Realmente el mundo está loco. Me explico. Anoche, ella llegó enrojecida y con la trompa como de trompetista y con esos ademanes que manifiestan un enojo amarrado a su exuberante imaginación. Comenzó a empacar, mientras mascullaba palabras sobre opresión, objeto sexual, servidumbre, salchichones y empanadas. Yo permanecí en silencio contemplativo.
Cuando me di cuenta que ella estaba en plan de abandonar la nave, hice un alto en mi mutis y la interpele proponiéndole un plan macanudo, le describí minuciosamente, colocando los puntos donde correspondía y los punto y coma convenientes y termine con el signo final interrogativo.
Ella me mando al carajo y desapareció tan veloz como había llegado.
Me imagino, que ella debió llegar donde quería llegar y con seguridad derramando lagrimones sobre el hombro de una amiga que no tiene culpa alguna para que le caiga esa desgracia en fin de semana. Y la pobre amiga tuvo que hacer tripas corazón, con el chaparrón de lágrimas que la pilló desguarnecida y desprevenida. Si ella hubiese aceptado mi plan, su amiga no tendría que estar soportando lo que está soportando y ella no estaría llorando y al contrario estaría gimiendo de placer. Pero como dije al inicio de este entretenimiento, ella mando al carajo el plan de despedida.
Yo le propuse una fiesta de despedida, donde ella podría pillar desprevenido a algún conocido mío y marcharse con él; y claro, también yo quizá pude haber avanzado algo con alguna de sus amigas. Conclusión. El mundo está loco. Ella y yo estamos solos y fregando el fin de semana a unos amigos y amigas que tenían posiblemente algún plan más interesante.
Realmente el mundo está loquísimo.
Te entendí o no, ni idea.
ResponderEliminar...pero mejor solo que mal acompañado digo yo.
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