miércoles, 19 de agosto de 2015

509: ¡Y dale con lo mismo!

--- ¿Supiste lo que Enrique le hizo a Graciela?
--- ¡La saco de su casa!
--- ¡Eso es incorrecto!
--- Pero ¿qué es lo “correcto”? ¿Se puede ser realmente objetivo en estas cuestiones? ¿O bien “correcto” e “incorrecto” son simplemente descripciones con las que ocultas los acontecimientos o las circunstancias, y que surgen de tú decisión respecto a ellos? Y, dime, ¿qué es lo que constituye la base de tú decisión? ¿Tú propia experiencia? No.
En la mayoría de los casos, has decidido aceptar la decisión de otro.
Alguien que lo dijo antes que tú, y se supone que sabía más. Muy pocas de tus decisiones cotidianas respecto a lo que resulta “correcto” o “incorrecto” las has tomado tú mismo, basada en tu propio entendimiento. Esto resulta especialmente cierto en asuntos importantes.
En realidad, cuanto más importante sea el asunto, menos probable es que escuches a tu propia experiencia y más dispuestos estés a hacer tuyas las decisiones de otros. Ello explica por qué prácticamente has renunciado al control total de determinadas áreas de tu vida y de determinadas cuestiones que surgen en el seno de la experiencia cotidiana. A menudo, dichas áreas y cuestiones incluyen los temas más vitales para tú tranquilidad: la naturaleza de Dios; la naturaleza de la auténtica moralidad; la cuestión de la realidad última; las cuestiones de la vida y la muerte en torno a la guerra, la medicina, el aborto o la eutanasia; el fondo de la cuestión de los valores, estructuras y juicios personales. Te has desentendido de la mayoría de estos temas, adjudicándoselos a otros. No quieres tomar tu propia decisión al respecto.
La gente dice: “¡Que decida otro! ¡Yo estoy de acuerdo! ¡Que sea otro quien me diga qué es lo correcto y qué lo incorrecto!”
He ahí por qué las religiones son tan populares. Apenas importa de qué sistema de creencias se trate, mientras sea firme, consistente, claro en cuanto a qué espera de sus seguidores, y rígido. Dadas esas características, se puede encontrar gente que crea en casi todo. Se pueden atribuir - y se han atribuido - a Dios las conductas y creencias más extrañas. Es el camino de Dios, dicen. La palabra de Dios. Y habrá quienes lo aceptarán. Con mucho gusto. Porque elimina la necesidad de pensar.
Ahora bien: pensemos en el tema. ¿Puede haber una razón justificable para sacarla de su casa? Piensa en ello. Encontrarás que no necesitas que ninguna autoridad externa te dé la pauta, que ninguna fuente superior te proporcione las respuestas. Si piensas en ello, si observas lo que sabes al respecto, las respuestas te resultarán evidentes, y actuarás de acuerdo con ellas. A esto se le llama actuar según la propia autoridad.

5 comentarios:

  1. no se puede opinar sin estar empapado del tema....además en estas cuestiones, los únicos que saben realmente cómo está la situación, son los implicados!

    lo siento....

    =(

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  2. Creo que si uno actúa conforme a lo que el alma dicta, hace lo correcto , aunque a veces se equivoque .. somos humanos .. y ante el error siempre hay un acto una palabra de disculpa
    a mi eso de ya te lo dije o has hecho lo correcto con perdón .. me repatea el estómago : ni juez ni parte .. en vida ajena

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    1. El tema de la entrada es la palabra "correcto". No lo sucedido entre la parejita en cuestión: las palabras "bueno y malo" también están en el tapete. Nuestros padres y nuestros maestros nos han enseñado el significado de esas palabras, pero son interpretaciones suyas, no nuestras, cada uno de nosotros tenemos que definir (de acuerdo a nuestra manera "propia") que es correcto, bueno o malo. Cada uno de acuerdo a su idiosincrasia definirá lo que cree que es bueno y lo que cree que es malo y yo debo respetar sus pensamientos.Para algunas personas es correcto o bueno el aborto y para otros es malo e incorrecto.

      Besos

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  3. El límite entre correcto e incorrecto puede ser muy difuso, depende de dónde nos paremos y cuáles sean los valores de cada uno.
    Besos, Chaly.

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  4. Lo dijiste ya, uno decide cuando "sabe" lo que es correcto e incorrecto. En cuestión de dos mejor ni meterse.

    Beso

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