Soy un tonto enamoradizo ridículamente
emocional y demasiado sentimental. Supongo que por eso le dije en nuestra
segunda cita que la amaba. Había hecho un gran esfuerzo hasta ese momento por
retenerme. En serio. Quería decírselo en la primera cita, pero sabía que
sonaría raro.
Al igual que para la mayoría, nuestro
período de citas duró muy poco tiempo. Después de dos meses de polvos
esporádicos ya estábamos comprometidos,
y tres meses después de eso ya estábamos casados. Y durante todo ese tiempo
estuve en éxtasis, tenía un fuego que ardía, de la misma forma en que había
ardido en esa segunda cita: estaba enamorado.
Ahora que ya soy un poco mayor y tengo
más experiencia en esta relación, me he dado cuenta finalmente de algo que no
había querido admitir durante mucho tiempo, pero que es innegable.
No la amaba en esa segunda cita.
No la amaba cuando nos comprometimos.
Ni siquiera la amaba cuando nos casamos.
Estar tontamente enamorado no es amor.
Que le digas a alguien que lo amas no significa que sea cierto. Por eso mi
esposa sólo me sonrió a medias. Ella sabía, a diferencia de mí, qué es
realmente el amor.
Es hora de que modifiquemos nuestra
forma de referirnos al amor. Es hora de que redefinamos qué consideramos amor.
Porque hasta que lo hagamos, el adulterio continuará siendo algo común, al
igual que los matrimonios sin amor y los divorcios. Seguiremos viviendo una
película de Disney en nuestra mente y una tragedia en nuestras vidas.
ResponderEliminarBravo!!!!
Muchas verdades cuentas, y eso le pasa a muchas parejas, pero a más de las que imaginamos.
ResponderEliminarAbrazo.
Pero esa locura que te envuelve cuando crees que te enamoras, quizá ya sea el amor!
ResponderEliminarEs muy peligrosa la predisposición favorable a estar enamorado.
ResponderEliminarUn abrazo.
No existe el amor, solo la idea que sobre él quieren vendernos.
ResponderEliminarSaludos,
J.