miércoles, 24 de febrero de 2016

559: Pero, además, había otras cosas que lo inquietaban: ¿en qué consiste exactamente el acto amoroso? ¿Y cuánto tiempo dura aquello? Dios mío, ¿cómo se puede hacer una cosa así sin estar preparado?

Luego se besaron, se acariciaron. Aquella situación duraba ya mucho tiempo y él pensó que era hora de desnudarla, pero como nunca lo había hecho, no sabía por dónde empezar. Se atrevió a insinuar tímidamente: «¿No deberíamos apagar la luz?»
Pero la chica le dijo: «No, no, por favor.» Él se quedó con la duda de si la chica no quería apagar la luz y no quería, por lo tanto, hacer el amor, o sí deseaba hacer el amor pero no a oscuras. Claro que se lo podía preguntar, pero le daba vergüenza expresar en voz alta sus pensamientos.
Luego volvió a acordarse de que a las once tenía que estar en casa y se esforzó por superar su timidez; desabrochó el primer botón femenino de su vida. Era el botón de una blusa blanca y lo desabrochó temeroso de lo que la chica pudiera decirle. No dijo nada. Siguió por lo tanto desabrochando, sacó la blusa fuera de la falda y finalmente le quitó la blusa por completo. Estaba ahora acostada sobre los almohadones, vestida sólo con el sujetador y la falda y lo curioso era que si hasta hacía un rato había estado besándolo apasionadamente, ahora, después de que le quitara la blusa, estaba como embelesada; permanecía inmóvil y con el pecho ligeramente hacia afuera, como el condenado a muerte que expone el pecho orgullosamente a los fusiles.
No podía hacer otra cosa más que seguir desnudándola: en un costado de la falda encontró la cremallera; pobrecillo, nada sabía del clip que sujeta la falda en la cintura y estuvo un buen rato intentando inútilmente que la falda pasara por las caderas; la muchacha, que sacaba el pecho contra el invisible pelotón de fusilamiento, no le ayudó, seguramente porque ni siquiera se dio cuenta de sus dificultades.
Finalmente logró desvestir a la estudiante por completo. Cuando la vio yacer sobre los almohadones, totalmente entregada, preparada para el instante planeado desde hacía tanto tiempo, comprendió que no tenía más remedio que desnudarse también él. Pero la lámpara lo iluminaba todo y le daba vergüenza desnudarse. Entonces se le ocurrió una idea salvadora: al lado del salón vio el dormitorio; allí no estaba encendida la luz; allí sería posible desnudarse en la oscuridad y taparse además con una manta.
«¿No sería mejor que fuéramos a la habitación?», preguntó tímidamente.
«¿Por qué a la habitación? ¿Para qué necesitas la habitación?», se rió la chica.
No sabemos por qué se rió. Fue una risa inútil, casual, producto de la timidez. Pero le hirió; tuvo miedo de haber dicho alguna tontería, de que su proposición de ir a la habitación hubiera puesto en evidencia su ridícula falta de experiencia. De repente se encontró completamente abandonado; se hallaba en una habitación ajena, bajo la luz inquisitiva de una lámpara que no podía apagar, con una mujer ajena que se reía de él.
Y en aquel momento supo que aquel día no haría el amor; se sentía ofendido y se sentó en el sofá sin decir palabra; aquello le daba lástima, pero también lo tranquilizaba; ya no estaba obligado a pensar en si apagar o no apagar la luz, en cómo hacer para desnudarse; y estaba contento de que no hubiera sido culpa suya; no debía haberse reído de aquella manera tan tonta.
— ¿Qué te pasa? —le preguntó.
—Nada —dijo y se dio cuenta de que si se hubiera puesto a explicar por qué motivo estaba ofendido, el ridículo habría sido aún mayor. Por eso se contuvo, la levantó del sofá y comenzó a contemplarla detenidamente (quería convertirse en el dueño de la situación y le pareció que el que contempla es dueño y señor del contemplado); después dijo—: Eres bonita.
La chica, levantada del sofá en que hasta ese momento había yacido en una espera tensa, pareció repentinamente liberada, volvió a ser conversadora y a sentirse segura de sí misma. No le importó que el chico la observara (quizá le pareció que el contemplado es dueño y señor del que contempla) y finalmente le preguntó:
— ¿Soy más bella desnuda o vestida?
Hay una serie de preguntas femeninas clásicas, con las que todo hombre se encuentra a lo largo de su vida; y la escuela debería preparar a los hombres para estos casos. Pero el muchacho, como todos nosotros, había ido a escuelas deficientes y no sabía qué contestar; intentó adivinar qué era lo que la chica deseaba oír; pero no estaba seguro: la chica aparecía vestida delante de la gente y según eso debería producirle satisfacción que le dijera que estaba más bonita vestida; pero por otra parte la desnudez es como un estado de veracidad corporal y de acuerdo con eso debía gustarle más que le dijera que era más bonita desnuda.
—Eres bonita desnuda y vestida —dijo, pero la joven no quedó nada satisfecha con ese tipo de respuesta. Paseaba por la habitación, se le mostraba y lo obligaba a que respondiera sin excusas—. Quiero saber cómo te gusto más.
Con estas precisiones la pregunta ya era más fácil de responder; como los demás sólo la conocían vestida, le había parecido poco cortés, un momento antes, decir que vestida era menos bonita que desnuda; pero si ahora le preguntaba su opinión subjetiva, podía decir sin temor que a él le gustaba más desnuda porque así le daba a entender que la amaba tal como era y que no le interesaba nada de lo que pudiera adornarla.
Parece que su respuesta no fue mala, porque la universitaria, cuando oyó que era más bonita desnuda, reaccionó muy positivamente, ya que no se vistió hasta que él se fue, lo besó muchas veces y cuando se iba (eran las once menos cuarto, mamá estará contenta), le susurró al oído junto a la puerta: «Hoy me he dado cuenta de que me quieres. Eres muy bueno. Me quieres de verdad. Sí, así todo ha sido mejor. Vamos a seguir guardando ese momento para un poco más tarde, vamos a seguir deseándolo otro poquito»
Milan Kundera

8 comentarios:

  1. Kundera me persigue, menos mal que él me gusta.

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  2. me gusta mucho el libro de la risa y el olvido.... me gusta el de los amores ridiculos.
    nunca le entendí a la película de la levedad pero Kunderisima. me declaro por la izquierda y la derecha por arriba del cielo y por toda la eternidad.

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  3. Salió bien parado de la situación. La chica interpretó amor donde solo había inexperiencia.
    Un abrazo.

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  4. Muy buen texto traes de la mano de Milan Kundera, el amor fluye y el resto todo va sea sobre ruedas o a pedales , que sea a pelo ( vamos natural )

    besos

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  5. Muy bueno compañero, ya solo te falta escribir sobre marcianos.

    Un abrazo.

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  6. Muy emotivo y lleno de suspenso. Un placer inmenso haber llegado hasta aqui y leerte. Espero poder leer mas sobre esta historia! Bendiciones!!

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  7. Cuando menos la chica no se dio por enterada de su inexperiencia.

    =)))

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