lunes, 6 de mayo de 2019

0290: El chisme


—Este hombre que está aquí al lado es un patán. A mí me amenazó y me insultó, mucha gente lo escuchó tratarme como lo hizo
La mujer, de piel trigueña y cabello oscuro, parecía a punto de perder el control, como si se estuviera obligando a mantener la calma. A su lado, Mario, permanecía completamente quieto, mientras escuchaba la versión de Gloria.
—A la puerta de mi trabajo llegó y me dijo que yo era una perra y un montón de cosas más. Fue horrible, todo el mundo lo escuchó. ¡Que me diga con qué macho me ha visto como para que me trate de semejante forma!
—Señora Gloria, necesito que se tranquilice un poco para que siga contando su versión...
—¡Es que yo ni siquiera iba a venir! Pero es que mi vecina desde la panadería escuchó las cosas que este tipo me dijo y las amenazas que me lanzó. —Esto no se puede quedar así —me dijo. Hasta mi jefe, que también presenció todo, me pidió que viniera. Yo no quiero que este señor se me acerque más.
—¿Y por qué llegaron a este punto?
—Permítame le cuento...
Dijo el hombre, quien, por primera vez, tomó la palabra. Según contó, él había descubierto que su novia le era infiel con un cobradiario que visitaba la casa de ella todos los días. Despechado y enojado, confesó, acudió a Gloria, una de las mejores amigas de su ex, para desahogar lo que —hasta ese entonces— era un secreto entre los dos. Gloria, que lo había visto preocupado en los últimos días, lo llamó a su casa para saber qué le pasaba. Durante tres horas —dijo Mario— habló con ella sobre los problemas de su relación e hizo énfasis en la infidelidad que la llevó a su fin. Al día siguiente, contó el hombre, varias personas se habían enterado de la historia de su ex con el cobradiario, lo que terminó de sacarlo de casillas.
—Yo, como hacen los amigos, deposité mi confianza en esta mujer. Ella me traicionó. Mi ex y varia gente en el barrio se enteró de lo sucedido... ¡y yo solo le había contado a ella!
—¡Yo le advertí a mi amiga que tú podías hacerle un daño! Que le diga, doctora, las cosas que me dijo que le iba a hacer. Yo estaba preocupada por ella.
—Esas cosas las dije por la rabia del momento... son amenazas que nunca cumplí ni pienso hacer, pero esta vieja de aquí al lado traicionó mi amistad. Por eso le dije esas cosas que ella dice.
—Este señor que está aquí sentado, se hace llamar cristiano. Si supiera usted que ya lo botaron de la primera iglesia...
—Atengámonos a los hechos del caso, doña Gloria, por favor.
—Yo soy un hombre cristiano, y si usted me quiere señalar... bien... no importa. Que te quede esto como experiencia: no traiciones la confianza de la gente.
—¡Yo no dije las cosas que él está diciendo!
—Que ella me traicionara, fue lo que me alteró, por eso dije todas esas cosas. Aunque no aceptes lo que te voy a decir: yo te perdono en el nombre de Dios, que es el único juez que existe y que le da justicia a quien la tiene.
—Amén. Así es.
En ese momento, cuando todo parecía que iba en camino a solucionarse, Gloria tomó la palabra nuevamente y negó que ella le hubiera contado a la ex de Mario y a la gente del barrio la historia que él le había dicho. Más calmada, Gloria manifestó que lo único que le dijo a su amiga fue que “tuviera cuidado porque Mario le iba a romper la puerta de la casa”. “Yo les evité un problema”, expresó Gloria, quien contó que esa noche había llegado a su residencia tarde en la noche y por eso no pudo decirle más nada a su amiga.
—Lo único que yo pido es respeto. Que este hombre no vuelva a decirme más nada ni a insultarme.
—Y así va a ser... Tienen que firmar esta acta en la que los dos se comprometen a no agredirse de ninguna forma. Esta situación se acaba hoy.
Cuando hubo calma entre los protagonistas la inspectora salió de su oficina en búsqueda del acta oficial que entregaría a los implicados. En la sala de audiencias, durante su ausencia, quedó el abogado Camacho, quien intercedió para calmar —aún más— las aguas.
El abogado, un hombre calvo y de voz seria, felicitó a Mario y a Gloria por haber acudido a la Inspección, en donde atienden de lunes a viernes varios casos parecidos. Además, les recordó que lo importante en una conciliación es respetar al otro, aún más en un escenario como este en el que los dos son vecinos.
—¿Tiene algo que decir para finalizar, Mario?
—Ella traicionó mi confianza. Ella no tuvo que decirle a nadie lo que nosotros hablamos.
—Deberías darme las gracias —dijo Gloria— por mí te evitaste todas esas cosas. Qué tal que yo no hubiera dicho nada...
—Aquí lo importante es que él está arrepentido y no va a incurrir en esos actos que dijo ¿Cierto, Mario?
—Sí señor. Vamos a firmar el acta. Ella sigue con su vida y yo sigo con la mía.

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