Cuando finalmente, él cruza la puerta, te mira lentamente y lentamente camina reposadamente esperando escuchar su nombre que no resuena en el firmamento negro de su futuro incierto con la bonita y coqueta que le ha sorbido los tuétanos y que lo espera en el aeropuerto…
¿Qué es lo que tú extrañas de él? ¿Sus besos y caricias? ¿Sus palabras alucinantes? ¡¡No!! Tú no extrañas nada de eso. ¡Tú extrañas sus rezongos!
Somos unos seres hechos a la costumbre y nos acostumbramos a las cosas acostumbradas, la vida consiste en dormir, levantarse, desayunar, trabajar, almorzar y después seguir trabajando, cenar y dormir. Y si compartimos nuestra vida en todos estos momentos con otra persona recordaremos sus gustos, sus gestos, sus malacrianzas y hasta sus excentricidades.
Si comparamos los momentos gratos con los ingratos al compartir nuestra vida vemos que el 90% de los recuerdos se cifran sobre estos hechos, un 9% del amor que le servimos y solo un 1% comprende el amor que tú recibiste de él.
Si te pones la mano sobre el pecho, estarás de acuerdo conmigo. Y si no te la pones, también.
Siempre inmortalizamos lo malo que una persona ocasionó en nosotros e insólitamente las cosas buenas las sepultamos en el olvido. Y al escribir cosas malas incluyo toda su actuación en la escena de tres actos que duro nuestro romance.
Es por todo lo anterior, que nos agrada leer esas poesías de amor, esas poesías eróticas que rememoran todos los movimientos que se realizaron en pos de conseguir la satisfacción de los sentidos. Y al leerlas, uno podrá recordarla y volver a desearla. Pero una vez que volcamos la página, sólo recordaremos los dolores y malestares que ocasionó en nuestras vidas.
Es por eso, que cuando aparece un nuevo amor, no lo comparamos con la poesía que leímos. Lo ponemos frente a frente a hechos cotidianos y lo comparamos con el anterior. Que ha este le gusta lo que no le gustaba al otro. Y quizás esto sea la base, que cuando buscamos una segunda oportunidad, busquemos a un ser completamente diferente del que perdimos.
Aunque existen personas que buscan un símil al ser que los sustituyo por otra, como si quisieran vengarse en ella, lo que no pudieron hacer con él anterior; o por lo contrario, rendirse a los deseos impolutos del otro en aras del recuerdo de lo cruel que fueron con él fugitivo y lo obligaron a huir.
Concluimos entonces el presente tratado erudito sentenciando que de aquel que te abandona solo añoras sus calcetines hediondos que él jamás aprendió a colocar en el cesto de la ropa sucia.
más razón que un santo!
ResponderEliminarEs algo que me deja en verdad reflexionando, la diferencia entre extrañar algo de una persona o extrañar esa costumbre en la cual caias junto con alguien más. Y que triste es que nos acostumbremos tan rápido a algo/alguien que cuando se quiere ir nos aferramos a un pasado pensando que nos pertenece cuando en realidad la rutina nos hacía ver lo que no era.
ResponderEliminarY como dices, el presente es lo único que queda, lo único que tenemos para tratar de hacer lo más posible.
No estaremos de acuerdo en esa ocasión, Tauro. La vida consiste en dormir, levantarse, desayunar, trabajar, almorzar y después seguir trabajando, cenar y dormir… suena apesadumbrado, a menos que logremos que cada una de esas sencillerías cobren significado. Eso no habrá sido la vida sino la Vida.
ResponderEliminarSi de todos modos, entre cada acto elemental y primitivo puede ir sazonando con arte, amor, diversión, pensamiento y proyectos… se habrá convertido en sujeto premiable.
Y no es tan difícil… que no lo es, caramba.
D.
Yo no creo que sea igual todos los días porque sábados y domingos no trabajamos jeje.
ResponderEliminarBesos.