domingo, 23 de marzo de 2014

340: El amor como satisfacción sexual recíproca, y el amor como «trabajo en equipo» y como un refugio de la soledad, constituyen las dos formas «normales» de la «desintegración del amor»

---En mi hipótesis sobre el origen de la «mala conciencia» tenemos, en primer lugar, el hecho de que su aparición no fue ni gradual ni voluntaria y que no se presentó como un crecimiento orgánico en el interior de las gentes, sino como una ruptura, un salto, una coacción, una inevitable fatalidad, contra la cual no hubo lucha y ni siquiera resentimiento. En segundo lugar, el hecho de que la inserción de una población no sujeta hasta entonces a formas ni a retraimientos en una forma rigurosa iniciada con un acto de violencia fue llevada hasta su final solo con puros actos de violencia, que el «Estado» más antiguo apareció, en consecuencia, como una horrible tiranía, como una maquinaria trituradora y desconsiderada, y continuó trabajando de ese modo hasta que aquella materia bruta hecha de pueblo no sólo acabó por quedar bien amasada y maleable, sino por «tener» también una «forma». Utilizo la palabra Estado: ya se entiende a quién me refiero a una horda cualquiera de rubios animales de presa, una raza de conquistadores y de machos alfa, que organizados para la guerra, y dotados de la fuerza de organizar, colocaron sin escrúpulo alguno, sus terribles penes sobre una población tal vez tremendamente superior en número, pero todavía imperfecta, todavía errabunda.
--- ¿Puedo…?
--- ¡No...! Así es como, en efecto, se inicia en la tierra el Estado: yo pienso que así refuto aquella fantasía que la hacía comenzar con un contrato. Quien puede mandar, quien por naturaleza es «señor», quien aparece despótico en obras y gestos… ¡qué tiene él que ver con contratos! Con tales seres no se cuenta, llegan igual que el marido, sin motivo, razón, consideración, pretexto, existen como existe el rayo, demasiado terribles, demasiado súbitos, demasiado convincentes, demasiado «cogedores» para ser ni siquiera odiados. Su obra es un instintivo crear formas, imprimir formas, son los artistas más involuntarios, más inconscientes que existen: en poco tiempo surge, allí donde ellos aparecen, algo nuevo, una concreción de dominio «dotada de vida», en la que partes y funciones han sido delimitadas y puestas en conexión, en la que no tiene sitio absolutamente nada a lo cual no se le haya dado antes un «sentido» en orden al todo.
--- ¡Querida! No seas mala… puedo…
--- ¡No...! Estos maridos natos no saben lo que es culpa, lo que es responsabilidad, lo que es consideración; en ellos impera aquel terrible egoísmo del artista que mira las cosas con ojos de bronce y que de antemano se siente justificado, por toda la eternidad, en la «obra», lo mismo que la madre en su hijo. No es en «ellos» en donde ha nacido la «mala conciencia», esto ya se entiende de antemano... pero esa fea palabra no habría nacido «sin ellos», estaría ausente si no hubiera ocurrido que, bajo la presión de sus embestidas, de su violencia de artistas, una ingente «cantidad» de libertad fue sacada del mundo, o al menos quedó fuera de la vista, y, por así decirlo, se volvió latente.
--- ¡Mi amor, estoy que ya no aguanto, ¿dime que si?
--- ¡Te he dicho que no! ¡Escucha y aprende! Ese instinto de la libertad, vuelto «latente» a la fuerza… ya lo habrás comprendido.., ese «instinto de la libertad» reprimido, retirado, encarcelado en lo interior y que acaba por descargarse y desahogarse tan sólo contra sí mismo: eso, sólo eso es, en su inicio, la «mala conciencia».
--- ¿Ahora puedo?
---Anda, ve, pero no te cagues en los pantalones…

1 comentario:

  1. Me recuerdas al chiste ese donde el marido cuenta que es el, quien dice la ultima palabra: si mi amor.

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