miércoles, 15 de junio de 2016

656: Tedeum en la Catedral

—Pero, ¿aún estás así?
—Procedes de un modo descomedido. Me riñes porque estoy sin vestir y tú todavía no has acabado de ponerte el saco.
— ¿Té falta mucho?
—Espera un segundo...
ESPERA UN SEGUNDO... ¡Ah! ¡Qué espantosa frase en labios de ella!
—Te da tiempo a encender un cigarrillo.
— ¿Un cigarrillo? ¡Dios mío!
(Una pausa que dura media hora.)
— ¡Oh! ¡No he visto nada más impaciente que un hombre...! En mi reloj son las diez.
—Tu reloj es un reloj mágico que señala siempre la hora que tú deseas. El mío, que no obedece a otras influencias, marca las once. Y el tedeum empieza a las diez y cuarto.
—Pero siempre se retrasan. Seguramente aún no ha comenzado.
—No hay devoto que resista un retraso de tres cuartos de hora.
— ¡Ah! Me pones nerviosa... Sabes de sobra que la primera parte del tedeum se reduce a colocar al público. Eres un hombre admirable. Sólo te falta una cosa: tener un poquitín de paciencia.
(Una pausa que dura una hora.)
— ¡Oh! Si Job estuviese en mi lugar.
(Una pausa que dura quince minutos.)
—Evelin, son las doce y cuarto.
—Tu reloj adelanta. Yo tengo las diez menos cinco.
—Dame tu reloj.
—Toma... ¿Para qué lo quieres?
—He decidido regalarlo; esta maravilla debe ir al instituto de masachuste para que investiguen como juega con el tiempo. ¡Maravilloso reloj! A las once, señala las diez; a las doce y cuarto, las diez menos cinco... Nunca he oído hablar de nada parecido...
(Una pausa que dura hora y media.)
Evelin, cogiendo el velo.
— ¿Me la pones? Gracias. ¿Qué hora es? Me he entretenido un poquito...
—En mi reloj, las dos menos cuarto; el tuyo debe señalar justamente las diez menos doce minutos. Es temprano.
—Bueno, pues vamos... ¡Qué lástima, vamos a llegar con la misa empezada...!
Él la mira fijamente, deja el cigarrillo en un cenicero. Por fin echa a andar detrás de su mujer. En el pasillo tiene una idea.
— ¡Oye, Evelin!
—Dime.
—Tengo mis motivos para creer que la misa ha concluido ya. ¿Te parece bien que telefonee a Mercedes pidiéndole a que nos cuente el sermón del obispo?
— ¿Ahora salimos con ésas? ¿De manera que ya no llegamos a tiempo al tedeum? ¡Podías haberme dicho que era tarde, y me hubiera vestido más deprisa!
—Sí; realmente, soy un hombre descuidado. Pero anda, tomaremos un taxi. Con arreglo a tu reloj, aún llegamos al final de la misa.

6 comentarios:

  1. Jajajajaja, qué horror de mujer!!! Menudo sentido del tiempo... por cierto, conozco gente casi así...
    Yo con tal de perderme la misa me detendría en mil cosas.
    Besos

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  2. Lo que se llama una pesada del diez pero si le libró del Tedeum con ese reloj suyo habrá que agradecérselo.

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  3. Sin comentarios, aunque sí diré que un prototipo de mujer exageradilla ¿no?

    Recibí tu mensaje , pena que llegara tarde porque ya tenía publicada la entrada. Pero lo tengo en cuenta para otra vez ¿ok?

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  4. Qué paciencia... pobre hombre!

    Besos, Chaly.

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  5. Pobre hombre....con una vez que la hubiera dejado se le habría quitado la maña!

    Besos =))))

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