viernes, 13 de enero de 2012

171: Sonrió, lo besó en la boca y le dijo que no, que no tenía bastante, que una mujer nunca jamás tenía bastante, que son los hombres los que se hartan de amar, los que se aburren y al final se espantan de amar

Se dice que los copuchentos perpetran estos deslices cuando se plantean trasladar a una prójima a su hamaca.

Error: Mostrarse de plano muy bueno. Ser bueno con las féminas no crea sentimiento de atracción. A nadie le agrada la persona buena, al contrario despiertan antipatía.

Error: Tratar de convencerla que le gustas. Hacerle la corte insistentemente y decirle lo feliz que ella sería contigo.

Error: En el deseo de agradar; los copuchentos siempre están haciendo cosas para obtener su aprobación, las féminas no sienten atracción por los copuchentos que están detrás de ellas como perritos falderos; es más los ven como una molestia.

Error: Tratar de ganar su afecto comprándoles cosas. Caen en este error los que las llevan a cenar a lugares caros; les hacen regalos. Ellas se percatan enseguida de tu inseguridad en función del valor de los regalos.

Error: Decirle: “realmente me gustas” en la segunda cita, es la señal de largada para que ella salga de estampida. Esas palabras demuestran que no tienes control y que tus opciones se limitan simplemente a ella. Después del segundo polvacho recién podrías decirle: …me parece que me gustas.

Error: No entender cómo funciona en las féminas el sentido de la atracción. Este sentido camina en contra flecha del pensamiento del copuchento. Ellas sólo se sienten atraídas, por aquello que tú jamás podrás comprender.

Error: Creer que a las féminas les atraen copuchentos con dinero. Se debe entender que el carácter del copuchento es el que realmente atrae a las féminas.

Error: Entregarte patas y todo. Dejando que ella tome las decisiones. Preguntándole donde quiere comer, donde bailar y donde coger.

Error: No saber qué hacer en cada situación. Las féminas siempre saben lo que estás pensando; entonces si no la besas cuando querías besarla acabaras ante ella como un copuchento inseguro y dubitativo.

Error: No buscar asesoramiento en el cojonudo que la acaba de sustituir con otra mejor. Por ello deberás eliminar todo orgullo y entender que con el auxilio de otro quizás llegues a su entrepierna.

A las amigas que se divierten leyéndome, quiero aclararles, que dichos errores no nacen de una experiencia personal. En esa parte, el imperfecto se aplazó en la primera cita, yo… ¿cómo decirlo? No sé de estas cosas. Jamás pude arrastrar a ninguna prójima a mi cuchitril. Pero tampoco sabría explicar, como llegue al de ellas. Según Gustavo, soy un prójimo amable y en razón de ello cualquier prójima me arrebata y hacen de mí un copuchento agradecido.

5 comentarios:

  1. Aww me gustó eso al final de "Soy un prójimo amable y en razón de ello cualquier prójima me arrebata y hacen de mí un copuchento agradecido"

    Bueno como dices, creo que todos los demás han caído mínimo en un error de los enlistados, porque cuando van de cazeria creo que por instinto en su afán por conquistar a alguien hacen y dicen cosas que no piensan antes bien y ahí después los problemas, prometen bajarnos las estrellas cuando ni si quiera les pasó por la cabeza pagar la cuenta ese día que se conocen. Hay tanto de qué aprender de uno y de otro ante esos momentos en los que se busca gustarle al prójimo.

    Saludos

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  2. Para mí que el copuchento del que hablas nada sabe de mujeres, menos de él mismo. Ninguno de los errores son tales. Puede verse su lado opuesto.

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  3. Menos mal que nadie se enamora de la prefección.

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  4. Ya, yo siempre pensé que estabas siendo autocrítico.


    ¡Mmmmuá!

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