sábado, 7 de enero de 2012

169: Un hombre va al trabajo por la misma razón que aguanta a una mujer hasta la muerte, siempre el mismo coño doméstico, las mismas lágrimas domésticas los mismos acres y desbocados reproches domésticos los mismos ruidos, el suspiro, los mismos olores, el sudor el aliento. La inercia atenaza demasiado, la costumbre también, la inercia y la costumbre son casi lo mismo.

Su madre-sus amigas vieron en mí un galán insignificantico para su hija-su amiga; es que no hay peor ciego que el que no quiere ver; aquí la historia del culito feo es al revés.
También a ustedes les pasa -a veces- cuando ven que un amigo aparece del brazo de una prójima descolocada, sin frontis ni trasera y con una sonrisa hermética.

El asuntechi es que esa madre y esas amigas jamás miraron con detenimiento a su hija-su amiga y en función al cariño la elevaron al séptimo cielo si merecerlo (digo yo), que la conozco vestida-desnuda-despierta-durmiendo-hablando sin pensar. Es que para muchas de ellas el cariño las enceguece, las hace sordas e imberbes y hacen lo imposible para que el fruto de su cariño se convenza a sí misma (aunque la realidad dice lo contrario), que es agraciada-graciosa-mona-agraciada. Y hacen que la susodicha aprenda a mirar con ojos entremetidos al tipango y que lo califique con parámetro desconocida por ella.

Ante tal entelequia no le queda a uno más que sumergirse en el subconsciente y rebanarse los sesos tratando de escarbar el tiquismiquis de lo inédito con lo cual fue calibrado por la madre y las amigas de la susodicha y que lo aplazaron y lo degradaron de su calidad de machote alfa, poniéndolo al mismo nivel que al esposo de la madre (padre de la susodicha), y cortejos, esposos, parejas y amantes de las amigas. Fue vana mi investigación y al contrario me encontré donde jamás pensé encontrarme.

Cuando la retirada es obligatoria, no le queda más remedio al imperfecto que preparar la táctica y estrategia a utilizar con la próxima prójima que aparezca en el firmamento y decididas las acciones actué de manera sui generis tauromáquicamente. Comencé toqueteando el culo a todas las amigas, conocidas y parientas de la destinada a compartir conmigo los estivales días del verano que se insinúa cachondo este año. Tampoco la madre se libró de la auscultación. No deje de sonreír ni una micra de segundo y hable hasta por los codos con ideas disparatadas e incongruentes.

Como este blog es el sumen de la ignorancia y a él recurren los corazones desazonados, puedo afirmar categóricamente que el plan “B” funciona perfectamente. Por lo tanto, amigas mías, aleccionen a sus pretendientes a utilizar el plan “B” y ellos serán bien recibidos por sus familiares y por sus amistades. También podrán utilizarlo con éxito aquellos esposos que hasta la fecha han caído en desgracia o jamás fueron aceptados por la suegra, las cuñadas y el perro del hortelano.
Y la avenencia y la mesura se harán aguantadoras en sus vidas amorosas.

3 comentarios:

  1. Qué importa lo que opinen los demás? Lo importante es cómo se sienten ella y él cuando están juntos...

    En cuanto al título Chaly, te diré que un esposo, si aguanta a su mujer, es porque también es aguantado por su esposa...Que yo sepa, los hombres también siempre tienen los mismos olores, las mismas excusas y el mismo aparato sexual.

    Que la relación se mantenga interesante y no se limite a "aguantar a quien tenés al lado", depende de los dos.

    Un beso
    Maribe

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  2. Como dice María, lo que los demás opinen no debe causar remordimiento ni mucho menos un pensamiento confuso. Creo que hay estereotipos, que hay ilusiones ante esos, pero la realidad supera lo anterior, no debe haber limitantes, se tiene lo que se puede, lo que uno elige, de lo que uno se sabe aferrar.

    Saludos

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