre el
Atlántico, en dirección a su aeropuerto de destino.
Su vuelo muy tranquilo y estable a
800 km/h y a 30,000 pies, se ve interrumpido cuando de repente aparece un F-18
a casi Mach 2.
El piloto del avión de combate
disminuye la velocidad, vuela junto al Boeing en formación y saluda al piloto
del avión de pasajeros por radio:
Piloto Combate (P.C.): "¿Aburrido
el vuelo?"
Piloto Boing (P.B): ¿Qué?
El piloto de combate, se invierte,
acelera, pica el avión, monta rompiendo la barrera del sonido, sube rápidamente
a una velocidad y altura vertiginosa, para después volver a descender casi al
nivel del mar en una picada impresionante.
Reduce la velocidad y se vuelve a
colocar al lado del Boeing y pregunta:
P.C.: "Bueno, ¿Que te pareció
eso?"
El piloto de Boeing responde:
P.B.: "¡Muy impresionante, pero
ahora mira tú!"
El piloto de avión de combate mira el
Boeing, pero no pasa nada. El avión comercial sigue volando en forma recta y
nivelada con la misma velocidad y actitud.
Después de cinco minutos, el piloto
de Boeing dice por radio:
P.B..: "¿Bueno, ¿qué te pareció
a ti ahora?"
El piloto del avión de combate
pregunta confundido:
P.C.: "¿Pero, qué hiciste?"
El piloto comercial se ríe y
contesta:
P.B.: "Me levanté del asiento,
estiré las piernas, fui a la parte de atrás en el baño, tomé una taza de café,
comí una rosca de canela e hice una cita con la azafata para las próximas tres
noches, en un Hotel 5 Estrellas, que es pagado por mi empleador”.
La moraleja de la historia es:
Cuando eres joven, la velocidad y la
adrenalina parecen ser excelente compañía.
Pero a medida que se envejece y se hace más sabio, el confort y la paz tampoco deben ser menospreciados.
Pero a medida que se envejece y se hace más sabio, el confort y la paz tampoco deben ser menospreciados.
Esto se llama S.O.S.: Más lento, más
viejo, más inteligente (en ingles slower, older, smarter).
Dedicado a todos mis amigos que, como
yo se acercan al S.O.S.
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