—Le voy a comunicar un secreto...
—La señora me desiguala mucho.
—El secreto es éste: su patrón es un canalla. ¿Qué dice usted?
—Que en ocho años, mil cuatrocientas mujeres me han comunicado el mismo secreto.
— ¿Mil cuatrocientas? ¿Y en ocho años? Entonces, ¿qué clase de hombre es éste?
—Un don Juan.
—Luego ¿su fama?...
—Cierta.
— ¿Y lo de que no ha habido una mujer que se le resista?
—Absolutamente.
— ¿Y eso de que jamás se ha enamorado de ninguna?
—Completamente.
— ¡Estúpida de mí! Y yo que pensé que lo que se contaba era exagerado. Pero imagínese, que después de muchos meses de pensar en él me lo encontré de pronto ayer tarde en Sausalito...
—Va mucho.
—Eran las siete. Caía la tarde. Todavía brillaban al sol algunas azoteas y el cielo se había teñido de morado. ¿Se lo imagina?
—Sí, señora.
—Me parece que no se lo imagina.
—Sí, señora, sí. Me lo imagino como si lo estuviera viendo. No obstante, cerraré los ojos para imaginármelo mejor. Me imagino a la señora en Sausalito sentada en una mesa de la derecha...
— ¡No! De la izquierda.
—Eso es; de la izquierda. A veces falla la imaginación.
—Anochecía... A mí el crepúsculo me pone muy triste...
—A mí también, señora. Y se explica. Al fin y al cabo, el crepúsculo es un fracaso de la Naturaleza.
— ¡Qué bonito!
—Es una frase del señor.
— ¡Vaya por Dios! Pues estaba yo triste, triste... y sentía ganas de… no sabía de qué…
—Quizá de llorar.
— ¡Eso! De llorar. Cuando, de pronto, se detuvo a la puerta un auto...
—Ford mustang
—Y bajó de él un hombre...
—El señor.
—No. Primero bajó el chofer...
—Indalecio.
—Después bajó Sergio y entró en Sausalito. Entró erguido, fascinador, dominándolo todo con la mirada, levantando a su paso una nube de cuchicheos femeninos, elegantísimo, vistiendo un traje...
—...azul con rayitas blancas.
—Sí. ¿Cómo sabe?
—Se lo había planchado yo.
— ¡Es verdad! Ya no me acordaba. Y en el ojal de la solapa lucía. . .
—...una dalia. Los sábados por la tarde le toca dalias...
—Una dalia, justamente. Entró, se fijó en mí, me invitó y merendamos juntos...
—… sin que la señora pudiera precisar lo que tomaron.
— ¡Eso es! Pero ¿cómo lo adivina usted todo?
—Ocho años al servicio del señor... Mil cuatrocientos "casos" observados... ¿Y después?
—Después paseamos por el campo. Hablamos del alma. Me dijo que estaba muy solo...
—Eso suele decir cuando está junto a una mujer.
—Me recitó versos de Byron.
— ¿Y de Lamartine?
— ¡También! Calle usted... ¿qué fue lo que me recitó de Lamartine?
—El lago
— ¡"El lago", sí!...
—Siempre recita El lago Lo único que sabe de Lamartine es El lago
—Luego comimos en un reservadito de cierto restaurante campestre. Me contó cosas de su vida... Y después..., ya a media noche, me trajo aquí. Yo perdí el sentido por completo… Y ocurrió... Pero usted también se imaginará lo que suele ocurrir cuando una mujer enamorada pierde el...
— ¡Eso se lo imagina cualquiera!
—Sin embargo, aún no he podido explicarme qué fue lo que me hizo llegar a todo aquello...
—A lo mejor, una sola frase.
—Una sola frase. Ahora veo claro que me sentí subyugada cuando mirándome fijamente en el campo, me dijo…
—...Usted tiene ojos de mujer fatal.
— ¡Justo! ¡Justo! ¿Es que se lo ha dicho a varias?
—La frase Usted tiene ojos de mujer fatal es la que utiliza siempre el señor para rendir a las mujeres.
— ¡Pero es indignante que conmigo utilizara el recurso que utilizó con las demás!
—Eso mismo me dijeron las demás.
Es que el arduo y duro trabajo del Juan es así, pobre. No le queda ni tiempo para renovarse lexicamente entre la ya antigua y nueva conquista.
ResponderEliminarMe contaba un amigo que por eso él no las llamaba a ninguna por su nombre, sino por apelativos como linda, loquita, o cositas así, porque un día se equivocó y le salió cara la bromita.
Mientras les funcione, verdad? Y es que público no les falta y eso que ya andaban avisadas...
Abrazo, Chaly.
Supongo que tiene que estar la mujer ya muy rendida para que funcione la frase de la mujer fatal.
ResponderEliminarSaludos.
Jajajaja siempre me sorprendes.
ResponderEliminarA mi lo que me sorprendió fue la música, ¿dónde está el botón?
ResponderEliminarbueno durante un instante la hizo sentir única y feliz ...
ResponderEliminarun Don Juan "regala felicidad" ... y te digo algo .. es cierto tb es feliz así pero en el fondo realmente se siente solo .
..... bueno tal vez jajaja
ay que ocurrente eres
besos de domingo
Cuantos "don Juanes" hay en este mundo. Las mujeres se enamoran locamente de él, él no sabe lo que es el amor.
ResponderEliminarCuantos "don Juanes" hay en este mundo. Las mujeres se enamoran locamente de él, él no sabe lo que es el amor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar